sábado, 15 de diciembre de 2012

Bond 23

Skyfall

TÍTULO ORIGINAL: “Skyfall” (2012). DIRECTOR: Sam Mendes. REPARTO: Daniel Craig, Judi Dench, Javier Bardem, Ralph Fiennes, Rory Kinnear, Naomi Harris, Bérénice Marlohe, Ben Whishaw, Ola Rapace, Albert Finney.

Tengo un problema con Daniel Craig, y es que la primera vez que lo vi fue en una película llamada Some Voices (2000), un drama inglés sobre un camarero que de repente debía convertirse en niñera de su hermano pequeño, un tipo con un ligero retraso que no paraba de meterse en líos… y que no era otro que Daniel con pelo largo. Cada vez que lo veo corriendo, peleando, seduciendo a alguna TB o salvando al mundo como James Bond, me viene a la cabeza aquel personaje y me cuesta mucho creérmelo. Sin embargo, hay que reconocer que en Skyfall ya le ha cogido el punto al agente secreto, y que gracias a eso y a los fichajes ilustres realizados para la ocasión, esta es sin duda la mejor de las tres películas que ha hecho como 007.

Unos fichajes que pasan, en principio, por un director de prestigio y oscarizado -Sam Mendes-, algo inédito tras tantos años de artesanos aplicados como Young, Hamilton, Glen o Campbell. O del retorno del director de 2ª unidad Alexander Witt y del montador Stuart Baird -presentes en Casino Royale, ausentes en la confusa Quantum of Solace-; y del operador de los Coen, Roger Deakins, que debuta aquí en el universo Bond para dotar a la película de un look ciertamente fascinante. En cuanto al reparto, otro gran activo del film es la presencia de un antiguo conocido de Deakins en No es país para viejos, es decir, Javier Bardem. Un Bardem que interpreta con su calidad habitual a Raoul Silva, el villano de turno, y que, aunque tarda más de una hora larga en salir, cuando por fin lo hace la verdad es que es a lo grande: para marcarse un monólogo en plano secuencia mientras camina que empieza en Plano General y acaba en Primer Plano suyo y que parece fácil cuando se ve, pero que seguro que lo repitieron unas cuantas veces. Un personaje inquietante -hay que verla en v.o., la voz de Rafael Calvo del doblaje no le pega- y que resulta un compendio-homenaje a malvados míticos de la saga: con los ojos rasgados como el Dr No; rubio como el Max Zorin de Christopher Walken; con dentadura metálica a lo Tiburón; ex -agente del MI6 igual que el Sean Bean de Goldeneye, y en fin, con tendencias megalómanas como mandan los cánones. Un individuo con el que uno puede llegar a simpatizar o sentir lástima al contar con buenas razones para ser tan rencoroso con M -Judi Dench-… Una M que aquí se asemeja a la figura capital de una tragedia shakespeariana, con Silva y Bond como sus desconcertados hijos que, por distintas razones, no acaban de entender por qué su madre fue tan dura e injusta con ellos en el pasado. Una culpa que M reconoce, en el fondo, tras su fachada inflexible, y que la prepara para aceptar el mal karma derivado de sus acciones. Eso por no hablar de cómo se aferra con uñas y dientes a su puesto cuando ve asomar las orejas a la jubilación… Y es que la confianza traicionada y el recambio de lo viejo por lo nuevo son los dos grandes temas de la película. Un renovarse o morir que la serie tiene muy asumida desde Casino Royale (2005), con aquel shock que significó para algunos que a Bond ya no le importase el Martini con vodka mezclado o agitado. Pues aquí se añaden otras muescas a la desmitificación, como que el nuevo Q -Ben Whishaw- sea un imberbe que se burla de la extravagancia de gadgets anteriores, o que Bond pierda su puntería, fracase en una misión y sea criticado por viejo como agente de campo. Algo de lo que Craig se ha quejado en realidad, ya que a sus 44 tacos no se ve en muchas más cintas de 007 más allá de las dos que tiene firmadas… y eso que Roger Moore a sus años aún no había hecho ni la primera. Sin embargo, Skyfall también conmemora los 50 años de James Bond en el cine, por lo que Bárbara Broccoli y Michael G. Wilson -que han visto El gatopardo-, saben que tampoco hay que pasarse con los cambios, ya que la longevidad de la franquicia se debe en realidad a esos guiños clásicos tan reconocibles por los fans. Así, aquí tenemos de nuevo a Craig en un casino diciendo aquello de Bond, James Bond; la aparición de un escenario tan familiar como el Estambul de Desde Rusia con amor; del legendario Aston Martin; de la futura Moneypenny; de la recuperación de los orígenes escoceses del personaje, o de, por primera vez en la era Craig, de la icónica imagen de 007 andando y disparando desde dentro del cañón. Unos homenajes perfectamente integrados en el guión escrito a seis manos por Neil Purvis, Roger Wade y John Logan, y que aparca -de momento y gracias- la farragosa trama de la organización Quantum. Aunque también haya cosas que me chirriaron de la historia, pequeños detalles tontos como que Bond deje que se carguen a varios inocentes -como el que quería comprar el cuadro en Shanghai-, o que la avanzadilla de doce mercenarios que van a por 007 y M a la casa de campo escocesa, pasen por al lado del Aston Martin y no le hagan nada, ni siquiera pincharle las ruedas o un triste rasguño en la carrocería. Pues vaya mierda de sicarios, normal que acaben todos palmando, si eso se aprende en primero de Malotes… Menos mal que luego Silva salva el honor y deja el pobre coche hecho unos zorros. Algo que enerva sobremanera a su dueño, que no dudará en echar mano de su licencia para matar como represalia; mejor excusa que esa…

Eso sí, al salir del cine silbando alegremente la musiquilla de Monty Norman, enseguida se me fue la emoción al perder el autobús en las mismas narices, algo que a 007 nunca le habría pasado, GRRR. Pues eso, que mientras me quedaba en la parada  refunfuñando, pensé en Bond y en la forma tan original que tenía de subirse al metro, y llegué a la conclusión de que Daniel Craig aún no está tan mayor para no seguir haciendo el papel, después de todo.

Criticoll

jueves, 6 de diciembre de 2012

Tigre y dramón

La vida de Pi


TÍTULO ORIGINAL:”Life of Pi” (2012). DIRECTOR: Ang Lee. REPARTO: Suraj Sharma, Rifan Khan, Tabu, Rafe Spall, Gérard Depardieu.

Cuando Ang Lee acierta es capaz de lo mejor, como en Sentido y sensibilidad: una deliciosa adaptación de Jane Austen en la que demostró su buen hacer en la campiña inglesa como discípulo aventajado de Ivory; o en Brokeback Mountain, la notable película de amor homosexual que aupó al estrellato al malogrado Heath Ledger, y que por su atrevimiento fue boicoteada por los académicos en los Oscars de 2005 en beneficio de Crash. Pero cuando falla… en fin, ahí están Hulk o la sobrevalorada Tigre y Dragón para el que quiera recordarlo; yo paso, gracias. Sin embargo, con La vida de Pi el taiwanés parece haberse quedado a medio camino de ambos extremos, ya que si bien no se puede decir que sea un error o una mala película, tampoco se contará entre sus films más destacados, más allá de la espectacularidad de sus imágenes infográficas o de su feroz promoción, que nos la ha vendido como el milagro cinematográfico del año, y... ni mucho menos. La película está basada en un best-seller del franco-canadiense Yann Martel -nacido en Salamanca ¿?- y, como el libro, está narrada en forma de  flash-back. Así que ya empezamos mal, amigo Ang… vaya suspense si sabemos que el protagonista sobrevive... Bueno, como nos dice el título, el asunto va sobre la vida de Pi, un hombre indio de mediana edad que le relata a un periodista el hecho más extraordinario de su existencia: cuando el barco que lo llevaba a Canadá de adolescente se hundió, teniendo que compartir un bote salvavidas durante meses con un tigre de bengala hecho por ordenador. Este último dato no es gratuito, ya que el libro de Martel le rondaba por la cabeza a Lee desde 2003, cuando todavía no se habían desarrollado los medios técnicos necesarios para hacer creíbles las escenas entre un felino CGI y un actor humano. Pero tras los avances tecnológicos de Avatar, parece como si todo lo que puede ser imaginado pudiera ser filmado -como profetizaba Kubrick-, así que ya tenemos aquí a Pi y a Richard Parker compartiendo plano y peleando por sus vidas como si nada.

Hay que decir que la película no acaba de tener muy claro el tipo de público al que va destinada, ya que su tufillo espiritual tan remarcado atraerá a los espectadores más new age, pero, por otro lado, la aparición de tantos animalitos y la blancura de su mensaje la hacen también apetecible como cinta distrae-niños. Lo cierto es que, ya se pertenezca a un grupo u otro -o a ninguno-, a nadie se le escapa que el film tarda bastante en arrancar; ya que por lo menos hasta los 40 minutos de metraje no embarca para América el muchacho, siendo sus peripecias de antes de la travesía un poco aburridas. Pero es que una vez en remojo, más allá de la brillantez de sus efectos visuales, a mí personalmente me dio la impresión de que la aventura en el océano tampoco llega a ser tan épica o extrema como prometía, no sé; quizá porque Pi se agencia pronto el manual de supervivencia del bote y demuestra ser más mañoso que MacGyver. OJO, ALGÚN SPOILER A PARTIR DE AQUÍ. Y cuando llegan a la isla… bueno, que el chico retorna a la mar porque lo ponía en el guión, pero ya me dirás tú si te vas a volver a un bote de remos junto a un tigre después de estar durante meses anhelando encontrar tierra firme. En cuanto a lo del giro final de la segunda historia, decir que queda raro y no está muy bien expuesto, ya que Lee prefiere mostrarnos todo el rato el plano del joven en el hospital mientras lo cuenta en lugar de ilustrar lo narrado con otro socorrido flash-back. Para quien dude sobre cuál de las dos versiones es la real… bueno, queda ambiguo, pero para mí está claro desde el sentido común y la emoción de Pi al rememorar una y otra. Una argucia de guión algo forzada pero que probablemente fue lo que más atrajo a M. Night Shyamalan cuando se hablaba de que sería él quien adaptaría esta historia al cine. Al final no fue el hindú, ni Alfonso Cuarón, ni Jean-Pierre Jeunet, sino Ang Lee, que abarató costes rodando en su país natal y que con este largo añade un nuevo título a su ecléctica filmografía. En la que ya sólo parece faltarle una cinta de terror adolescente, una película sobre la Guerra Civil Española o alguna comedieta con Adam Sandler.

Criticoll

lunes, 1 de octubre de 2012

20 PELÍCULAS QUE HE VISTO Y QUE ODIO


Estoy en un grupo de facebook llamado Somos taaaaan cinéfilos y hemos confeccionado cada uno una lista con películas que en su mayoría tienen buena prensa, pero que en realidad son bastante odiables y no se deberían recomendar a nadie. Estas son las mías:

1 INTERVENCIÓN DIVINA. (Director: Elia Suleiman. 2002.) Una especie de Romeo y Julieta con el conflicto palestino-israelí de fondo, que es simplemente la peor película que he visto jamás en un cine. Por supuesto, pilló en Cannes: el Gran Premio del Jurado nada menos.



2 EL ÁRBOL DE LA VIDA. (Terrence Malick. 2011) ¿A qué huelen las nubes? Todos sabéis ya mi animadversión por esta pretenciosa y aburridísima película, así que no me repetiré. Pero resulta que ahora lo más in en el mundo gafapastil es meterse con Malick, ya que a raíz del estreno de su última cinta -To The Wonder- todas las malas críticas de las que se libró The Tree of Life han ido a parar a ésta, que también debe de ser bonica. Suerte a los que se atrevan a ir a verla; yo, por mi parte, Malick nunca mais.


3 OLDBOY. (Chan-wook Park. 2003). Tarantino de presidente de un Jurado es más peligroso que un mono con dos pistolas, y por su culpa esta bazofia -con secuencias tan entrañables como aquella en la que el protagonista se come un pulpo vivo, u otra en la que le arrancan las muelas- rascó también en Cannes otro Gran Premio del Jurado de ésos. Encima está en el puesto 87 del top 250 del imdb, por delante de El apartamento, El halcón maltés o Solo ante el peligro. ¿Estamos todos locos o qué?


4  MUERTE EN VENECIA. (Luchino Visconti. 1971). Lenta y soporífera. La muerte veneciana del protagonista se podía haber producido a los 5 minutos y todos contentos. Hala, ya no hace falta que la veáis, jajaja. En serio, de buena os he librado.


5 HAZ LO QUE DEBAS. (Spike Lee. 1989). Una película racista y anti-blancos. Como caucásico que soy me sentí ofendido al verla. Luego con La última noche y Plan oculto perdoné a Spike Lee.


6 LA CINTA BLANCA. (Michel Haneke. 2009). Una de las películas más sobrevaloradas de la historia, y que tras ganar en Cannes, en los Premios del Cine Europeo o en los Globos de Oro cual traje nuevo del emperador, casi logra engañar también a la Academia de Hollywood. El secreto de sus ojos lo impidió, menos mal.


7 DUNE. (David Lynch, 1983). Ojalá los gusanos gigantes del desierto se hubieran comido todas las copias de este engendro.


8 ORIGEN. (Christopher Nolan, 2010). Nolan es bueno, pero aquí se pasó de listo y de metraje. Y encima sale DiCaprio. Está en la lista por los pelos, al final tantas reglas rolleras y tanto sueño me provocaba justamente eso. No en vano, ostenta el récord en mi ránking personal de bostezos viendo una película.


9 ANTICRISTO. (Lars Von Trier, 2009). No creo que ni el propio Von Trier la soporte. Parece ser que en algunos países escandinavos la policía la utiliza como instrumento de tortura a malhechores.


10 CAÓTICA ANA. (Julio Medem, 2007). Parafraseando al Celebrities de Joaquín Reyes/Von Trier hablando sobre Julio Medem: "¿Pero qué pisto has armao ahí, muchacho?" Normal que después se fuera a vivir a USA; le daría vergüenza que lo reconocieran por la calle.


11 BANDERAS DE NUESTROS PADRES. (Clint Eastwood. 2006). Los flash-backs peor empleados en una película de los últimos 25 años. Indigna de Clint. Yo creo que estaba haciendo tiempo para Cartas desde Iwo Jima.


12 LA CIENCIA DEL SUEÑO. (Michel Gondry. 2006). Autocomplaciente a morir. Si hubiera tenido vergüenza, Michel Gondry tendría que haber sorteado el Oscar de ¡Olvídate de mí! entre los sufridos espectadores de esto.


13 DEATH PROOF. (Quentin Tarantino. 2007) A Tarantino se le fue la olla. Demasiado juntarse con Robert Rodríguez; normal, al final te contagias y sale lo que sale. Al menos Mary Elizabeth Winstead aparecía vestida de animadora todo el rato sin venir mucho a cuento. :P


14 TIGRE Y DRAGÓN. (Ang Lee. 2000). Igual estaba enfadado o algo ese día, pero no veía la hora de que se acabara. Paso de revisarla, prefiero ver Hero otra vez.


15 BALADA TRISTE DE TROMPETA. (Alex de la Iglesia. 2010). O Tarantino liándola de nuevo en un jurado festivalero al darle dos premios en Venecia. Mala, muy sobrevalorada. Desde Perdita Durango Alex de la Iglesia va sin frenos y cuesta abajo.


16. TODO SOBRE MI MADRE. (Pedro Almodóvar, 1999). La cinta blanca de su año: llevándose todos los premios del mundo -¡hasta el Oscar!- y yo pensando: ¿es que nadie ve que es un grandísimo truño?


17. THE ACID HOUSE. (Paul McGuigan, 1998) Casi agredo al amigo que me convenció para ir a verla al cine; un antiguo fan de Irvine Welsh. Parece mentira que el director de esta cosa tan desagradable sea el mismo que el de la serie Sherlock.


18 EL MUNDO PERDIDO. (Steven Spielberg, 1997). Tan mediocre y falta de vigor que es la única película de Spielberg que he dudado de que fuese realmente suya. Bueno, si exceptuamos 1941, Hook, Always, Amistad, Indiana Jones IV


19 MALDITOS BASTARDOS. (Quentin Tarantino, 2009). Otra vez el tío Quentin. No es que le tenga manía, es que da pena ver qué películas ha acabado haciendo alguien que fue capaz de rodar una maravilla como Pulp Fiction. Aunque aquí descubriera a Michael Fassbender y Christoph Waltz.


20. R2 Y EL CASO DEL CADÁVER SIN CABEZA. (Álvaro Sáenz de Heredia, 2005). Y para finalizar un truño tamaño XXL. Dicen que lo de “el horror, el horror” que repetía el Kurtz/Brando de Apocalypse Now era porque tuvo un flash forward de esta película. Un engendro hecho para cazar subvenciones que es tan mala que no la pasan ni en la TV a la hora de la teletienda. Cuando la vi en el cine estaba yo solo en la sala, y confieso que me dieron ganas de entrar en la cabina y asesinar al proyeccionista.



Otras que también merecerían estar, pero que como no pude acabar de verlas hasta el final no cuentan, son: MEMORIAS DE ÁFRICA, EXPIACIÓN, TIERRA, LA REINA DE LA NOCHE, BLOW-UP,  LA PUERTA DEL CIELO, ISHTAR, LA EDAD DE LA INOCENCIA o EL HOMBRE DE RÍO MALO.

Criticoll

miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL LARGO Y CÁLIDO VERANO

 Sí, yo también estaba un poco harto de ver a Will Smith montado en su supermoto, así que ahí va un artículo sobre lo que he visto durante estos meses en cine y TV:

En TV:

Hell On Wheels. Serie protagonizada por Anson Mount, un hombre con un pasado que le atormenta -no me extraña, fue el galán de Britney Spears en Crossroads- y que, mientras se emplea en la construcción de la mítica Union Pacific, busca a los responsables de la muerte de su esposa allá por 1865. Una historia trufada de venganza, indios, racismo, mugre, topógrafas rubitas, predicadores idos, potentados del ferrocarril con cara de Colm Meaney, irlandeses borrachos, esclavos recién liberados y, por encima de todo, la omnipresencia del Caballo de Hierro llevando el progreso inexorablemente hacia el lejano Oeste. Una serie muy recomendable para todos los aficionados al western, con una gran sintonía además del oscarizado Gustavo Santaolalla, y que cuenta con mi atención para la segunda temporada.



Homeland
Paranoia antiterrorista post 11-S con un reparto de actores que estaban en horas bajas, y que gracias a esta adictiva serie se han reivindicado. Ya sea Claire Danes, muy alejada aquí de la cándida Julieta de Baz Luhrmann en su papel de Carrie, una agente de la CIA tan perspicaz como mentalmente inestable; Damian Lewis, el olvidado pelirrojo de El cazador de sueños y que aquí encarna al sargento Brody, el personaje más interesante y misterioso del plantel; Mandy Patinkin, el Iñigo Montoya en La princesa prometida y a quien no reconocí hasta el segundo episodio en la piel del workaholic Saúl; o la sugerente Morena2 Baccarin, subida a bordo de otra serie tras el fracasado remake de V. Estamos ante la versión USA de la israelí Gideon’s War y que, lejos de ser maniquea separando a los teóricamente buenos -los occidentales- de los malos -los terroristas árabes-, resulta inquietante al mostrarnos que en la vida real nada es o blanco o negro, sino de un turbio gris donde todos somos víctimas del miedo y la intolerancia.

En el Cinema Jove:

Asistí al encuentro con Nacho Vigalondo y Michelle Jenner, donde contaron anécdotas del rodaje de Extraterrestre -más divertidas que la película-, de sus filias y fobias y de su posible salto a Hollywood. Vigalondo también habló de un puñado de films recomendados por él que formaban un miniciclo dentro del festival: Petulia, The Wicker Man, El tren, Las dos caras del Dr. Jekyll etc. Aunque a mi pregunta de por qué había elegido así mismo un truño tamaño XXL como La puerta del cielo, no supo donde meterse, y tuvo que reconocer que de las películas malas también se aprende.

Antes de la charla me hice una foto con la bella Michelle, a la que por fin TVE le ha descongelado la serie de Isabel donde encarna a la famosa Reina Católica de Castilla. Menos mal que no había leído el blog ni mi crítica de Extraterrestre -aunque de ella no dije nada malo, que conste-.


De la sección oficial fui a De bon matin, un drama francés con Jean-Pierre Darroussin, visto en Largo domingo de noviazgo y actor habitual de Robert Guédiguian. La historia de un hombre que trabaja en un banco y una mañana se lía a tiros con sus jefes. Luego en un flash-back nos explican el motivo, y no, no era porque lo tenía todo en preferentes. Un poco densa como casi todas las películas de festival, pero con la que probé a ver si había suerte y la única cinta a concurso que veía era la que ganaba luego, como me pasó en 2011 con la polaca Mall Girls. Pero aquest any no.

También vi la película de clausura, Torpedo, una simpática road movie belga protagonizada por François Damiens -que salía en La delicadeza con Audrey Tatou-. Va de un tipo bastante desastre que gana un premio en unos grandes almacenes consistente en que él y su familia cenen gratis con el gran Eddie Merxx. Pero como nuestro hombre es soltero y sin hijos, decide pagar a una ex novia y al niño de unos vecinos para que se hagan pasar por su esposa y retoño respectivamente, y así poder cobrar el premio…

En el cine:


El caballero Oscuro: La leyenda renace. La película más comentada del verano -antes de la llegada de Prometheus- y que, aunque no estaba a la altura de las dos anteriores de la saga, al menos resultaba digna y no daba cosa presentarla en sociedad, como les debe pasar a los Padrinos setenteros con su hermano pequeño de 1990.

Este broche a la sobresaliente trilogía de Christopher Nolan nos mostraba a un Bruce Wayne 8 años después de El caballero oscuro, medio cojo y retirado estilo Howard Hughes, pero que debía volver a la acción ante la amenaza de un nuevo supervillano en la ciudad: Bane -interpretado, dicen, que por Tom Hardy-, un ciclado de voz cantarina y máscara de oxígeno tapándole la cara y que amenazaba con destruir la paz y a Wall Street -qué pena- junto a un puñado de indignados.

Lo mejor de este Batman 3 era sin duda comentar en tertulia a posteriori esos pequeños detalles que le dan vidilla a una película, como el cameo en el avión del prólogo de uno de los actores de Juego de tronos; la extraña voz de doblaje para Bane -aunque por lo visto calcada del original ¿?-; la polémica sobre si Wayne les tira la cuerda o no a sus amigos de la cárcel tras subir por el pozo -¿y qué hay de la caminata luego desde Oriente Medio a Gotham?-; o ese final tan ultrasecreto para Nolan pero bastante previsible para cualquiera con ojos desde el minuto uno de película.  Decir que la cinta también cumplía rigurosamente una regla no escrita e inventada en las películas de James Bond: si el protagonista tiene dos chicas para elegir, una de ellas será la mala.


Prometheus. O el retorno a la saga Alien de su creador Ridley Scott después de que autores como Cameron, Fincher o Jeunet dejaran su impronta con desiguales resultados –tendrían que haber metido mano también en lo de Alien Versus Predator, a ver-... A medio camino entre la filosofía y la acción, Prometheus es uno de esos films que provocan adhesiones o rechazos instantáneos, sin medias tintas que valgan. A mí particularmente me gustó por las connotaciones filosóficas que plantea sobre el origen de la vida en la Tierra, un tema interesante para todo aquel que haya empezado a oír hace poco palabras como anunakis, draconianos, reptilianos o Nibiru. Y aunque al final el film se dejara llevar más por la acción en perjuicio de la metafísica y acabase formulando más preguntas que las que respondía -normal, uno de los guionistas era Damon Lindelof, el de Lost-, al menos el anunciado viaje al planeta de los ingenieros por parte de los supervivientes se antoja muy promethedor. Una secuela que ya no verá Tony Scott, hermano de Ridley y que se suicidó arrojándose de un puente en Los Ángeles; dejándonos tristemente huérfanos de futuras películas suyas con Denzel Washington. Un Denzel que ganó el Oscar en 2001 junto con Charlize Theron -lo siento, muy cogido por los pelos, pero no sabía cómo hilarlo- y de la cual sorprende en Prometheus la presencia tan intrascendente que tiene su personaje: muy destacado en todos los carteles publicitarios pero en realidad con menos relevancia en la trama que yo como el portero del hotel en Trileros:




El Dictador. La nueva gamberrada de Sacha Baron Coen, que seguía con la tónica habitual de su humor irreverente y políticamente incorrecto, aunque esta vez prescindiendo de la cámara oculta mediante una historia de ficción convencional. La película tenía sus momentos pero al final dejaba la sensación de que era menos divertida de lo que su descacharrante trailer prometía; siendo bastante inferior a Borat o Brüno. Aunque un programa doble de Homeland con esta película sería toda una experiencia kafkiana.



Siguiendo con las comedias, por fin llegó Manolete, una película maldita rodada en 2006 y estrenada en todas partes menos aquí. Pero no por miedo a que viéramos lo mala que era, sino por deudas de la productora con la empresa constructora de decorados; un litigio que congeló su distribución española hasta este verano. Sobre la película en sí -umm, colmillos afilándose en 3, 2, 1…- decir que resulta un engendro considerable,  y que sus ¡ocho! remontajes previos hasta encontrar el bueno le dan una estocada definitiva a la película, por si no tuviera ya bastante con la espeluznante labor del holandés Menno Meyjes como guionista y director. Y es que la cinta no tiene una estructura propiamente dicha, viéndose lastrada por molestos saltos temporales que no aportan nada ni profundizan en la psicología de los personajes. Encima parece dirigida por un antitaurino, ya que apenas hay secuencias de toreo y todo se reduce a escenas aburridas entre Manolete y Lupe Sino, diciéndose mamita y papito todo el rato y fumando como carreteros -tanto, tanto, que por curiosidad me tragué los créditos hasta el final para ver si estaba patrocinada por Tabacalera, pero no-. De hecho lo único destacable de la película es el asombroso parecido físico de Adrien Brody con el recordado matador andaluz o la racial actuación de Penélope Cruz. Pero eso no tiene ningún mérito, porque el uno ya nació con esa cara de pasmado y la otra tiene muy asimilado el papel de buscona a fuerza de repetirlo.  


Lo cierto es que a pesar de su 24 millones de euros de presupuesto, tampoco se podía esperar mucho más de Manolete; una película de un tema tan cañí… pero rodada en inglés y escrita y dirigida por un guiri holandés. Y ojo al inenarrable momento de vergüenza ajena que nos deparaba el film: después de ver por toda la película carteles y letreros en español, una despechada Lupe Sino deja escrita con pintalabios una frase en un espejo para que la lea luego Manolete… ¡¡pero en inglés!!! ¡¡Ozú, shiquiya!!


Los mercenarios 2. Lo que empezó como una broma de Stallone para quedar con viejos colegas va camino de convertirse en la idea del millón y en una franquicia-coche escoba donde veamos a cada vez más viejos roqueros del actioner ochentero. Porque si en la primera el Dream Team del poster era un poco timo por la testimonial presencia de Schwarzenegger y Bruce Willis, en esta al menos se han alargado algo sus papeles y ambos cuentan con más minutos en pantalla para cargarse malos y soltar chistes idem. Si a eso añadimos a Chuck Norris, Jean Claude Van Damme y a los habituales Statham, Lungren, Li, Crews y Couture -estos dos para hacer bulto-, el resultado no es precisamente para ganar Oscars, pero sí para pasar un rato entretenido y comprobar lo raro que sigue resultando ver a esta gente compartiendo plano, después de tantos años de verles hacer la guerra por separado. Y es que aquí la factura visual está un poco más aseada que en la primera y podemos contemplar perfectamente a Stallone, Schwarzenegger y Willis repartiendo estopa juntos, o a Arnold y Norris, o a Sylvester y Van Damme, etc. como si la teoría de los multiversos fuera cierta y hubieran acabado colisionando todos. Sin embargo, dentro del jolgorio que produce este placer culpable de film, siendo pejiguero encontré dos sorpresas negativas: lo mal que dobla Constantino Romero a su odiado Schwarzenegger -como si lo hiciera mal aposta, en plan parodia- y el lifting de ojos tan horrible que se ha hecho Van Damme, lo que prácticamente le obliga a llevar gafas de sol durante toda la película para no dar tanto repelús, aunque sea el malo.

En fin, que no es Ciudadano Kane pero da lo que promete, tú. Y para Los mercenarios 3 ya suenan Steven Seagal, Nicolas Cage, Robert de Niro, Al Pacino y el mismísimo Clint Eastwood. ¡Toma ya! Como he leído por ahí: esto es para hombres. Abstenerse gafapastas.

Otras películas vistas:

Lawrence de Arabia (1962) El inesperado homenaje de Prometheus a la obra maestra de David Lean fue una excusa tan buena como cualquier otra -y que la hicieron una larga tarde por Canal 9- para ver de nuevo a Peter O’Toole y compañía por el desierto jordano-almeriense-marroquí. Un prodigio de film que mejora con los años y que constituye sin duda el mejor biopic de la historia, fundiendo la espectacularidad de sus escenarios con el retrato intimista de un hombre tan extraordinario como atormentado.

El chico (1921); Luces de la ciudad (1931)

En un verano en el que también me dio por recuperar a Charles Chaplin con Candilejas, Tiempos modernos, Monsieur Verdoux o El gran dictador, el siguiente paso fue ver por fin los dos largos suyos que me faltaban: El chico y Luces de la ciudad. Dos películas magistrales en las que el maestro demuestra su dominio de la comedia o la pantomima y su capacidad para emocionar y hacer reír a partes iguales. Aunque técnicamente El chico (1921) sea un mediometraje de 50 minutos, supone el primer título importante de la filmografía de Chaplin, un recuerdo a su mísera infancia en Londres donde destaca su química con Jackie Coogan, el chico del título al que cría como su hijo tras encontrarlo de bebé abandonado en la calle. Juntos tratarán de sobrevivir sorteando con picaresca el hambre, a la policía o a los asistentes sociales que pretenden llevarse al niño a un orferlinato; un antro de sufrimiento bien conocido por Chaplin. En Luces de la ciudad, por su parte, las atenciones de Charlot son para una florista ciega que le toma por un millonario. El hombrecillo del bombín y el bastón intentará encontrar el dinero para pagar la operación que le devuelva la vista con un sinfín de trabajos, así como siendo el compañero de juergas de un ricachón bipolar. Uno de los mejores films de la historia del cine, en el que el equilibrio chapliniano de comedia y drama alcanza su apogeo -gracias también a la fuerza expresiva del cine mudo-, y con un final mítico resuelto en un juego de miradas tan ambiguo como conmovedor.



Deliverance (1972). Es lo que tiene irse un día a surcar el Turia con casco y neopreno, que luego apetece ver alguna película ambientada en ambiente fluvial. Además, también había curiosidad por visionar el clásico de John Boorman que se hizo un nombre en el imaginario infantil de los ’80 al inaugurar el prohibidísimo ciclo de TVE de Cine de Medianoche -de dos rombos nada menos-; y todo por una escena de sodomía de unos montañeros asilvestrados al pobre Ned Beatty. Este es también el film del archifamoso duelo de banjos, una escena paradigmática del conflicto entre primitivismo y civilización y tema habitual en la filmografía de Boorman como en La selva esmeralda. Una cinta, en fin, de estructura sencilla pero efectiva, y que incluso fue nominada a varios Oscars en 1972, el año de El padrino y Cabaret. Por cierto, el neopreno de Burt Reynolds parecía poco útil en el agua: era apenas un chaleco.


El último deber (1973): La película que confirmó el carisma de un Jack Nicholson a puntito de protagonizar Chinatown. Es la historia de dos marines que deben escoltar a un tercero a la cárcel, condenado a ocho años por un hurto menor. Durante el viaje de una semana los carceleros trabarán amistad con su preso -un joven sin muchas luces pero de buen corazón-, corriéndose alguna que otra juerga por el camino para que el muchacho disfrute un poco de la vida y  tenga algo agradable que recordar entre rejas. Un film de planteamiento simple pero que demuestra una vez más que con una buena idea y personajes bien definidos ya hay medio camino hecho.

Criticoll

domingo, 27 de mayo de 2012

Regreso al futuro

Men In Black 3 (Hombres de negro III)

TÍTULO ORIGINAL:”Men In Black 3” (2012). DIRECTOR: Barry Sonnenfeld. REPARTO: Will Smith, Josh Brolin, Jemaine Clement, Michael Stuhlbarg, Tommy Lee Jones, Emma Thompson, Alice Eve, Mike Colter, Bill Hader, Nicole Scherzinger.

Diez años después de la fallida Men In Black 2, Barry Sonnenfeld, Spielberg y compañía decidieron resucitar la franquicia insuflándole aire fresco a una premisa que ya parecía agotada; casi, casi, tanto como Tommy Lee Jones a la hora de volver a encarnar al hierático agente K. Pero hay que decir que la nueva solución de guión -los viajes en el tiempo-, aunque en principio un poco facilona viniendo del productor de Regreso al futuro, finalmente se ha revelado acertada al matar dos pájaros de un tiro. Así, que J -Will Smith- retroceda al pasado para evitar que un alienígena rencoroso acabe con el joven K -Josh Brolin- y cambie el futuro permite, por una parte, aprovechar todo el juego que puede dar Will en 1969 y, por otro, librarse de la presencia de un fatigado Jones, que aquí solo sale al inicio y al final del film, dejando el grueso de la trama en manos de Smith y de un brillante Brolin. Un actor que parece haber nacido para interpretar a Tommy Lee rejuvenecido en una película, y cuya química con Will Smith es más que evidente, hasta el punto de que en Amblin ya se habla de volver a contar con él para una hipotética cuarta entrega de MIB. Sólo es cuestión, supongo, de que los guionistas se saquen de la manga otro viaje en el tiempo o que la magia de Rick Baker lo envejezca convenientemente.

En cuanto a Men In Black 3 en sí, decir que resulta un largometraje mejor de lo esperado, conteniendo todos los elementos de la serie que los fans están esperando contemplar: ya sean los chistes de J, las réplicas de K, el espectacular diseño de los aliens, la pegadiza música de Danny Elfman o esa cuidada mezcla de acción y humor que la decepcionante cinta previa de 2002 tanto desequilibraba en favor de lo segundo. Un film fiel a sus principios  aunque, por la parte que me toca, eso suponga que también se incluye aquí la inevitable escena con una de las dos cosas que más odio que salgan en una película: bichejos desagradables amenazando a cámara con las fauces abiertas en Primer Plano. Algo habitual en la trilogía y que aquí sucede la secuencia en la que Will Smith lucha contra el pez gigante -y que vista en 3D debe de ser bonica-. 

Pero mejor pensar, en definitiva, en los activos de Hombres de negro 3, y que aquí pasan, junto con la ya comentada actuación de Smith y Brolin, por ese apañado guión integrando con gracia personajes y hechos históricos en la trama -el despegue del Apolo XI, Andy Warhol, la segregación racial de los ’60, los hippies-, o detalles que nos descubren cosas nuevas de los protagonistas -el origen de la hosquedad de K, lo relativo al padre de J-; y secundarios tan interesantes como el malvado que compone Jemaine Clement, o el alienígena con poderes proféticos al que da vida Michael Stuhlbarg. Un actor éste verdaderamente camaleónico, capaz de resultar siempre creíble ya sea como el gangster Rothstein de Boardwalk Empire, el profesor judío de Un hombre serio, el admirador de Méliès en La invención de Hugo, o el extraterrestre pirado por el rollo Flash Forward de este MIB3.

Criticoll

domingo, 20 de mayo de 2012

El cine, de vacaciones

La sombra de la traición

TÍTULO ORIGINAL:”The Double” (2011). DIRECTOR: Michael Brandt. REPARTO: Richard Gere, Topher Grace, Martin Sheen, Odette Yustman, Stephen Moyer, Tamer Hassan, Stana Katic.

La sombra de la traición tuvo un estreno reducido en USA el pasado 28 de octubre y a las pocas semanas ya estaba en el mercado del DVD. Tras este dato, y como diría Schuster, no hace falta desir nada más acerca de la calidad de este rutinario largo; un thriller de espías deudor de las manidas historias de la Guerra Fría y que supone otro paso más en la decadencia de Richard Gere.

Pobre, pobre Richard. Da pena verlo aquí correr sin resuello detrás de un sospechoso y pensar que ese mismo era el gallardo protagonista de American Gigolo u Oficial y caballero; ahora una vieja gloria actuando por inercia en un film al que hace 20 años ni siquiera se habría dignado a escupir. Y es que el guión de La sombra de la traición -que, como el de Sin perdón, dormitó 10 años en un cajón esperando ser rodado ( fin de las semejanzas)- es el típico libreto de espías, el FBI, la CIA, los rusos… que hemos visto como unas 200 veces antes en el cine; llevado sin demasiado vigor a la pantalla por el debutante -y también co-guionista- Michael Brandt y con un desenlace final de giros y triquiñuelas tan, tan bochornoso, que un servidor se pregunta si Gere llegó a leérselo entero antes de aceptar. De hecho, uno piensa automáticamente en Un cadáver a los postres o Wayne`s World y en las burlas que se hacen ahí a propósito de esos recursos tan baratos y de última hora capaces de arruinar una cinta, en este caso ya bastante perjudicada de por sí.

Con decir que lo único bueno de la película es la forma en la que Stephen Moyer -el vampiro de True Blood- se escapa de la cárcel… ¡y va y eso también te lo cuentan en el trailer! una chapuza publicitaria como Cuenca de grande y que merece capítulo aparte. En efecto, por si no fuera poco el título original The Double para dar pistas de las sorpresas que esconden sus personajes, hay por ahí circulando trailers indiscretos de La sombra de la traición que directamente te destripan el misterio sobre quién es el letal asesino Cassius, y que parecen perpetrados por la competencia o por los asesores de imagen de Iñaki Urdangarín.

Lenta, aburrida, confusa, tramposa… con personajes poco definidos y más agujeros en el guión que Marlon Brando al final de ¡Viva Zapata!, no parece que Brandt vaya a tener muchas oportunidades en un futuro próximo de dirigir otra película. En fin, que esperemos que Richard alcance pronto los años que le quedan por cotizar para ahorrarnos disgustos como éste.

Criticoll

Jo, qué noche

El canguro

TÍTULO ORIGINAL:”The Sitter” (2011). DIRECTOR: David Gordon Green. REPARTO: Jonah Hill, Max Records, Landry Bender, Kevin Hernandez, Sam Rockwell, Ari Graynor, Jessica Hecht, Method Man, Erin Daniels.

Tampoco es probable que pase a los anales de la historia El canguro, un vehículo para el lucimiento de las lozanas cachas de Jonah Hill -aunque ya no tan lozanas, por consejo de Brad Pitt el muchacho ha perdido 20 kilos- y basado ligeramente en la ochentera Aventuras en la gran ciudad, de Chris Columbus. Como cabría esperarse de los tiempos que corren y de David Gordon Green, responsable de Superfumados o Caballeros, princesas y otras bestias, el humor blanco de aquella se ve sustituido aquí por toda una amplia gama de elementos políticamente incorrectos: trabajos vaginales, pedos, wáteres que explotan, niños deslenguados, drogas, policías corruptos, pandilleros, padres pasotas o treceañeros que descubren con prontitud sus inclinaciones homosexuales. En resumen, un gran crisol de las cosas que se supone nos hace troncharnos en 2012.

Un film que promete más risas de las que finalmente ofrece, se puede decir que todos los chistes de El canguro estaban condensados en su resultón trailer; que, a diferencia del de La sombra de la traición, al menos no spoilea nada y cumple su función de venderle la moto a sus incautos espectadores, que al salir de la sala ponen cara de que probablemente no valía la pena gastarse 6 euros y pico para esto. Y es que la película es muy predecible en su desarrollo, en su inevitable moralina y hasta en su intento de parecerse a Jo, qué noche en el kafkiano retrato del submundo nocturno de Manhattan, aunque claro, lejos de la intensidad pesadillesca de la de Scorsese. También Jonah Hill está más gracioso cuando hace de tímido o de canguro responsable -como en Todo sobre mi desmadre- que cuando se hace el guay como en esta The Sitter, menos salvaje de lo que se cree y más cercana por momentos a la ciencia-ficción involuntaria que a la comedia descerebrada y gamberra.

Criticoll

lunes, 14 de mayo de 2012

Johnny, la gente está muy loca

Sombras tenebrosas

TÍTULO ORIGINAL:”Dark Shadows” (2012). DIRECCIÓN: Tim Burton. REPARTO: Johnny Depp, Eva Green, Michelle Pfeiffer, Bella Heathcote, Helena Bonham Carter, Chlöe Grace Moretz, Jack Earle Haley, Johnny Lee Miller, Christopher Lee.

Sorprende la animadversión crítica tan generalizada que ha sufrido Sombras tenebrosas ya desde su preestreno, siendo desdeñado automáticamente como un título decepcionante e indigno de la filmografía burtoniana; como si ésta estuviera repleta de obras maestras y El planeta de los simios o Alicia… no hubieran existido nunca. Así, uno se encaminó al cine con bastantes reparos, la verdad, esperando encontrarse con algo parecido al desastre de Malick con The Tree Of Life, si se trataba de ver cómo se la pegaba un autor pretendiendo ser él mismo más que nunca. Pero lo cierto es que al salir de la sala mi primer pensamiento fue que esas reacciones tan airadas eran muy exageradas: cierto es que Dark Shadows no llega a la altura de Ed Wood o Eduardo Manostijeras, pero tampoco es como para rasgarse las vestiduras de esa forma.

Con Sombras tenebrosas estamos ante la típica película de Tim Burton, con sus elementos góticos y románticos, su humor negro y su Johnny Depp haciendo esta vez de vampiro, dentro de su ya amplia galería de personajes excéntricos. Un film que, afortunadamente, no es tan cómico como su equivocado trailer nos había vendido, y que al final sí respetaba la gravedad de la serie original. Y aunque no pasará a la historia, al menos sirve para que un servidor se congracie con el director de Burbank tras su poco maravilloso y sí muy fallido trabajo previo.

 Y es que Dark Shadows tiene bastantes elementos atractivos que poner en la balanza, como el arrebatador prólogo en el acantilado; los carismáticos personajes de Barnabas -Depp- o la bruja Angelique -la bella Eva Green, quien superó en el cásting a Anne Hathaway, Lindsay Lohan o Jennifer Lawrence-; el divertido choque de Barnabas con los años ’70 tras permanecer dos siglos encerrado en un ataúd; o ese nada disimulado homenaje a Michael Jackson, en la escena en la que el pálido vampiro pasea a plena luz del día por su pueblo, protegiéndose del sol por elementos tan característicos de Jacko como el sombrero y el paraguas negros, los guantes o el inevitable séquito de acompañantes. También resulta apropiado que Burton retome aquí uno de sus temas más recurrentes, como esa apología que suelen hacer sus protagonistas del grupo de outsiders al que pertenecen; ya sea el equipo de rodaje de Ed Wood, los monos desertores y los humanos fugados de El planeta de los simios o los decadentes Collins de este film. Con Johnny Depp emulando a su admirado Marlon Brando de El padrino y defendiendo los intereses de su familia a sangre -nunca mejor dicho- y fuego, prácticamente como si fuesen los Corleone. En el plano negativo, señalar que quizá su guión no desarrolle al final todas las posibilidades que se le intuían a esta historia, y que se le dé poca cancha a secundarios ilustres como Michelle Pfeiffer, Chlöe Moretz, Jackie Earle Haley o a la señorial presencia de Christopher Lee, aquí casi un extra con frase.

En definitiva, a falta de ideas frescas -y lo siguiente de Burton tampoco es muy original que digamos: la nueva versión de Frankenweenie-, buenos son remakes como éstos si son así de apañados. Y es que el autor de Sleepy Hollow se ha convertido, con la práctica, en todo un experto en el arte de adaptar relatos ajenos atrayéndolos a su particular universo, repintándolos con los colores de su estética gótica e invitando al espectador a aceptar lo extraño como normal.

Criticoll