sábado, 30 de marzo de 2013

RESUMEN DE 2012 (y IV): LOS NOTABLES

Llegamos al final del repaso a 2012 con los films que alcanzan un notable, que este año es la nota más alta de todas ya que he dejado desierto los sobresalientes. Y es que ninguna película de estreno del año pasado me sorprendió y maravilló en grado sumo como para merecer darle esa calificación. Ójala no tenga que esperar a 2015 y a Avatar 2 para poder ponerle esa nota a otra película. J

Los notables del año: Drive, Argo, Skyfall, Los vengadores.

DRIVE


Hace unos años, en el Cinema Jove de 2005 tuve la oportunidad de ver Pusher II, una película danesa de la que nada sabía pero que me sorprendió gratamente. Se trataba de un thriller ambientado en Copenhague y protagonizado por Tonny -Mads Mikkelsen, el malo de Casino Royale- un camello de poca monta que trataba de regenerarse al salir de la cárcel, pero que pronto comprendía que lo iba a tener difícil rodeado como estaba de drogadictos, miseria y mafiosos de baja estofa. Un film distinto a la típica cinta aburrida de festival y en la que su director -un tal Nicolas Winding Refn- demostraba trazas de buen cineasta, con un vigor y un estilo parecido al del joven Scorsese y que me hizo preguntarme si alguien habría visto su película en Hollywood.

Pues por lo visto la respuesta fue que sí, porque unos años después tuvimos a Winding Ref debutando en el cine USA con Drive, obra que se movía por parámetros similares a los de Pusher II y que le hizo ganar el premio al mejor director en Cannes. Su historia nos presenta a un crack del volante, frío y reservado -Ryan Gosling- que trabaja como mecánico y especialista de cine y que esporádicamente participa en atracos como chófer. Un día nuestro hombre conoce a su vecina Irene -Carey Mulligan- una joven con un hijo pequeño cuyo padre está en la cárcel, y que le provoca un cambio en su solitaria vida...

Nicolas Winding Refn parecía rendir aquí un homenaje a thrillers de los ‘70 y ‘80 como Driver o Vivir y morir en Los Angeles, añadiendo a la coctelera elementos de El silencio de un hombre, Taxi Driver e incluso Raíces profundas (1953). Y como en Pusher II, el protagonista -del que no llegamos a saber su nombre- era un hombre de hielo que no tenía problemas para moverse por la ilegalidad gracias a su talento natural al volante, aunque al enamorarse de Irene veía cómo esa frialdad se resquebrajaba poco a poco. Todo ello en un ambiente cargado de fatalidad y desesperanza debido a los negocios del héroe con gente peligrosa, que no estaba dispuesta a dejarle marchar así como así.


Los aciertos de Drive -que se ha convertido ya en una película de culto- eran muchos y muy variados, y pasaban por su sugerente tempo narrativo, repleto de líricos ralentís o una música retro que le confería un extraño atractivo a sus imágenes, alternado por el realismo con el que se nos mostraban los manejos de la mafia de Los Ángeles. También por sus vibrantes secuencias de acción -como el atraco inicial, resuelto de forma brillante- o la riqueza de su reparto, con presencias tan significativas como Bryan Cranston -Breaking Bad- o Albert Brooks -Taxi Driver-. Precisamente, el Ryan Gosling de este film era primo lejano de Travis Bickle, observando el mundo girar desde la rueda de su volante pero sin inmiscuirse ni relacionarse afectivamente con nadie: como si se supiese portador en su interior de una bestia salvaje esperando a salir a la superficie en cualquier momento, y del que ese escorpión dibujado en su chaqueta -una prenda con grupo propio en facebook- parecía actuar como amenazador aviso.

En fin, que en un año en el que las buenas películas se vieron con cuentagotas, no está de más reconocer la calidad de este largo y el talento de Winding Refn, de quien tras ver Drive seguro que a más de uno le apeteció echarle un vistazo al resto de su filmografía, desde los tres Pusher a Bronson, pasando por Bleeeder, Fear X o Valhalla Rising.


ARGO


Para su tercera incursión tras las cámaras, Ben Affleck dejó los bajos fondos de Boston y se embarcó en su película más ambiciosa hasta la fecha: Argo, la recreación de una operación supersecreta de la CIA durante la revolución islamista de Jomeini en el Irán de 1979, cuando 6 funcionarios del gobierno USA quedaron atrapados allí con una orden de busca y captura sobre sus cabezas. Para sacarlos del país sin violencia ni conflictos de orden político, y después de desechar varios planes, la agencia de inteligencia dio con uno tan absurdo y arriesgado que por fuerza tenía que funcionar: inventarse una película ficticia con rodaje previsto en Teherán y camuflar a los fugitivos como parte del equipo de filmación.

Una premisa ciertamente atractiva -que ya cautivaba desde su trailer-, y que le permitió a Ben Affleck lucirse en 3 ambientes muy diferentes: las escenas desarrolladas en las entrañas de la CIA, serias y cercanas a Todos los hombres del presidente; las que sucedían en Hollywood con todo lo relacionado con la falsa película Argo, muy divertidas y satirizando los tópicos más habituales sobre la gente del cine; y las que acontecían en Irán, más próximas al cine político de Costa-Gavras y con el añadido de su emocionante desenlace en el aeropuerto de Teherán, con un suspense o una tensión que parecían homenajear directamente al gran Hitchcock.


El gran mérito de Affleck como director fue lograr combinar esos tonos y ambientes tan distintos sin que la película se resintiera ni hiciera decaer en ningún momento el interés del espectador ante lo que estaba viendo. Mientras que, en su vertiente como actor, también era loable su empeño de permanecer discretamente en un segundo plano -a pesar de encarnar al protagonista- y dejar que fueran los demás intérpretes los que obtuvieran mayor lucimiento. En este sentido, a mí me gustaron especialmente Alan Arkin y John Goodman como esa pareja de viejos zorros hollywoodenses que se sabían todos los tejemanejes de la Meca del Cine y se movían por ella como peces en el agua, brindándonos para la ocasión algunas escenas ciertamente cómicas.


El resultado fue una película muy interesante y entretenida que cautivó a crítica y público desde el primer momento y que se fue convirtiendo poco a poco -y conforme iba ganando en todas entregas de premios previas- en la gran favorita para llevarse el Oscar, a pesar de la chapuza de la Academia al dejar fuera a Ben como mejor director. El final todos lo conocemos ya, con esas tres estatuillas -Mejor Película, Mejor Guión Original, Mejor Montaje- que la acreditan sin duda como una de las cintas más destacadas de 2012, y a Ben Affleck como un actor-director a tener en cuenta y firme heredero de los Redford, Beatty, Costner, Gibson y compañía. Quién lo iba a decir la primera vez que lo vimos, como el ex-novio antipático-armario empotrado de Shannen Doherty en Mallrats...

Criticoll