jueves, 26 de febrero de 2015

OSCARS 2014

¡QUE BIRDMAN MÉXICO!

El triunfo de Birdman sobre Boyhood en los Oscars 2014 nos ahorró muchos otros titulares facilones, relacionando en esta ocasión la película de Richard Linklater con la ganadora del año pasado -12 años de esclavitud-, ya que ese fue el tiempo que se tardó en rodar el sobrevalorado film del texano, gran derrotado de la noche. También los escépticos -como yo- que pensaban que otro director mexicano no podría repetir victoria tras lo de Cuarón el año pasado tuvimos que callarnos, ya que ganó Alejandro G. Iñárritu y la racha sigue: desde 2009 que no se lleva el premio un director USA -bueno, directora, que fue Katryn Bigelow-. Tampoco acertaron los amantes de las reglas no escritas de los Oscars, como esa que dice que si un film no está nominado al mejor montaje no puede ganar el de mejor película, algo que iba a misa desde Gente corriente en 1980. Pues Birdman rompió el maleficio y, a pesar de simular ser un plano secuencia continuo, yo sí que la habría nominado al montaje, porque sus cortes entre secuencias estaban muy bien disfrazados.


La ceremonia tuvo su preámbulo en la habitual Alfombra Roja, otra vez lloviendo sobre L.A. ¿? y donde destacó ese John Travolta ebrio arrimándose al caloret de una Scarlett Johansson poco receptiva a sus efusivas muestras de afecto. Aunque si alguien la rompió en la alfombra esa fue Jessica Chastain, bellísima en su nuevo rol de ejem, hermana de Cristina Hendricks...


Ya una vez dentro del Dolby Theater, la gala empezó con la bienvenida de Neil Patrick Harris, debutante en los Oscars como presentador después de hacer méritos en faenas similares en los Tonys y los Emmys. Pero, inesperadamente, y a pesar de las buenas expectativas creadas, el médico precoz decepcionó como host y terminó demostrando que la gala le venía algo grande. A ver, su númerito musical del principio fue aceptable -excepto para los que no hubieran visto Perdida, pues Anna Kendrick soltó un buen spoiler- pero después en su soso monólogo introductorio ya se vio que la sombra de Billy Crystal iba a ser muy alargada.  Y es que Harris fue breve y poco brillante, y tuvo que remarcar que ya había acabado su speech para que le aplaudieran, reconociendo lastimeramente que su parlamento sí que era gracioso sobre el papel. El problema de Neil fue que ni siquiera él confiaba en sus chistes, y cuando soltaba uno se quedaba como asustado mirando al público, cual perrillo desvalido en busca de aprobación, y sólo reía cuando comprobaba que a la gente sí le había gustado. Como muestra un botón: el que en teoría era su mejor gag de la noche -la parodia de Birdman, apareciendo en calzoncillos sobre el escenario- se malogró por la falta de un buen punchline, un comentario gracioso que sirviera como remate.


Lo mejor de Neil Patrick Harris fue cuando pudo lucir sus habilidades de mago amateur: al principio de la noche metió sus predicciones en un maletín y éste dentro de una urna sellada en un rincón del escenario, para ser abierta sólo al final de la gala, y le dijo a Octavia Spencer que no le quitara los ojos de encima, para que nadie lo abriera y tal. Casi al final, antes del premio a la mejor película, Neil abrió el maletín y sacó un sobre desplegable donde estaban escritas algunas de las anécdotas que efectivamente habían sucedido esa noche: el consejo de J.K. Simmons de llamar a los padres, la emoción de Terrence Howard al presentar The Imitation Game ¿?, el sobe de John Travolta con Idina Menzel, o el nombre de varios ganadores, como Iñárritu, el Chivo Lubezki, Redmayne, etc; algo parecido a lo que hizo Dani Rovira en los Goya, vamos. Entonces...  ¿¿Sería que algún guionista de Harris vio nuestra gala y se copiaron?? Vaya, vaya... Pues ya puestos, haber plagiado lo del minuto rápido de agradecimientos de Rovira, eso sí que moló. Al menos, los fans de American Horror Story 4 -Freak Show- debieron sonreír cómplices con Harris en ese momento urna, y si Jessica Lange o Kathy Bates hubieran estado nominadas a algo, habría habido un plano inserto de ellas fijo.

Para terminar con el pobre Patrick Harris y no ser tan duros con él -tiene cara de buen chaval y todo-, decir que tuvo una intervención inspirada cuando le preguntó a Robert Duvall si había visto a alguien tocar la urna y éste no le hizo ni caso, y entonces improvisó y le dijo a Eddie Redmayne que despertara a Duvall cada 5 minutos... ésa sí fue una buena réplica, a la altura de Crystal o Steve Martin.

Hablando ya de los Oscars, y como es tradición, el primero de la noche en entregarse fue el de actor o actriz  secundari@, en este caso, el cantado -o mejor dicho, baqueteado- para J.K. Simmons por su temible profesor de batería en la indie Whiplash: el film sorpresa de la noche, que también se llevó a casa los premios de mejor montaje y sonido.

A continuación, Everything is Awesome, la jovial canción de La Lego película -muy comentada su exclusión como film animado- llevó la fiesta y el jolgorio a la gala, rollo Pharrel Williams del año pasado con Happy, y además sirvió para que se repartieran unas estatuillas del Oscar hechas de LEGO que lego dieron mucho juego, como cuando Emma Stone la mostró a cámara con penilla, como reconociendo ante el mundo que no tenía nada que hacer frente a la madre coraje de Boyhood. Una Patricia Arquette que salvó el honor de su film y que me alegré de que ganara, joer, aparte de ser lo mejor de esa película, por ser mi gran musa de los '90. Además, su discurso fue uno de los momentos álgidos de la noche, al reivindicar con acierto la igualdad de salarios para las actrices respecto de los actores. Algo muy jaleado, por otra parte, por las mileuristas Meryl Streep y Jennifer López, como luego destacó irónicamente Harris al abrir el maletín.















Es bastante irónico así mismo que el acto donde se entreguen los Oscars Honoríficos se llame "El baile del gobernador", cuando los artistas galardonados en él sean ancianos con pocas fuerzas ya para esos trotes. Pero bueno, nunca es tarde para reparar olvidos imperdonables. Los premiados este año fueron la mítica Maureen O'Hara -que nunca fue nominada-, Hayao Miyazaki -que ya ganó uno por El viaje de Chihiro-, el guionista francés Jean Claude Carriere -pusieron la foto de El banquete de los genios, en la que aparece con Buñuel, Hitchcock, Wilder, Wyler, Cukor, Stevens, etc- y Harry Belafonte, a quien se le otorgó el Oscar especial Jean Hersholt por su trayectoria de labor humanitaria; normal, si es Piscis.

La película extranjera fue por primera vez para un film polaco: Ida, de Pawel Pawlikowski, que subió y no le dejaron decir casi nada, le pusieron la música enseguida. La verdad es que el director de la orquesta demostró bastante poco tacto ante tamaño hito para Polonia: debía ser Ultrasur y estaría pensando aquello de "es polaco el que no bote, eh, eh". Pues para lo poco que dijo el muchacho, estuvo muy bien: que la vida daba muchas vueltas, porque había pasado de rodar un film en blanco y negro en un silencioso convento polaco, a estar en el epicentro ruidoso del cine y de la atención mundial: ¡nada menos que en el escenario del Dolby Theater la noche de los Oscars!

Tras los merecidos Oscars a los F/X -Interstellar- y fotografía -Birdman- llegó el momento In Memoriam en el que Meryl Streep recordó a los artistas fallecidos del año, dando paso a un montaje algo cutre y minimalista que consistía en una foto de cada uno pasada por el filtro ese de Photoshop que le da un aspecto de pintura al óleo. No sé, a mí me gustaba más cuando cogían videos. Al menos así no hay excusa para justificar omisiones de gente que se muere demasiado cerca de la fecha de la ceremonia y es más fácil meterlos, como pasó con Louis Jourdan, desaparecido sólo unos días antes. Junto a Jourdan desfilaron nombres como los de Mickey Rooney, James Garner, Anita Ekberg, Virna Lisi, Gordon Willis, Richard Attenborough, Robin Williams -no fue el último, quizá para ser políticamente correctos-, Rod Taylor, Luise Rainer, Lauren Bacall, Eli Wallach, Gabriel García Márquez, Bob Hoskins y Mike Nichols. Luego Jennifer Hudson cantó una canción en recuerdo.


El highlight de la velada fue la interpretación de Glory, la oscarizada canción de la película Selma a cargo de John Legend y el rapero Common, viejo conocido de los fans de la serie Hell On Wheels. Su actuación arrancó la standing ovation de la noche -hasta Harris les coronó oficiosamente como MVPs- y produjo lagrimones a gentes tan diversas como a David Oyelowo, a la productora del film Oprah Winfrey -a la que no le hizo mucha gracia que se le recordara que es megarrica- o al WASP Chris Pine, que tenía un buen sofoco. El título de Selma no tenía nada que ver con Los Simpson sino que aludía a la ciudad de Alabama donde Martin Luther King inició su lucha por los Derechos Civiles, y cuya muerte provocó la suspensión durante 4 días de los Oscars en 1968, como bien apuntó Octavia Spencer; en un momento que debió aprovechar Neil Patrick Harris para darle el cambiazo al maletín, si no lo hizo en los anuncios, rollo el Mago Blake... Por cierto, que a mí no me gustó mucho la canción ésta que ganó, era una mezcla extraña de salmo y rap. El Oscar lo entregaron John Travolta y una tal Idina Menzel, que se vengó de que John dijera mal su nombre el año pasado, cuando salió a cantar la canción de Frozen. Aquí pasó una cosa que me sacó de dudas sobre algo que últimamente me inquietaba: que si ahora cuando se nombran los nominados a un Oscar, los leen en directo o ese audio ya está pregrabado. Es que mientras los dicen siempre salen en pantalla las imágenes de los films nominados, ya no se les ve leer nunca a los presentadores, y no conozco aún a nadie que haya estado allí en directo para poder confirmármelo. Pero bueno, digo que me sacó de dudas porque Travolta -que seguía con el caloret y no paraba de acariciarle la cara a su partenaire- iba a decir los nominados y la chica lo detuvo, como diciéndole: para el carro, que ya están grabados con mi voz, no con la tuya, y va a sonar raro... Por lo que deduje que sí que estarían ya grabados. Yo ya lo sospechaba porque el tono de voz suele ser distinto: a veces alguien tiene un tono alegre antes de empezar a leer y al segundo siguiente la voz les sale super seria, y además nunca se equivocan. Esto de pregrabar la voz no siempre fue así,  antes sí que se les veía leer a los presentadores de turno -recuerdo al pobre Jimmy Stewart sufriendo para atisbar en el telepromter los nominados al mejor sonido de 1988, o a Anthony Hopkins poniéndose varios años las gafas-. Yo creo que debió instaurarse a partir de 1993, cuando Paul Newman salió a presentar la mejor fotografía y entre que los videos pasaron rápidos y que se emparró, no nombró a la mitad de los nominados, y éstos luego se quejaron. Normal, ninguno era Meryl Streep y probablemente no iban a volver a oír jamás su nombre en los Oscars.


A quien tampoco podremos volver a oír cantar es a Julie Andrews, a la que una defectuosa operación en las cuerdas vocales en 1998 dejó su voz bastante maltrecha. Es por ello que la Academia tuvo que echarle imaginación para encontrarle una sustituta en el homenaje musical a Sonrisas y lágrimas, de la que se cumplían 50 años de su estreno. La elegida fue Lady Gaga, quien, contra todo pronóstico, se olvidó de sus mamarrachadas -o de los guantes rojos de fregar con los que apareció en el Photo Call- y cumplió con nota al regalarnos una actuación sobresaliente y mimética de la voz de la Andrews con las canciones de Rodgers & Hammerstein. Normal que la Andrews se fundiera con ella en un sincero y emocionado abrazo después de su gran interpretación. Todo seguido, la actriz de Mary Poppins leyó los nominados a la mejor banda sonora, que fue para el francés Alexandre Desplat por El Gran Hotel Budapest, quien también competía contra sí mismo por la música de Imitation Game. El film de Wes Anderson empató a la chita callando con Birdman como film más oscarizado de la noche, al hacerse además con los galardones de vestuario, dirección artística y maquillaje.

También volvió Eddie Murphy a los Oscars, olvidada ya su espantada el año de Dreamgirls - nominado como secundario, se largó a mitad porque sabía que no ganaba-, que dio la estatuilla al mejor guión original para Birdman, obra de Alejandro González Iñárritu y otros tres guionistas. El mexicano, muy criticado en los Globos de Oro por no dejar hablar a ninguno de sus compañeros premiados, aquí se cortó un poco y al menos les dejó los segundos de la basura, aunque me dio la impresión de que tanta crítica era injusta, porque hay que ver qué siesos que eran los otros, limitándose a enumerar los nombres de sus seres queridos y hasta del perro.

Ya solo quedaban los cuatro premios gordos y el encargado de anunciar el primero fue Ben Affleck, que presentó el de mejor director quizá en desagravio cuando hace dos años ni siquiera lo nominaron por Argo. Esto impidió que Alfonso Cuarón le pasara el testigo a Iñárritu; demasiados mexicanos juntos, pensaría la Academia. El director de Birdman subió al escenario por segunda vez y se acordó de la otra mitad de la humanidad a la que todavía no le había agradecido un Oscar, mientras su cerebro procesaba el momento en slow motion, según dijo.



El siguiente fue el de mejor actor, presentado por Cate Blanchett y que fue a parar fastidiosamente al Eddie Redmayne-Stephen Hawking de La teoría del todo. Redmaye subió al escenario como si no hubiera un mañana o no se lo esperase ¿? aún después del Bafta o el Globo de Oro... -¿cómo habría reaccionado Steve Carrell entonces?-, tal vez poseído aún por el espíritu de Hawking, con espasmos y caretos muy extraños de la emoción, lo que recordó a lo de Dustin Hoffman en 1988, que también hizo lo mismo cuando recogió su Oscar por Rain Man, seguir metido en el papel. Más de uno seguro que se arrepintió entonces de haber votado a Hoffman, dirían: coño, pero si este tío es así de verdad, no estaba interpretando... Al menos Eddie se acordó de los enfermos de ELA, como luego Julianne Moore de los que sufren Alzheimer, claro. Total, que al final Michael Keaton se quedó injustamente sin estatuilla porque se volvió a cumplir el tópico ese del que se burlaban en Tropic Thunder: si haces de tonto o paralítico, Oscar seguro. No sé, deberían crear una categoría alternativa a la mejor interpretación de enfermo patrocinada por la OMS o un algo, y no hacer estas cosas. Keaton se merecía la estatuilla bastante más que Redmayne, que prácticamente se limitaba a estar sentado todo el rato y a torcer la boca; eclipsado encima por el trabajo de su compañera Felicity Jones y con la sensación al final de que su papel era más secundario que principal.


Sorprendió que el Oscar a la mejor actriz fuera el penúltimo que se daba, cuando era el más cantado de la noche. Al contrario que la veloz Cate Blanchett con los actores -casi no dio tiempo a que pusieran en pantalla el plano de los 5 nominados, galana- Matthew McConaughey intentó crear un suspense donde no lo había y se esperó lo suyo para pronunciar el nombre de la ganadora, que no era otro que el de la archifavorita Julianne Moore. La cougar pelirroja de Siempre Alice consiguió el Oscar a la cuarta y le dedicó el premio a su joven marido con la esperanza de vivir cinco años más, como aseguran las estadísticas que hacen los que ganan un Oscar. Esperemos que no se divorcie con el tiempo y le pase lo mismo que a Halle Berry o Sandra Bullock, que también se centraron en los agradecimientos en sus parejas de entonces y luego acabaron a la greña con ellos, con efectos secundarios como no poder volver a ver los videos de sus Oscars sin que les entre amargura. Bueno, después de todo, quizá estuvo bien lo de mejor actriz el penúltimo, porque ya se olerían que ganaba Redmayne y prefieron no ponerlo de anticlímax justo antes del Oscar final a Birdman
Un premio que presentó Sean Penn con sus habituales malas pulgas y que recompensaba por tercera vez en la noche a su director de 21 Gramos. Entonces subieron al escenario Alejandro G. -nadie decía lo de González- Iñarritu y el resto de su equipo, como ya es costumbre en la ceremonia. El mexicano tomó la palabra al principio, pero luego quiso espantar su fama de divo dándole la oportunidad de hablar a los otros productores, de los cuales uno no quiso y el otro le interrumpió a traición para decir no se qué de sus mujer y sus hijos. También se acercó al micro Michael Keaton -el vencedor moral de la noche- para recordarle a los que no le habían votado lo buen actor que era, al declarar poco menos que le daba igual su derrota, y que se lo estaba pasando muy bien, snif... Iñárritu retomó la palabra al final para reivindicar a sus compatriotas mexicanos, tanto los que estaban en México -para que consiguieran el gobierno que se merecían-, como a los que viven en Estados Unidos -para que los tratasen con respeto-; ya que en teoría USA es el país de la inmigración por antonomasia. Después de este conmovedor clímax hispano, Neil Patrick Harris se contagió y se despidió de su público con un efusivo "Buenas noches everyone", que supongo que hizo despertarse a Robert Duvall. Fin.


Lo mejor:

Jessica Chastain y Zoe Saldana ;P
La sorpresa de Lady Gaga cantado con el mismo timbre que Julie Andrews las canciones de Sonrisas y lágrimas. No me imagino a Katy Perry o Miley Cyrus haciendo lo mismo.
Las Lego estatuillas de consolación. Las podían repartir todos los años.



Lo peor:

Que se perpetúe el tópico de que si haces de paralítico, enfermo o disminuido -y encima eres británico- tienes muchas posibilidades de ganar el Oscar.
El caloret o la fiebre del domingo noche de John Travolta, relegado ya a ser el clown oficial de la gala.
Los spoilers relacionados  con Perdida: Anna Kendrick soltó uno en la canción del principio, y había otro en el clip elegido para presentar a Rosamund Pike como mejor actriz. Menos mal que ya la había visto...



Criticoll