sábado, 12 de marzo de 2016

Quemar después de ver

¡AVE, CÉSAR!


Como si no pudieran tomarse nunca en serio a George Clooney, los Coen reinciden en la comedia tontorrona en su cuarta colaboración con el actor de Kentucky tras Oh Brother!, Crueldad intolerable y Quemar después de leer. En esta ocasión, desarrollando un viejo guión que convierte a Clooney en una star de los años '50 que, en pleno rodaje de un peplum hollywoodense -el ¡Ave, César! del título-, es raptado por una misteriosa organización clandestina para exigirle un rescate al estudio para el que trabaja. Sin embargo, en realidad el protagonista de este film -número 19 de los Coen- no es él, sino Josh Brolin, otro habitual de los hermanos de Minnesota que aquí encarna a un productor de ese estudio que se las ve y se las desea para lidiar con sus problemas del día a día: estrellas casquivanas y borrachas, gacetilleras gemelas chismosas, directores muy pagados de sí mismos, vaqueros cantantes de nulo talento, la amenaza de la televisión, etc. encima, con la Caza de Brujas y la Guerra Fría de fondo.

La película supone otro homenaje de Joel y Ethan a ese cine del Hollywood clásico que está casi siempre tan presente en sus films, ya sea de manera directa -Barton Fink, El gran salto, Oh Brother!- o indirecta, como aquella escena onírica de El gran Lebowski que satirizaba las coreografías estilo Busby Berkeley, y que aquí vuelven a aparecer en modalidad acuática con Scarlett Johansson emulando a Ester Williams. Sin embargo, más allá de eso, el resultado al final es algo deslavazado y decepcionante, dando la sensación de que en el fondo los hermanos no tenían un guión muy bien definido, sino tan sólo algunas escenas sueltas que les apetecía mucho rodar. Como esa tan divertida entre Hobie Doyle -un trasunto de cowboys de cine de los '50 como Audie Murphy y Roy Rogers- y el paciente director Laurence Laurentz -Ralph Fiennes-, el cual va paulatinamente perdiendo los  nervios ante la falta de talento de Doyle para decir la frase Would that it were so simple? (como si fuera tan fácil). Sin duda la mejor escena de la película, junto quizá con la única en la que aparece Jonah Hill como el servil chupatintas acostumbrado a ser el chivo expiatorio del estudio, en los marrones legales en los que se meten sus descerebradas estrellas.

Más que un histriónico Clooney -que sólo tiene la oportunidad de brillar en contadas ocasiones-, el peso de la película se lo reparten entre el estoico Brolin como Mannix, el productor que intenta poner orden entre tanto personaje excéntrico made in Coen, así como el gran descubrimiento del film, Alden Ehrenreich -Tetro-, que sabe sacarle partido al personaje más memorable de la película, Hobie Doyle: un vaquero de Texas algo patán pero muy taquillero, cuya popularidad quiere aprovechar Capitol Pictures metiéndole con calzador en prestigiosos dramas de época, u obligándole a tener citas convenientemente publicitadas con starlettes del estudio. Por contra, la película desaprovecha la intervención de la Johansson -apenas sale cinco minutos-, de Channing Tatum -la secuencia musical homenaje a Gene Kelly con tintes homo y poco más- o de un irreconocible por avejentado Christopher Lambert. Si bien peor suerte corre Dolph Lundgren, cuya intervención como comandante de submarino ruso se quedó en el suelo de la sala de montaje. Aunque igual esto ya lo tenían previsto los Coen desde un principio para, irónicamente, hacer un último chiste a costa de ese Hollywood comercial al que aquí tanto caricaturizan, convirtiéndolo en una clara alusión a la prescindibilidad de productos como The Expendables o el propio y ficticio ¡Ave César!


Criticoll

sábado, 5 de marzo de 2016

OSCARS 2015

TODOS SOMOS ROCKY


Al final no puso ser. A los académicos de Hollywood les pudieron los prejuicios y no consideraron al Rocky-Stallone de Creed una propuesta suficientemente merecedora del Oscar, como si lo de Roberto Benigni o George Chakiris nunca hubiera sucedido. Y eso que, al principio, en la cabecera de presentación de la gala salieron unas bolitas en las que estaba escrito coraje, imaginación, talento, pasión, corazón... como elementos necesarios en el cine y en las películas, y que, irónicamente, parecían aludir una tras otra al legendario Rocky. Un personaje inolvidable y muy querido que ya forma parte de la historia del cine, y cuyo reconocimiento en esta entrega de los Oscar habría supuesto todo un detalle de la Academia para honrar su propia memoria, premiando a uno de sus mitos 40 años después de su primera nominación en 1976; sin olvidar el sentimiento y los matices que le confería en esta nueva entrega Sylvester Stallone: un Rocky mentor y enfermo pero todavía valeroso para luchar contra las adversidades, y que lograba emocionar a las piedras.

A esos snobs que creen que el Rocky de Creed no era una actuación digna de Oscar, les recomiendo que vean A Thousand Clowns, con Martin Balsam, oscarizado en 1965 por salir 10 minutos en todo el film, en los que su mayor highlight consiste en entrar en una casa, dejar una sandía y salir.

Lo cierto es que los Oscars se juegan a muchas bandas aparte de los méritos artísticos -que le pregunten a Depardieu-Cyrano-, y en los mentideros de Hollywood se decía que a Stallone se la tienen jurada desde hace años como a Lauren Bacall, Burt Reynolds o Eddie Murphy antes que a él, y que nunca le darán la estatuilla por no considerarle un actor y haber sido prepotente en el pasado. Pero esa supuesta animadversión de sus compañeros de trabajo no debe ser unánime, si tenemos en cuenta las solidarias reacciones de colegas como Arnold Schwarzenegger o Michael Rapaport, compañero de Sly en la notable Copland y que expresó lo que millones de fans de Rocky sentían en ese momento por todo el mundo.

Hablemos ahora del "·*^* Mark Rylance, doble de Claudio Ranieri y amigo de Steven Spielberg y Tom Hanks, que iba de sobrado y no apareció en ninguna gala de entrega de premios previa. Para qué, debió pensar, siendo el protegido de Spielberg no hacía falta hacer campaña, y acertó. Encima en la primera escena de El puente de los espías permite que pase lo que más odio en una película: que suene y suene un teléfono y nadie lo coja. Pa matarlo. Deberían haberlo eliminado de la competición en  ese mismo momento. Si hasta en las fotos del cuarteto de actores oscarizados parecía el primo tonto de DiCaprio.


LA GALA


Empezó con Chris Rock y su vitriólico monólogo reivindicativo a favor de los intérpretes negros, que
este año no tenían ninguna representación entre los 20 actores nominados. Espero que cuando no haya ningún hispano o asiático armen el mismo pollo. Por cierto, que oyendo la desagradable voz de pito de Rock en versión original, doy gracias a la Paramount por inventar el doblaje.

El orden de entrega de categorías querían que este año emulase a como se da en la realidad en la creación de una película: así, primero se entregarían los guiones, origen de todo el proceso creativo cinematográfico, en la pre-preproducción del proyecto y tal. Buena idea, lo que pasa es que esto se les olvidó bien pronto, porque el siguiente que entregaron fue uno de interpretación, el de actriz secundaria -Alicia Vikander-, que pertenece ya a la fase de rodaje -a no ser que inconscientemente pensaran que por casting couch del productor, la  actriz de reparto es lo siguiente más inmediato que se ata-, y siguieron con vestuario, dirección artística, maquillaje, montaje, sonido, etc... todos para Mad Max a cholón, que al final ganó seis del ala. Siguiendo con este juego, el último entregado antes del de Mejor Película tendría que haber sido el de Banda Sonora: algo impensable que sucediera así, claro, pero que tampoco hubiera supuesto un anticlímax, sino todo lo contrario, nada menos que el momento Morricone como colofón de la ceremonia... Así, quien viera sólo el primero y el último Oscar de la noche pensaría que Spotlight había arrasado, y nada más lejos de la realidad... Desde el escandaloso robo de El mayor espectáculo del mundo a Solo ante el peligro, Cantando bajo la lluvia o El hombre tranquilo en 1952, ninguna ganadora del Oscar a la Mejor Película había obtenido sólo 2 pírricas estatuillas en total.   


El video recuerdo a los fallecidos del año estuvo acompañado por una actuación guitarra en mano de Dave Grohl, y en él pudimos recordar a Christopher Lee, Maureen O'Hara, Alan Rickman, Lizabeth Scott, James Horner, David Bowie, Vilmos Zsigmond, Omar Sharif o Leonard Nimoy, que fue el último en aparecer. Personalmente, tristeza al descubrir que también se había muerto Elmo Williams, el oscarizado montador de Solo ante el peligro, y que hasta el 25 de noviembre de 2015 era el ganador del Oscar vivo más longevo, con 102 años.

No fueron una sorpresa los cantados y merecidos premios a Brie Larson y Leonardo DiCaprio, pues se habían hecho con todos los galardones de interpretación previos del año. DiCaprio no es santo de mi devoción, pero reconozco que es buen actor, y que, a diferencia de otros que llegaron y triunfaron a la primera -Geoffrey Rush, Eddie Redmayne, Jean Dujardin- Leo se lo ha currado y le han hecho sufrir mil y una perrerías en la pantalla hasta poder conseguir su Oscar. Pues en El renacido añadía unas cuantas más a la colección: ser violado salvajemente por una osa, perder a su familia, pasar frío, hambre y privaciones como un condenado, despeñarse por un barranco, casi ahogarse en un río o ser disparado, acuchillado y asfixiado por el cabrón de Tom Hardy, quien, a lo tonto, salía en las dos películas más oscarizadas del año: Mad Max y El renacido.

Ojalá que los mismos prejuicios que la Academia demostró y trató de enmendar luego frente a los intérpretes negros no los hubiera tenido con Stallone-Rocky. Eso sí, seguro que el año que viene volverá a aparecer la escena de ¡Adriaaaaan! de la oscarizada Rocky 1 o cualquiera de las escaleras en los montajes históricos de películas, para tratar de emocionarnos a todos una vez más celebrando la magia del cine. Pues a eso en mi pueblo se le llama ser un hipócrita.



LO MEJOR


Que le dieran por fin un Oscar en competición a Ennio Morricone. Aunque el hombre a sus 88 años ya no pudiera ni sostenerlo ni andar él solo a recogerlo, más vale tarde que nunca.

Que se hayan terminado los memes sobre los no-Oscar a DiCaprio.

Emmanuel El Chivo Lubezki, primer director de fotografía que gana 3 Oscars consecutivos y la séptima persona de la historia de todas las categorías que lo hace en 3 años seguidos.

Una novedad para aligerar discursos: que aparecieran en scroll por debajo de la pantalla, los nombres de las personas a las que los ganadores agradecían el premio, rollo breaking news de la CNN. Aunque no sé si triunfará la idea, porque muchos volvían a nombrarlos, y les acababa sonando la música tras los reglamentados 45 segundos de speech. También agradaron los cartelicos virtuales esos que daban información sobre los presentadores y su relación con los Oscars, para ahorrar visitas a imdb a la audiencia y evitarle pensar demasiado.

La gratuita aparición de C-3PO, R2-D2 y BB-8 en el escenario: salieron sólo un minuto para saludar a John Williams, pero da igual.

Que todos los ganadores de la noche subieran al escenario para despedir la gala, como se hacía en los viejos tiempos.

LO PEOR

El Rocky robo. Patricia Arquette tenía que habérselo inventado y decir el nombre de Stallone al abrir el sobre, como hizo Jack Palance con Marisa Tomei. ¡La Academia escupiendo sobre sí misma, Shame on You!

Que al mexicano Alejandro González Iñárritu le metieran la música cuando estaba hablando de cosas emocionantes, abogando por la igualdad de las razas y tal. Muy poco respeto hacia el director que iguala el récord de John Ford y Joseph L. Mankiewicz al ganar el Oscar dos años seguidos. Con el anglosajón DiCaprio, que se tiró 3 minutos hablando, ya no se atrevieron.

Que Spotlight, una TV movie sobrevalorada, sea consideraba la mejor película del año con la desfachatez de darle sólo otro Oscar para apoyar tamaña aseveración.


Los derrotados Roger Deakins, director de fotografía de Sicario, Thomas Newman, compositor de El puente de los espías, y Diane Warren, candidata junto con Lady Gaga a la mejor canción, que acumulan, respectivamente 13, 13 y 8 nominaciones sin premio. Al menos Newman puede consolarse con los 9 que ganó su padre -el mítico Alfred Newman- para la Fox. 


Criticoll