domingo, 10 de marzo de 2019

LAS PELÍCULAS DE LOS OSCARS: ROMA



Ganadora de 3 Oscars: Mejor Director, Mejor Fotografía, Mejor Película Extranjera -todos para Alfonso Cuarón-.

Con Roma tengo sentimientos encontrados. Por un lado, para poder verla entera tuve que hacerlo en varios tramos, como supongo que hicieron el 90 % de los académicos que la vieron en su casa y votaron en los Oscars, eso si llegaron a acabarla alguna vez. El escollo de sus soporíferos 15 primeros minutos suponía una prueba de fuego que separaba a los niños de los hombres: no en vano, empezaban con un plano fijo de cuatro minutos de un suelo al que le echaban agua para fregarlo, y terminaban con el detalle de una rueda de coche aplastando una caca de perro en todo su esplendor. Algo que era como para decirle a Cuarón: ok, tío, hasta aquí, lo he intentado, y darle al stop. Si eso es lo que entendía el director mexicano por un plano preciosista, a mí me parecía justo lo que estaba aplastando la rueda; y si tanto quería hacerse el cool, que se hubiera atrevido a meterlo en el trailer. Pero de pronto recordé que en peores plazas habíamos toreado -una vez vi todas las películas de la Sección Oficial de la Mostra de Valencia-, así que pensé que si me armaba de paciencia y lograba cogerle el punto a la historia, igual hasta podría gustarme y todo. Así que decidí retomarla otro día y debo decir que me alegro, porque a partir de ese primer cuarto de hora Roma remontaba el vuelo y empezaban a pasar cosas en ella que hacían que ya no estuviera uno tan pendiente del reloj, y que al final -hay que reconocerlo- elevaban el film a un nivel muy superior al del resto de películas nominadas. En efecto, nunca pensé que fuera a hacerme del team Roma, pero lo cierto es que, comparada con las otras cintas que optaban a la estatuilla, la película de Cuarón ofrecía en conjunto mucho más cine en estado puro que sus rivales, ya fuera por la fluidez de sus movimientos de cámara, sus virtuosos planos secuencia, la impresionante dirección artística que recreaba 1971 con gran exactitud, la belleza de su fotografía -salían más cacas de perros, pero ya no en plano detalle- o la frescura de su actriz protagonista, Cleo -la amateur Yalitza Aparicio-.

Gracias a Cuarón y a sus recuerdos infantiles, la película permitía revivir detalles curiosos de otra época, como que en los cines se corrían las cortinas de la pantalla en cuanto se acababa una película y se proyectaban sobre ellas los títulos de crédito. Además, mediante esas escenas, Roma cumplía con la regla no escrita de que toda candidata al Oscar debe tener una secuencia con sus personajes viendo una película clásica dentro de un cine, que aquí resultan ser dos: La gran juerga (1966) y Atrapados en el espacio (1969), con la que Cuarón parecía auto-homenajearse al elegir unos planos muy similares a los de Gravity, y que algún twittero cegato creía que procedían de su propia cinta espacial de 2013, al confundir a David Janssen con George Clooney. Así mismo, es de justicia destacar otras secuencias tan impresionantes como la del parto -resuelta en un sencillo plano fijo- y en la que Cuarón empleó médicos y enfermeros profesionales para darle más realismo; o la del clímax en la playa, un travelling lateral donde la cámara volaba sobre el agua de manera espectacular, y que confirma la querencia del director mexicano por acabar todas sus películas en el mar.


Pero a pesar de las virtudes de Roma, el desplante de la academia al elegir la socorrida vía feel good movie con Green Book parecía claro, pues, pensándolo fríamente, no me imaginaba al target más numeroso de los académicos -hombres maduros anglosajones- premiando a una película mexicana sin estrellas famosas, hablada en español, en blanco y negro, con unos 15 primeros minutos matadores y que encima sólo pasó una semana por los cines USA para cumplir el expediente, porque era de Netflix... Imposible, siempre hubo clases, y si no que se lo digan a la pobre Yalitza Aparicio, humillada por sus propias compatriotas actrices por su condición de indígena. Encima, la postura de Spielberg -Gobernador de la Academia de Cine por la rama de directores- y enemigo acérrimo de que películas de plataformas de Video On Demand opten a los Oscars, acabó por sentenciar el asunto. Y es que si el todopoderoso director de El puente de los espías ya movió hilos para que le dieran el Oscar como Mejor Actor Secundario al mediocre Mark Rylance en detrimento de la abrumadora popularidad y merecimiento de Rocky-Stallone, ¿cómo no iba a lograr con su influencia que los pocos académicos indecisos que quedaban no votaran a Roma?... Seguro que no hizo ni falta que les enseñara el plano de la rueda chafacacas del garaje.

Criticoll

martes, 5 de marzo de 2019

LAS PELÍCULAS DE LOS OSCARS: GREEN BOOK



Ganadora de 3 Oscars: Mejor Película, Mejor Actor Secundario -Mahershala Ali-, Mejor Guión Original.

Green Book fue la solución hecha película para todos aquellos académicos de la vieja escuela reacios a votar a Roma, ya fuera por su condición de película mexicana, en blanco y negro, hablada en español o de Netflix. Darle el Oscar era el recurso fácil y así sucedió, y la cosa se veía venir después de que ya ganase en septiembre el Premio del Público en Toronto o en enero el Globo de Oro -aunque a la Mejor Comedia o Musical ¿?-. Y es que el film de Peter Farrelly no está mal, es entretenido y tiene buenas interpretaciones, pero es muy poco arriesgado y previsible, la típica película resultona con todos los ingredientes necesarios para agradar a la audiencia mainstream como lo eran Argo o El discurso del rey: cintas bienintencionadas que no molestan, con un ojo puesto en la taquilla y otro en los Oscars, como prefabricadas en un laboratorio pero que vistas años más tarde pierden bastante, hasta el punto de que uno no se explique muy bien cómo llegaron a ganar la estatuilla. Claro que yo casi prefiero esta clase de films a esos otros que por tratar temas sociales o trascendentales ya se creen con derecho a ganar y aburrir a partes iguales, estilo 12 Años de esclavitud, Spotlight o Moonlight.

Green Book está basada en hechos reales, en el viaje que compartieron por el profundo Sur en 1962 el pianista Don Shirley -Mahershala Ali- y Tony “Lip” Vallelonga -Viggo Mortensen- un rudo italoamericano al que contrata el primero para que le haga de chófer y guardaespaldas, ya que, por su condición de negro, algún problema barruntaba que habría en Alabama o Louisiana… Aunque al principio los dos hombres mantienen muchas diferencias, ¡oh, sorpresa! poco a poco aprenderán a respetarse y entablarán una hermosa amistad.


Quién iba decir hace 25 años que uno de los directores de comedias tan gamberras como Dos tontos muy tontos ganaría un día el Oscar... Pero lo cierto es que este Green Book de Peter Farrelly no es muy diferente en el fondo a su obra maestra de 1994 o a Vaya par de idiotas: se trata de otra road movie con dos personajes principales condenados a entenderse y que sacan una lección moral de sus vivencias en el camino, mientras cambian de Estado o son parados por la policía. Aunque el mayor de los Farrelly no sea muy diestro con la cámara -no recuerdo un solo plano memorable en todo el film- al menos aquí confirma lo de ser un buen director de actores, extrayendo sólidas interpretaciones de su pareja protagonista, tanto del oscarizado Mahershala Ali como de Viggo Mortensen, que es en realidad quien roba la película gracias al personaje de Tony Lip, un rol mucho mejor escrito que el de Shirley al ser el hijo de Tony uno de los guionistas y productores. El actor neoyorquino se preparó a conciencia para el papel, conviviendo en el Bronx con la familia italiana de Lip y engordando 9 kilos a base de pizza y pasta, aunque yo creo que durante el rodaje aumentó algunos más -en la escena de la competición de perritos calientes, a pesar de la elipsis por lo visto se zampó 15-. De hecho, no recomiendo ver esta película con hambre, porque Viggo Mortensen se la pasa comiendo todo el rato. Yo creo que si no hubiera estado Rami Malek, probablemente Viggo habría ganado el Oscar; por un papel que también le habría venido como anillo al dedo al Sylvester Stallone de hace 22 años, recién salido de Copland.

Es irónico que, a pesar de estar basado en un libro, Green Book ganara el Oscar al Mejor Guión Original, cuando las situaciones y las escenas que plantea no son muy originales que digamos, pues la película es bastante previsible en su historia y desarrollo. Quizá a los académicos les gustaron frases inspiradoras que se oyen de vez en cuando en los diálogos, como “el mundo está lleno de gente sola que teme dar el primer paso”, o “el genio no es suficiente: hace falta valor para cambiar corazones.” Mejor no pensar en detalles incongruentes de guión relacionados con una piedra verde y una pistola, destinados a sorprender gratuitamente al espectador… Por cierto, que al final no todo el mundo picó con Green Book, ya que Barak Obama no la puso en su lista de 15 películas favoritas del año; aunque eso tampoco dice mucho acerca del gusto cinematográfico del ex-presidente USA, que sí que incluyó entre sus elegidas a Black Panther o Infiltrados en el KKKlan, supongo que para cumplir con el inevitable cupo racial.

Criticoll