sábado, 15 de diciembre de 2012

Bond 23

Skyfall

TÍTULO ORIGINAL: “Skyfall” (2012). DIRECTOR: Sam Mendes. REPARTO: Daniel Craig, Judi Dench, Javier Bardem, Ralph Fiennes, Rory Kinnear, Naomi Harris, Bérénice Marlohe, Ben Whishaw, Ola Rapace, Albert Finney.

Tengo un problema con Daniel Craig, y es que la primera vez que lo vi fue en una película llamada Some Voices (2000), un drama inglés sobre un camarero que de repente debía convertirse en niñera de su hermano pequeño, un tipo con un ligero retraso que no paraba de meterse en líos… y que no era otro que Daniel con pelo largo. Cada vez que lo veo corriendo, peleando, seduciendo a alguna TB o salvando al mundo como James Bond, me viene a la cabeza aquel personaje y me cuesta mucho creérmelo. Sin embargo, hay que reconocer que en Skyfall ya le ha cogido el punto al agente secreto, y que gracias a eso y a los fichajes ilustres realizados para la ocasión, esta es sin duda la mejor de las tres películas que ha hecho como 007.

Unos fichajes que pasan, en principio, por un director de prestigio y oscarizado -Sam Mendes-, algo inédito tras tantos años de artesanos aplicados como Young, Hamilton, Glen o Campbell. O del retorno del director de 2ª unidad Alexander Witt y del montador Stuart Baird -presentes en Casino Royale, ausentes en la confusa Quantum of Solace-; y del operador de los Coen, Roger Deakins, que debuta aquí en el universo Bond para dotar a la película de un look ciertamente fascinante. En cuanto al reparto, otro gran activo del film es la presencia de un antiguo conocido de Deakins en No es país para viejos, es decir, Javier Bardem. Un Bardem que interpreta con su calidad habitual a Raoul Silva, el villano de turno, y que, aunque tarda más de una hora larga en salir, cuando por fin lo hace la verdad es que es a lo grande: para marcarse un monólogo en plano secuencia mientras camina que empieza en Plano General y acaba en Primer Plano suyo y que parece fácil cuando se ve, pero que seguro que lo repitieron unas cuantas veces. Un personaje inquietante -hay que verla en v.o., la voz de Rafael Calvo del doblaje no le pega- y que resulta un compendio-homenaje a malvados míticos de la saga: con los ojos rasgados como el Dr No; rubio como el Max Zorin de Christopher Walken; con dentadura metálica a lo Tiburón; ex -agente del MI6 igual que el Sean Bean de Goldeneye, y en fin, con tendencias megalómanas como mandan los cánones. Un individuo con el que uno puede llegar a simpatizar o sentir lástima al contar con buenas razones para ser tan rencoroso con M -Judi Dench-… Una M que aquí se asemeja a la figura capital de una tragedia shakespeariana, con Silva y Bond como sus desconcertados hijos que, por distintas razones, no acaban de entender por qué su madre fue tan dura e injusta con ellos en el pasado. Una culpa que M reconoce, en el fondo, tras su fachada inflexible, y que la prepara para aceptar el mal karma derivado de sus acciones. Eso por no hablar de cómo se aferra con uñas y dientes a su puesto cuando ve asomar las orejas a la jubilación… Y es que la confianza traicionada y el recambio de lo viejo por lo nuevo son los dos grandes temas de la película. Un renovarse o morir que la serie tiene muy asumida desde Casino Royale (2005), con aquel shock que significó para algunos que a Bond ya no le importase el Martini con vodka mezclado o agitado. Pues aquí se añaden otras muescas a la desmitificación, como que el nuevo Q -Ben Whishaw- sea un imberbe que se burla de la extravagancia de gadgets anteriores, o que Bond pierda su puntería, fracase en una misión y sea criticado por viejo como agente de campo. Algo de lo que Craig se ha quejado en realidad, ya que a sus 44 tacos no se ve en muchas más cintas de 007 más allá de las dos que tiene firmadas… y eso que Roger Moore a sus años aún no había hecho ni la primera. Sin embargo, Skyfall también conmemora los 50 años de James Bond en el cine, por lo que Bárbara Broccoli y Michael G. Wilson -que han visto El gatopardo-, saben que tampoco hay que pasarse con los cambios, ya que la longevidad de la franquicia se debe en realidad a esos guiños clásicos tan reconocibles por los fans. Así, aquí tenemos de nuevo a Craig en un casino diciendo aquello de Bond, James Bond; la aparición de un escenario tan familiar como el Estambul de Desde Rusia con amor; del legendario Aston Martin; de la futura Moneypenny; de la recuperación de los orígenes escoceses del personaje, o de, por primera vez en la era Craig, de la icónica imagen de 007 andando y disparando desde dentro del cañón. Unos homenajes perfectamente integrados en el guión escrito a seis manos por Neil Purvis, Roger Wade y John Logan, y que aparca -de momento y gracias- la farragosa trama de la organización Quantum. Aunque también haya cosas que me chirriaron de la historia, pequeños detalles tontos como que Bond deje que se carguen a varios inocentes -como el que quería comprar el cuadro en Shanghai-, o que la avanzadilla de doce mercenarios que van a por 007 y M a la casa de campo escocesa, pasen por al lado del Aston Martin y no le hagan nada, ni siquiera pincharle las ruedas o un triste rasguño en la carrocería. Pues vaya mierda de sicarios, normal que acaben todos palmando, si eso se aprende en primero de Malotes… Menos mal que luego Silva salva el honor y deja el pobre coche hecho unos zorros. Algo que enerva sobremanera a su dueño, que no dudará en echar mano de su licencia para matar como represalia; mejor excusa que esa…

Eso sí, al salir del cine silbando alegremente la musiquilla de Monty Norman, enseguida se me fue la emoción al perder el autobús en las mismas narices, algo que a 007 nunca le habría pasado, GRRR. Pues eso, que mientras me quedaba en la parada  refunfuñando, pensé en Bond y en la forma tan original que tenía de subirse al metro, y llegué a la conclusión de que Daniel Craig aún no está tan mayor para no seguir haciendo el papel, después de todo.

Criticoll

jueves, 6 de diciembre de 2012

Tigre y dramón

La vida de Pi


TÍTULO ORIGINAL:”Life of Pi” (2012). DIRECTOR: Ang Lee. REPARTO: Suraj Sharma, Rifan Khan, Tabu, Rafe Spall, Gérard Depardieu.

Cuando Ang Lee acierta es capaz de lo mejor, como en Sentido y sensibilidad: una deliciosa adaptación de Jane Austen en la que demostró su buen hacer en la campiña inglesa como discípulo aventajado de Ivory; o en Brokeback Mountain, la notable película de amor homosexual que aupó al estrellato al malogrado Heath Ledger, y que por su atrevimiento fue boicoteada por los académicos en los Oscars de 2005 en beneficio de Crash. Pero cuando falla… en fin, ahí están Hulk o la sobrevalorada Tigre y Dragón para el que quiera recordarlo; yo paso, gracias. Sin embargo, con La vida de Pi el taiwanés parece haberse quedado a medio camino de ambos extremos, ya que si bien no se puede decir que sea un error o una mala película, tampoco se contará entre sus films más destacados, más allá de la espectacularidad de sus imágenes infográficas o de su feroz promoción, que nos la ha vendido como el milagro cinematográfico del año, y... ni mucho menos. La película está basada en un best-seller del franco-canadiense Yann Martel -nacido en Salamanca ¿?- y, como el libro, está narrada en forma de  flash-back. Así que ya empezamos mal, amigo Ang… vaya suspense si sabemos que el protagonista sobrevive... Bueno, como nos dice el título, el asunto va sobre la vida de Pi, un hombre indio de mediana edad que le relata a un periodista el hecho más extraordinario de su existencia: cuando el barco que lo llevaba a Canadá de adolescente se hundió, teniendo que compartir un bote salvavidas durante meses con un tigre de bengala hecho por ordenador. Este último dato no es gratuito, ya que el libro de Martel le rondaba por la cabeza a Lee desde 2003, cuando todavía no se habían desarrollado los medios técnicos necesarios para hacer creíbles las escenas entre un felino CGI y un actor humano. Pero tras los avances tecnológicos de Avatar, parece como si todo lo que puede ser imaginado pudiera ser filmado -como profetizaba Kubrick-, así que ya tenemos aquí a Pi y a Richard Parker compartiendo plano y peleando por sus vidas como si nada.

Hay que decir que la película no acaba de tener muy claro el tipo de público al que va destinada, ya que su tufillo espiritual tan remarcado atraerá a los espectadores más new age, pero, por otro lado, la aparición de tantos animalitos y la blancura de su mensaje la hacen también apetecible como cinta distrae-niños. Lo cierto es que, ya se pertenezca a un grupo u otro -o a ninguno-, a nadie se le escapa que el film tarda bastante en arrancar; ya que por lo menos hasta los 40 minutos de metraje no embarca para América el muchacho, siendo sus peripecias de antes de la travesía un poco aburridas. Pero es que una vez en remojo, más allá de la brillantez de sus efectos visuales, a mí personalmente me dio la impresión de que la aventura en el océano tampoco llega a ser tan épica o extrema como prometía, no sé; quizá porque Pi se agencia pronto el manual de supervivencia del bote y demuestra ser más mañoso que MacGyver. OJO, ALGÚN SPOILER A PARTIR DE AQUÍ. Y cuando llegan a la isla… bueno, que el chico retorna a la mar porque lo ponía en el guión, pero ya me dirás tú si te vas a volver a un bote de remos junto a un tigre después de estar durante meses anhelando encontrar tierra firme. En cuanto a lo del giro final de la segunda historia, decir que queda raro y no está muy bien expuesto, ya que Lee prefiere mostrarnos todo el rato el plano del joven en el hospital mientras lo cuenta en lugar de ilustrar lo narrado con otro socorrido flash-back. Para quien dude sobre cuál de las dos versiones es la real… bueno, queda ambiguo, pero para mí está claro desde el sentido común y la emoción de Pi al rememorar una y otra. Una argucia de guión algo forzada pero que probablemente fue lo que más atrajo a M. Night Shyamalan cuando se hablaba de que sería él quien adaptaría esta historia al cine. Al final no fue el hindú, ni Alfonso Cuarón, ni Jean-Pierre Jeunet, sino Ang Lee, que abarató costes rodando en su país natal y que con este largo añade un nuevo título a su ecléctica filmografía. En la que ya sólo parece faltarle una cinta de terror adolescente, una película sobre la Guerra Civil Española o alguna comedieta con Adam Sandler.

Criticoll