domingo, 25 de marzo de 2012

Crónicas marcianas

Extraterrestre

TÍTULO ORIGINAL: “Extraterrestre” (2011). DIRECCIÓN Y GUIÓN: Nacho Vigalondo. REPARTO: Julián Villagrán, Michelle Jenner, Raúl Cimas, Carlos Areces, Miguel Noguera.

Tras visitar multitud de festivales por todo el mundo, el segundo largometraje de Nacho Vigalondo se ha hecho de rogar para su estreno en España. Pero en este caso, el tópico no se cumple y no se puede decir que la espera haya merecido la pena, ya que tras visionar Extraterrestre, la sensación más meridiana que le viene a uno a la hora de justificar tal demora es la vergüenza y el miedo de sus productores a que viéramos lo mala que es en realidad esta película.

En efecto, toda la brillantez que tenía Los cronocrímenes gracias a su inteligente uso de flash-backs y flash-forwards -que influyó incluso en los guionistas de Lost para desarrollar su quinta temporada-, se esfuma por completo en esta Extraterrestre, una presunta comedia y presunta cinta de ciencia-ficción que al final no resulta ni una cosa ni la otra. Y todo debido principalmente a su desafortunado guión, un libreto escrito por el propio Vigalondo que hace aguas por los cuatro costados. Y eso que la película no comienza mal, con unos primeros minutos interesantes que hacen presagiar, si no lo mejor, al menos otros derroteros muy distintos a los que luego nos abocará su historia. Pero una vez planteada la acción, poco a poco el espectador empieza a impacientarse en la butaca al ver que los sinsentidos se multiplican y que todo vale: con los protagonistas actuando y reaccionando como si decidieran su vida tirando una moneda al aire, sin lógica, por lo que las situaciones que nos plantea la trama devienen forzadas e irreales; con que el tan cacareado timing cómico que algunos críticos de postín han creído ver aquí no aparezca por ningún lado; con unos personajes antipáticos, poco trabajados y actores nada adecuados en sus roles -bueno, menos Carlos Areces, pero porque ya tiene bastante ensayado su papel de Carlos Areces-; o que se sucedan los bajones de ritmo, una mediocre puesta en escena y fallos de raccord -con la barba de Julián Villagrán apareciendo y desapareciendo de un plano a otro-… etc. Al final la sensación que se instala en la sala es la de aburrimiento y que da igual lo que pase a continuación, pero que se termine esto ya, por favor. Con decir que lo que uno desea a la hora de metraje es que los extraterrestres ataquen de una vez y se acabe tanta tontería… Para cuando por fin nuestras plegarias son escuchadas y se cumplen sus interminables 90 minutos, uno se siente aliviado y ni siquiera ese desenlace saqueado de Casablanca molesta tanto como debería. En fin, que parece que Vigalondo podría haber rodado un corto con esta historia antes que una película, porque la trama la verdad es que no daba para tanto. O mejor aún, no haber hecho nada y así ahorrarnos el disgusto.

Criticoll

lunes, 12 de marzo de 2012

Piensa en rojo

John Carter

TÍTULO ORIGINAL: “John Carter” (2012). DIRECTOR: Andrew Stanton. REPARTO: Taylor Kitsch, Lynn Collins, Willem Dafoe, Mark Strong, Samantha Morton, Ciarán Hinds, Dominic West, James Purefoy, Daryl Sabara, Polly Walker.

Antes de visionar John Carter y según las referencias de las que disponía, tenía previsto empezar el artículo diciendo: “se me ocurren bastantes cosas mejores que hacer en mi cumpleaños que ir al cine a ver John Carter”. Pero después de haberla visto… pues tampoco es que fuera un plan genial, la verdad, aunque al menos el resultado no es tan tan desastroso como habían apuntado los vaticinios más agoreros.

Y es que con John Carter estamos ante el típico film de aventuras Disney para toda la familia: un viejo proyecto, además, para el estudio del ratón Mickey -sus primeros intentos por adaptar la saga de Edgar Rice Burroughs datan de 1931- y que encima fue una influencia reconocida en su día para films como Star Wars o Avatar. Sin embargo, y a pesar de sus buenas intenciones, hay que reconocer que el resultado está más cerca de Flash Gordon, Dune o El señor de las bestias que de las cintas de Lucas y Cameron.

Mucha parte de culpa la tiene el hecho de que la película se empezarse a rodar sin un guión perfectamente cerrado, lo que llevó a constantes retrasos y re-filmaciones de escenas para tratar de darle cohesión al conjunto. Algo que fue repercutiendo poco a poco en su presupuesto hasta alcanzar esos excesivos 250 millones de dólares que no llegan a lucir ni por asomo en la gran pantalla. Pero la alarma de verdad surgió luego en los snake previews o pases previos entre espectadores escogidos al azar, que por lo visto se despacharon a gusto con la cinta en las tarjetas ésas donde escriben su opinión al acabar la proyección. A los ejecutivos Disney les entraron los sudores fríos al ver lo que se les venía encima: una mega-superproducción millonaria de un director -Andrew Stanton- hasta entonces dedicado a hacer largometrajes de dibujos; con un protagonista desconocido -Taylor Kitsch- que, según las críticas más crueles, tenía menos carisma que una rana; con un guión enrevesado, excesivo en duración o personajes; y con el run run de Hollywood de fondo diciendo que esa película iba a ser un fiasco. Lo que ha pasado al final ya es conocido: estreno mundial y simultáneo en todo el mundo con una gran campaña de publicidad -otros 100 millones de dólares- para tratar de salvar los muebles el primer fin de semana y que sea lo que Dios quiera…

Lo cierto es que John Carter tarda en arrancar y cuando por fin lo hace resulta una copia demasiado evidente de Avatar, cambiando la vegetación de Pandora por el desierto de Marte -bueno, de Barsoom- y a Sam Worthington por otro actor de similar sosería y apellido puñetero -Taylor Kitsch-, pero sin la garra, la fuerza visual o el demostrado saber hacer tras las cámaras de James Cameron. De hecho, hay una escena hacia el final en la que Carter aparece manchado por todo su cuerpo con la  sangre azul de una bestia marciana a la que termina de matar, y en la que sólo falta que salgan cartelitos y flechas señalándole y diciendo: eh, ahora se parece todavía más a Avatar, ¿a que sí? 

La película llega a provocar simpatía por la ingenuidad de su propuesta, y se beneficia de un final apañado que hace olvidar sus fallos de ritmo y escasa espectacularidad anteriores. Algo que deja un buen sabor de boca en espectadores poco exigentes, pero no en el ánimo de los ejecutivos Disney, que probablemente esperaban que su proyecto más veterano y gran apuesta en taquilla para 2012 transmitiera otras sensaciones más poderosas que las que finalmente produce. Quizá se consuelen pensando en que lo de James Purefoy es peor, ya que en sólo dos años ha pasado de encabezar proyectos de franquicia -frustrados- como Solomon Kane, a acabar de secundario prescindible en films similares como este John Carter; donde su personaje podría haberlo interpretado el mocho que hacía de pelo de Nicolas Cage en El aprendiz de Brujo y nadie habría notado la diferencia.

Criticoll

sábado, 10 de marzo de 2012

Cumpleaños feliz

10 de Marzo

Como hoy es mi cumpleaños quiero recordar la escena del sorteo de Contagio de Steven Soderbergh, en la que los nacidos el 10 de Marzo recibíamos una grata sorpresa. Una escena que se añade a otras míticas de mi veneración como el momento Marsellesa en el que Víctor Laszo -Paul Henreid- ponía patas arriba el Rick’s Café Americain de Bogart en Casablanca, el paseo en diligencia hasta el cementerio de Chris -Yul Brynner- y Vin -Steve McQueen- escoltando el ataúd de un indio con pocos amigos en el pueblo del principio de Los 7 magníficos; la conversión de Alvin York -Gary Cooper- con la canción en la iglesia tras ser alcanzado por un rayo en Sargento York; la mirada beatífica de Andy -Tim Robbins- contemplando a sus amigos reclusos disfrutando de unas cervezas en Cadena perpetua; todos los números musicales de Cantando bajo la lluvia; la tensión en el ambiente entre John Wayne y Lee Marvin por el bistec en el suelo de El hombre que mató a Liberty Valance; o cuando Will -Hugh Grant- sube al escenario en Un niño grande para ayudar a su joven amigo solo ante el peligro a interpretar Killing Me Softly.


Criticoll

domingo, 4 de marzo de 2012

REFLEXIONES TRAS LOS OSCARS

The Artist tuvo la última palabra

Gracias a Canal + y al P2P llevo unos años viendo la entrega de los Oscars con una semana de retraso. Aunque lo que me pierdo en emoción me lo ahorro en madrugones, cada año me da la sensación de que hay más politiqueo y menos merecimiento en los ganadores, comparados con sus ilustres predecesores del cine clásico. Y eso que muchos protagonistas de este año eran gente de toda la vida: Billy Crystal, Meryl Streep, Woody Allen, Christopher Plummer, Scorsese… incluso las dos triunfadoras -The Artist y La invención de Hugo- adoptaban la nostalgia del cine por bandera. No sé, igual es que me hago viejo.


Tras el rollo de la Alfombra Roja -que a mí me aburre bastante y sólo me interesa cuando hay algún freak dando la nota, como los directores de South Park travestidos aquella vez, o en esta Sacha Baron Cohen promocionando El Dictador-, llegó uno de los momentos más esperados en toda gala que presente Billy Crystal: el video de introducción, en el que Billy se mete en las películas nominadas e interactúa con los personajes como Pedro por su casa; sin que todavía sepa muy bien cómo rayos lo hacen. La verdad es que el video fue bueno, estuvo a la altura habitual a pesar de la presencia de pelmazos como George Clooney o Justin Bieber. Donde perdí un poco el hilo fue en la canción con las 9 nominadas, ya que la ausencia de subtítulos me hizo perderme chistes; pero debió ser gracioso porque Scorsese se río mucho. Luego ya no lo hizo tanto, aunque Hugo arramblara en los premios técnicos e incluso se llevase por delante a mis simios en los F/X.

Y hablando de videos, se echaron en falta montajes de calidad como los de antes, como aquel legendario de 1997 con la música de Dragonheart que recogía a las ganadoras de mejor película hasta El paciente inglés, o el de los westerns homosexuales del año del no-oscar a Brokeback Mountain, que supongo que hizo a John Wayne revolverse lo suyo en su tumba. Tampoco el video del Réquiem de este año fue muy brillante, ya que prácticamente prescindieron de los trozos de películas en favor de una foto por fallecido sobre fondo blanco, todo muy etéreo y minimalista pero que parecía una mala copia de lo que hacen en los Goyas -aunque a diferencia de éstos, el realizador mantuvo en cuadro toda la pantalla y no hizo zooms in / out de vez en cuando, todo un detalle para los miles de millones de espectadores que no estábamos en el Teatro Antes Conocido Como Kodak-. Y sí, también se cumplieron aquí las previsiones: no se acordaron de ningún español y la última en aparecer fue la gran Elizabeth Taylor, como no podía ser menos.



El momento más emocionante de la noche no fue la postura tan natural de Angelina Jolie al presentar los guiones, enseñando la raja de su falda y la famosa pierna con cuenta propia en twitter -parodiada por el cachondo colega calvo de Alexander Payne-, sino cuando Christopher Plummer subió a recoger el oscar al mejor actor secundario y se convirtió en el intérprete oscarizado de mayor edad  de la historia. El padre de la Honey Bunny de Pulp Fiction hizo un discurso emotivo recordando que llevaba ensayando su speech de agradecimiento desde que estaba en el vientre de su madre -sólo dos años después de la primera edición de los Oscars-, pero que a estas alturas, ay, ya lo había olvidado. Hombre, no fue como cuando Jack Palance se puso a hacer flexiones pero tuvo su punto. Lástima que su triunfo significara la derrota de Max Von Sydow, que también con 82 primaveras merecía así mismo recompensa a tan dilatada carrera -vale, salía en Dune, Druidas o Shutter Island, pero también en Evasión o victoria-. Supongo que tendrá que ponerse a la cola del honorífico a ver si se acuerdan de él antes de que sea demasiado tarde, como le pasó a Richard Widmark o a Thelma Ritter -si tuviera tanta pasta como Oprah Winfrey aún podría comprarse uno-.

En la película de animación perdieron Chico y Rita y con ello las posibilidades de que Javier Mariscal se convirtiera en el primer valenciano que ganara un Oscar, o de que Fernando Trueba declarase de nuevo su fe en Billy Wilder en el escenario; aunque éste al menos pudo ver mejor que nadie cómo Michel Hazanavicius le recogía luego el testigo por triplicado. Y todo por culpa de Rango, film en el que el equipo de Piratas del Caribe -con Gore Verbinski, Johnny Depp y Hans Zimmer a la cabeza- cambiaba el océano por el desierto pero sin mutar demasiado su espíritu paródico. Una película, por cierto, no muy para niños, porque… ¡menudos bichos más feos y desagradables que salen ahí, pardiez!

Tras los premios a la mejor actriz -Meryl I de Africa, que por fin se llevó el tercero-; actor -el francés Jean Dujardin, el de OSS 117, flipas- y director -Michel Hazanavicius, dejando a Scorsese con su cara habitual en los Oscars- le tocó el turno a la mejor película; galardón presentado por un juvenil Tom Cruise -hay rumores de que tiene un cienciólogo de nivel cero encerrado en el sótano de su casa que envejece por él- y que, tras un apañado video ¡por fin! que mezclaba imágenes de todas las nominadas, le dio la gloria a The Artist: la segunda película muda ganadora de la historia… 83 años después de la primera, además de ser en blanco y negro y francesa. Un hito sin precedentes y tan extraordinario –no creo que vuelva a pasar en la vida- que normal que le hayan dado a Harvey Weinstein la Legion d'Honneur. Pues eso, que ganó The Artist y como ya es una tradición -que para mí que empezó precisamente el año de Chicago-, todos los actores y el director de la película triunfadora subieron al escenario para arropar al productor Thomas Langmann y hacer bulto. Un detalle que le da color a la cosa pero que esta vez no quedó muy bien en el caso de Dujardin, quien, con las manos en los bolsillos y llevando a su inseparable Uggie de la correa, daba la sensación de ser un dominguero paseando al perro que se había acercado por allí a curiosear. Mucho más hábil el movimiento de veterana de Penélope Ann Miller, poniéndose detrás de Langmann y asegurándose su minuto de gloria para que se la viera bien en los planos medios de TV. Por cierto, al final fue falso el rumor de que Tom Cruise exigió primero abrir el sobre entre bastidores  para cerciorarse de que el oscar iba para The Artist del bajito productor galo, que más o menos debe medir lo mismo que Pablo Motos.

Y ahora lo mejor y lo peor de la gala:

Lo Mejor: Que por fin se atrevieran a darle el Oscar a una película diferente como The Artist -aunque fuera francesa- y no a la típica cinta prefabricada y olvidable; la vis cómica de Billy Crystal, Emma Stone y las chicas de La boda de mi mejor amiga; los panderos de Jennifer Lopez y Cameron Diaz, y la pierna de la Jolie; que Nick Nolte, George Clooney y El árbol de la vida se marcharan de vacío; y que, aunque fuese a través de Michelle Williams, que Marilyn Monroe estuviera por fin nominada a un Oscar.

Lo Peor: La cara embalsamada de Billy Crystal; gags poco afortunados como los de las caras pensantes, el de los Focus Groups o el que se marcaron Robert Downey Jr y Gwyneth Paltrow; la ausencia de montajes memorables de películas; que no ganara los f/x El origen del planeta de los simios o que, entre susto o muerte, lo hiciera la canción de Los Muppets -Los Teleñecos de toda la vida-; que Penélope Cruz se quedara sin decir esta vez ¡Albeeeeertooo! Y que otro año no me dieran ninguno a mí, snif.

Criticoll