La película tiene buena estrella y conecta con el público ya desde los créditos, en los que vemos a una sucesión de mujeres de armas tomar de la historia, como Salomé, Cleopatra, Isabel la Católica, Mata -Hari, Margaret Tatcher o Angela Merkel, ésta sin duda la foto mental de bruja que flota en el imaginario colectivo actual. Unas imágenes que resumen brillantemente el mensaje del film: las mujeres son en realidad las que cortan el bacalao, y los hombres, unos pobres peleles a su merced.
sábado, 26 de octubre de 2013
FIESTA DEL CINE Y OLÉ
La película tiene buena estrella y conecta con el público ya desde los créditos, en los que vemos a una sucesión de mujeres de armas tomar de la historia, como Salomé, Cleopatra, Isabel la Católica, Mata -Hari, Margaret Tatcher o Angela Merkel, ésta sin duda la foto mental de bruja que flota en el imaginario colectivo actual. Unas imágenes que resumen brillantemente el mensaje del film: las mujeres son en realidad las que cortan el bacalao, y los hombres, unos pobres peleles a su merced.
domingo, 14 de julio de 2013
ASTÉRIX Y COMPAÑÍA
La primera es la decepcionante Astérix y Obélix contra el César, dirigida en 1999 por Claude Zidi y con una notable presencia alemana en la producción, lo que explicaría su alarmante falta de gracia. La cinta más cara hasta ese momento del cine francés, con 42 millones de euros de presupuesto -nadie lo diría, viendo la cutrez del vestuario o el abuso de cartón piedra por doquier- y que no supone la adaptación literal de ninguna de las historietas originales, sino una mezcla de personajes y situaciones extraídas de El adivino, Astérix legionario, El caldero, La hoz de oro y Astérix y los godos, para pergeñar un guión sin chispa que no daría para mucho en una clase de Robert McKee, y que provoca varios suspiros y cambios de postura en el asiento a los mayores de 10 años.
(ACTUALIZADO A JULIO DE 2023)
Por primera vez en la saga, la trama es completamente original, al no estar basada en ninguna historieta previa. En esta ocasión nuestros amigos viajan a China para ayudar a
una emperatriz y a su hija a recuperar su reino -uno de los seis en los que estaba
dividida China en el 50 A.C.-, usurpado por unos traidores. La filmación iba a tener lugar en el país mandarín, pero al final debido a los múltiples permisos exigidos y a las trabas de la censura
-no se podían hacer chistes de osos panda, por ejemplo- se acabó rodando en la propia
Francia, en el Massif de Sancy del Macizo Central.
Con la baja de Gerard Depardieu aquí
tenemos un elenco completamente renovado, pues ya no repite nadie de las
películas anteriores, si bien a pesar del cambio de actor el estatus de Obélix se
mantiene al incluirse otra vez su nombre en el título,
algo que se ha convertido ya en norma. En esta ocasión es Gilles Lellouche el que
interpreta con solvencia el papel del repartidor de menhires, si bien la excesiva
fuerza que demuestra Obélix le hace parecer ahora una especie de Hulk. Incluso se
permite el lujo de tener un rollete con la china Wang Tah, la horma de su zapato a la hora de repartir leches -como
su propio nombre indica, Guantá- aunque su estilo de lucha sea el wuxia, rollo Tigre
y Dragón. En otro guiño hacia el personaje, la película incluye un flash-back
de cuando se cayó a la marmita de pequeño, si bien no es igual que en el libro de
1989 que narraba lo mismo, doy fe, yo lo tengo.
En principio Guillaume Canet,
además de dirigir, iba a interpretar a Julio César, pero no quería verse
emparejado de nuevo con Marion Cotillard para no cansar al público y evitar comparaciones
con otras películas, como la comedia Cosas de la edad (2017), así que al
final interpretó a Astérix. Canet no acaba de sentirse cómodo en el rol, componiendo
un personaje demasiado sombrío y taciturno, alguien insatisfecho con su vida que
fracasa en todo lo que intenta, ya sea un romance con la princesa china, ganar
una pelea sin recurrir a la poción o volverse vegano ¿? Tampoco queda noble que
le niegue un trago de poción a su enemigo íntimo Granodemaíz -Jonathan Cohen- en
la batalla final; el del cómic sí que le habría dado. Con su 1’78
m, Canet es el Astérix más alto de toda la franquicia, midiendo lo
mismo que Obélix-Lellouche, lo que estéticamente no queda muy lucido y apenas
logran disimularlo.
La película empieza bien, con bastantes guiños al cómic, pero progresivamente se va diluyendo en un humor demasiado infantil y con gags poco afortunados. Lo mejor de la función es el Julio César de Vincent Cassel, mordaz y de rostro anguloso que habría hecho las delicias de Goscinny & Uderzo, además de que Cassel cuente con bastantes conexiones con el universo Astérix: su exmujer Monica Belluci fue Cleopatra en la segunda -y mejor- película de la saga, su padre Jean Pierre el Panorámix de la tercera, y el propio Vincent fue el modelo para el personaje de Maccabeo en el cuaderno Astérix y los pictos. La contribución hispana corre a cargo de José García, actor francés hijo de españoles y que encarna a Biopix, biógrafo -con acento gallego en el doblaje- de Julio César, y que recuerda en su servilismo al señor Beauchamp de Sin perdón (1992). También destacan la fotografía y los efectos especiales, y el gag con las palomas mensajeras y el ruidico rollo Twitter o wasap cuando llega una trayendo un mensaje. A cambio, se nota la mano de Netflix en el peaje a pagar en el guión al acentuarse el feminismo y women power o en el irritante veganismo de Astérix.
En fin, la película más costosa
de la franquicia -65 millones de euros-, y con la que Canet ansiaba alcanzar las
cotas de Astérix y Obélix: Misión Cleopatra, su modelo a seguir. Pero al
final se quedó a medio camino tanto en calidad artística como en taquilla, pues
tras su estreno en febrero de 2023 sólo recaudó 39 millones en su mercado
principal, Europa. Convirtiéndose así en la avanzadilla de un curioso fenómeno que
están padeciendo varios blockbusters en los cines en este verano de 2023:
la gente ya no va a las salas como antes de la pandemia, pero estas megapelículas
no abaratan sus costes de producción, con lo que no hay forma de recuperar la
inversión.
sábado, 30 de marzo de 2013
RESUMEN DE 2012 (y IV): LOS NOTABLES
Hace unos años, en el Cinema Jove de 2005 tuve la oportunidad de ver Pusher II, una película danesa de la que nada sabía pero que me sorprendió gratamente. Se trataba de un thriller ambientado en Copenhague y protagonizado por Tonny -Mads Mikkelsen, el malo de Casino Royale- un camello de poca monta que trataba de regenerarse al salir de la cárcel, pero que pronto comprendía que lo iba a tener difícil rodeado como estaba de drogadictos, miseria y mafiosos de baja estofa. Un film distinto a la típica cinta aburrida de festival y en la que su director -un tal Nicolas Winding Refn- demostraba trazas de buen cineasta, con un vigor y un estilo parecido al del joven Scorsese y que me hizo preguntarme si alguien habría visto su película en Hollywood.
miércoles, 27 de febrero de 2013
OSCARS 2012
Precisamente Skyfall fue una de las protagonistas de la noche al hacer historia y convertirse en la tercera película de la franquicia James Bond en ganar Oscars -Goldfinger y Operación Trueno recibieron uno cada una en 1964 y 1965, respectivamente-. De hecho es la primera de la saga en alcanzar 2 estatuillas gracias a la brillante canción de Adele y a los mejores efectos de sonido, compartidos ex aequo con La noche más oscura, la sexta vez en la historia de los Oscars en los que hubo un empate y dos ganadoras en la misma categoría. La Academia quiso homenajear a 007 así mismo con un video conmemorativo por sus 50 años en el cine, coronado por la aparición estelar de Shirley Bassey cantando en directo la mítica Goldfinger. Digo yo que también habría sido un buen detalle incluir a Skyfall en la decena de nominadas al Oscar, la ocasión lo merecía… Nueve es un número raro para cerrar una categoría y la película tenía calidad de sobra para no haber levantado sospechas. Bueno, al menos en 2062 puede que llamen a Adele para que interprete el tema de Skyfall en el 100 aniversario del personaje.
Llegados a este punto hay que hablar de la película más oscarizada de la noche, que no fue otra que la sobrevalorada La vida de Pi con cuatro: banda sonora, efectos visuales, fotografía -para el chileno Claudio Miranda- y director; un Ang Lee que empataba así con Frank Borzage y George Stevens al ganar por segunda vez el Oscar al mejor director por una cinta que al final no lograba el de mejor película. Otra más y le iguala el récord a John Ford, que lo hizo en 3 de sus 4 Oscars. Precisamente, la estatuilla al mejor director fue el centro de la polémica este año, ya que el premio para Ang Lee tenía que haber sido en realidad para Ben Affleck, pero, es que… no estaba nominado ¿? porque, como dijo Seth McFarlaine, la academia la había cagado y lo sabía. Así pues, con Affleck fuera, ¿a qué director darle el Oscar? Los académicos tiraron por lo fácil, y para no otorgárselo a Spielberg por la densa y aburrida Lincoln -además de por la ancestral tirria que le tienen desde El color púrpura-, ni al europeo Haneke -ya tenía bastante con el de película extranjera-, ni a David O’ Russell o Benh Zeitlin -estamos de coña, ¿no?- el único que fría y objetivamente podía ganar era Ang Lee, con la coartada además de dirigir la película más oscarizada del año y de tener un prestigio por haber ganado ya la estatuilla. La standing ovation ante el taiwanés maquilló todas estas maquinaciones de pasillo, como si su Oscar fuera lo más lógico y merecido del mundo…
La chapuza de la Academia al no nominar a Ben Affleck como director.