domingo, 28 de abril de 2024

LAS PELÍCULAS DE LOS OSCARS 2023

 

Un repaso a los 10 films nominados en la categoría de Mejor Película, en una gala celebrada el día de mi cumpleaños.


Oppenheimer


7 Oscars (Mejor Película, Director, Actor, Actor Secundario, Fotografía, Banda Sonora Original, Montaje).

Todas las apuestas la daban como ganadora, más que por sus valores cinematográficos, por la sensación de que ya tocaba dejarse de rarezas y reconocer en el palmarés de los Oscars a uno de los cineastas más influyentes del siglo XXI: Christopher Nolan. Además la película funcionó excepcionalmente en taquilla -casi 1000 millones de dólares recaudados-, algo que ya no es tan determinante como antes pero siempre ayuda. Y es que la operación de marketing del fenómeno Barbenheimer funcionó como un cohete y estaba claro que ambas películas llegarían al Dolby Theater para que la gala de los Oscars aprovechara el buzz y subiera en audiencia, como así fue.

Si hablamos de los méritos reales de Oppenheimer, eso ya es otro cantar. A mi parecer a su largo metraje -180 minutos- le sobraba bastante de la anticlimática hora final, y eso que las escenas tenían un ritmo tan acelerado como el del Napoleón de Ridley Scott: parecían más bien partes de un trailer, duraban poco, no se acababan de desarrollar. No es la mejor película de Nolan -para mí es Interstellar- pero tampoco era Infiltrados la de Scorsese. Y encima con el extra de los saltos temporales y mezclar presente, pasado y futuro constantemente en el devenir de su torturado protagonista destructor de mundos, un Cillian Murphy que se acabó haciendo con el Oscar al mejor actor a pesar de su aversión a la publicidad, el primer actor nacido en Irlanda en ganar en esta categoría. También Robert Downey Jr fue destacándose en la temporada de premios como el secundario de consenso, y cuando van cayendo uno detrás de otro el Globo de oro, el Bafta, el Actor`s Guild… más vale que te vayas preparando el discurso. No me gustaron algunos gestos suyos de sobrado con la estatuilla ya en las manos, pero bueno.


Poor Things

4 Oscars (Mejor Actriz, Dirección Artística, Vestuario, Maquillaje y Peluquería).

Yorgos Lanthimos se ha convertido en una estrella del rock, con multitud de acólitos por todo el mundo que esperan sus bizarrismos en cada nueva película, y que sin duda no se vieron defraudados con Pobres criaturas, una variación femenina -y feminista- del mito de Frankenstein tuneado con su particularísimo estilo vitriólico e iconoclasta, que ya ganó el León de Oro en Venecia. Una historia delirante en la que primaba más que otras veces la comedia así como las referencias visuales a Kubrick, presentes ya desde el poster, con una tipografía de letras que también acompañaba a los títulos de crédito del film calcadas a las de ¿Teléfono rojo?... No en vano la he buscado y se llama Dr Strangerlove Font.

Los cuatro Oscars de Poor Things fueron muy merecidos, tanto los de dirección artística, vestuario o maquillaje -cuya combinación nos sumía en una sugerente realidad steampunk- así como el de Emma Stone como mejor actriz,  a pesar de que ya tuviera uno y se enfrentase a cuestiones extra-cinematográficas que beneficiaban a Lily Gladstone. Pero al final se impuso la lógica y ganó Bella Baxter, un papel bombón de lucimiento exclusivo para Stone -se nota que también era productora- y que encima contentaba así mismo a las huestes woke al abanderar un mensaje de empoderamiento femenino en la que los hombres eran estúpidos, no muy diferente del de Barbie. Son las nuevas reglas de juego en los Oscars: o le das importancia en la trama a ciertos temas y personajes o estás fuera. Y es que Bella se erige en ama y señora de la película desde la primera escena y goza con un arco dramático completo, que abarca todas las edades del ser humano: la infancia, la adolescencia, la juventud y la madurez- Mediante sucintos matices en la interpretación y en los gestos corporales de la Stone, iremos contemplando poco a poco cómo Bella crece en inteligencia y abandona progresivamente esa franqueza e inocencia tan descacharrantes con el objeto de aprender a fingir, mentir o callar. Para, en definitiva, aprender a comportarse en sociedad.

Es curioso que Lanthimos, a pesar de su cine tan particular, haya conseguido integrarse en la industria norteamericana sin hacer concesiones a su estilo, al contrario que otros directores que también llamaron la atención de Hollywood desde el mismo sitio que él, la ventana del Oscar a la película extranjera como Fernando Trueba o Florian Hakenberg Von Liennesmark, -que encima ganaron la estatuilla, no como Yorgos, que perdió con Canino- pero que luego les dieron la patada tras fracasar en su debut USA con las fallidas Two Much y The Tourist, donde daban la impresión de haberse vendido. Lanthimos no lo hizo ya desde Langosta -fue listo de no hacer la primera en Estados Unidos un bodrio como Alps- y sigue con sus rayadas perfectamente integrado en la industria USA, convertido incluso en un director de élite como Scorsese o los Coen, con películas automáticamente multinominadas al Oscar desde La favorita. ¿Será que Roma no paga traidores? Supongo que el año que viene tendrá otra oportunidad con Kinds of Kindess, de nuevo con Stone y Willem Dafoe. A ver si en esa se deja por fin de tanto plano angular de ojo de pez, que no acabo de pillar para qué los utiliza, aparte de para homenajear a Kubrick.


La zona de interés


2 Oscars: Mejor Película Internacional, Mejor Sonido

La zona de interés es una película sobrevalorada, pero de esas que tienes que decir que es muy buena para no quedar como un mentecato. Me habían hablado tan bien de ella que me esperaba algo mucho mejor. No es para tanto, prácticamente no tiene trama, los personajes no evolucionan, el horror no se palpa, más bien el aburrimiento. Jonathan Glazer tenía 800 horas de grabación y al final la película dura 104 minutos, como podía haber durado 39, 215 o 572, daba igual. A Glazer le tocó la lotería cuando en Francia no seleccionaron Anatomía de una caída, porque esta habría ganado seguro en la categoría de película internacional. Con su ausencia y las 5 nominaciones de La zona de interés -incluidas mejor película y director- estaba claro que ganaría el Oscar a Película Internacional sobre La sociedad de la nieve, la favorita del público pero demasiado Netflix y encima hispana. Siempre hubo clases y la oportunidad de hacer la gracia premiando a Reino Unido por primera vez en esta categoría era demasiado jugosa.  A toro pasado nadie se extrañó que ganara también el Oscar al mejor sonido, si bien yo creo que no se le acababa de sacar todo el partido que se oyeran de fondo el ruido y los gritos de los prisioneros de Austwitz. Yo habría incluido una escena en la que alguno saltaba la valla y se encontraba con algún miembro de la familia en el jardín. Eso sí que habría sido impactante.


Anatomía de una caída

1 Oscar: Mejor Guión Original

Tras lo del año pasado con El triángulo de la tristeza, parece que se haya instaurado oficiosamente en los Oscar el incluir en la categoría reina a la ganadora de la Palma de Oro en Cannes, como para dar prestigio a los premios y contrarrestar las críticas de que se hayan incluido también cosas como Barbie. Pues ya puestos podían haberse atrevido en 2021 con Titane, también francesa y dirigida por otra mujer. Los vetos políticos1 a que Anatomie d'une chute fuera la elegida como representante de Francia en la categoría de Película Internacional le privó de ese Oscar, aunque todo el mundo sabía que como compensación le darían a su directora Justine Triet el de Mejor Guión Original, pues había precedentes que nos tocan de cerca: en 2002  le sucedió lo mismo a Almodóvar con Hable con ella, desestimada por la academia española en favor de Los lunes al sol

Anatomy of a Fall es entretenida pero en el fondo no estamos más que ante otra película de juicios de un sábado por la tarde en Antena 3, y aunque mucha gente la mete en la categoría de películas que no dejan clara su resolución, yo creo que sí queda diáfano tras el testimonio del hijo... La vi en versión original, doblada no sé cómo será porque es importante para la historia los cambios de idioma de Sandra Hüller de francés a alemán e inglés.


Barbie

1 Oscar: Mejor Canción.

Estaba claro que la megataquillera Barbie tendría presencia en los Oscars: Jimmy Kimmel lo necesitaba para hacer chistes recurrentes sobre el Barbenheimer y Ryan Gosling debía interpretar en vivo I’m Just Ken y convertirla en uno de los highlights de la noche, aunque la canción que ganó fue la otra, What Was I Made For? Lo que me pareció excesivo es que colaran Barbie en la categoría de mejor película, cuando sus valores cinematográficos una vez rascada la superficie eran tan limitados. Su mensaje de empoderamiento femenino dejaba a todos los hombres de la película como unos absolutos cretinos -no se salvaba ni uno, ni Thelma y Louise se había atrevido a tanto-, molestando a los espectadores masculinos por su encubierto adoctrinamiento woke. Irónicamente, a pesar de sus 8 nominaciones y mensaje feminista, fue muy criticada la ausencia de Greta Gerwing como mejor directora y de Margot Robbie en la de Mejor Actriz, cuando a cualquiera que haya visto la película le parecen bien dichas omisiones: Gerwing  no logra evitar que la película sufra un bajón a mitad y acabe resultando aburrida; y Barbie en realidad es un personaje bastante inane que no hace más que reaccionar a las acciones de los demás, con escasas ocasiones de lucimiento entre tanto histrión roba escenas como Will Ferrell o Kate McKinnon. Incluso el speech inspirador de empoderamiento femenino no lo decía ella, sino el personaje de América Ferrara, que oh, casualidad, sí que fue nominada como secundaria. De sus ocho nominaciones sólo logró el reseñado de mejor canción, el segundo para los hermanos Billie Eilish y Finneas O'Connell tras el obtenido en 2021 por Sin tiempo para morir, con récord de precocidad para ella: es la persona más joven de la historia en ganar dos Oscars con sólo 22 años.

 

Los que se quedan

1 Oscar: Mejor Actriz Secundaria

Los que se quedan fue la película que más me gustó de las diez nominadas, una historia con aroma a cine clásico de esas que tanto le agradaba premiar a la academia hasta hace bien poco, del estilo de Paseando a Miss Daisy, El discurso del rey, Argo, Green Book, etc. y que después de ver la triada horrenda de films ganadores en 2020-22 -Nomadland, CODA y Todo a la vez en todas partes- se las prometería muy felices hasta que cayó en la cuenta de que se había estrenado en año equivocado: en el del desagravio a Nolan. Si bien para la categoría de mejor actor, metiéndome en la cabeza de un académico, era un poco injusto darle el Oscar a Paul Giamatti cuando Jeffrey Wright componía un personaje similar de profe cascarrabias, o que la película ganadora de Cillian Murphy se titulaba como su personaje, lo que a veces le da un plus al actor en la psicología del votante: pensemos en Ben-Hur, Annie Hall, Forrest Gump, etc. Además Los que se quedan no se iría de vacío, ya que tenía asegurado el Oscar a la mejor actriz secundaria. No entiendo tanta unanimidad hacia Da'Vine Joy Randolph, que ganó todos los premios como secundaria del año -como Robert Downey Jr- y no era para tanto en ninguno de los dos casos, la verdad. La verdadera revelación de la película era el debutante Dominic Sessa -Angus Tully- que al menos debería haber sido nominado como secundario, de hecho lo fue  al BAFTA y al Critics Choice Award y ganó el Breakthrough Performance en los Spirit Award. Sessa lo hace bien y tiene un  papel más lucido, como ese joven estilo Holden Caulfield que madura al recibir importantes lecciones de vida a cargo de un inesperado mentor: una coming of age como mandan los cánones. The Holdovers supone el papel de la vida de Paul Giamatti, aquí un estirado profesor solterón con problemas para caer bien que en realidad es un buen tipo. Impagable cómo intenta disimular su cara de sufrimiento al comprobar que su soledad no tiene remedio, pues la chica que parecía atraída por él en realidad solo estaba siendo amable. Me recordó a la de Stallone al final de John Rambo al descubrir que Julie Benz seguía prefiriendo al pesao del Médico sin Fronteras aunque Rambo les hubiera salvado la vida a todos: un atisbo de humanidad del estoico boina verde. Quizá Alexander Payne también tenía en mente esta conexión y por eso Humann le regalaba a todo el mundo las Meditaciones de Marco Aurelio. Una feel good movie que al estar ambientada en navidad tiene la etiqueta de película navideña, aunque a Payne no le guste.


American Fiction

1 Oscar: Mejor Guión Adaptado

Previsible ganadora del Mejor Guión Adaptado para cubrir la cuota afroamericana -era la favorita en las casas de apuestas- American Fiction empieza de forma prometedora y tiene un protagonista carismático de nombre ídem, Thelonius Monk -Jeffrey Wright-, que a pesar de llamarse así no es músico de jazz sino profesor y escritor negro que decide escribir una novela con pseudónimo para burlarse de los estereotipos hacia los de su raza. La novela resulta un éxito inesperado, y eso que a pesar de sus problemas de dinero -su madre tiene alzehimer y ha de pagarle una residencia- el protagonista parece molesto de ganar tanta pasta con su libro. La película tiene escenas originales, como cuando Monk está escribiendo una escena de su novela y aparecen visualizados ante sí los personajes, interactuando entre ellos y con él para que les dé mejores frases. Sin embargo, al final el guión cae en la complacencia y Cord Jefferson no sabe muy bien cómo acabarlo, recurriendo a una argucia argumental para proponer varios finales y que el espectador escoja el que más le guste. El peaje woke pasa por el personaje de su hermano, un afroamericano gay al que interpreta Sterling K Brown, también nominado como secundario para rellenar cuota.


Los asesinos de la luna


10 nominaciones, 0 Oscars

Scorsese va camino de convertirse en uno de los grandes perdedores de la historia de los Oscars: Gangs of New York, El irlandés y ahora Killers of the Flower Moon tuvieron 10 nominaciones y cero Oscars. Una más y habría igualado a Paso decisivo (1977) y El color púrpura (1985), que con 11 candidaturas no ganaron nada. La baza principal de la película era apelar al sentido de justicia y la integración racial para premiar a una actriz nativa norteamericana por primera vez en la historia -Lily Gladstone- y así reivindicar a su raza, tan denostados en la pantalla y fuera de ella. Sin embargo, la gran esperanza india al final no se produjo y ganó Emma Stone. La verdad es que no habría sido justo que ganara Gladstone ya que a pesar del hype no tenía un papel muy relevante ni ninguna gran escena en la que lucirse ,y de lo poco que salía se pasaba media película enferma en la cama; al final su papel era más secundario que principal. Un maléfico Robert De Niro como el masón-respetable-que-luego-es-el-malo-en-la-sombra se lucía mucho más, incluso más que Leo DiCaprio, que aquí componía un personaje con pocas luces y boca torcida, y que no era el que iba a interpretar en un principio -antes de varias reescrituras de guión- sino el del agente del FBI que encarna Jesse Plemmons. Osea, que normal que ni lo nominaran. Los asesinos de la luna se deja ver y no se hace tan pesada como El Irlandés aunque sólo dure 3 minutos menos -329 frente a 326- pero la sensación final que da es que va de más a menos, y ni de lejos era la mejor película del año; aunque bueno, tampoco lo eran Spotlight, Moonlight, CODA, Todo a la vez en todas partes, etc. y luego mira. La cinta jugaba sus bazas en su perfecta ambientación de época, el prestigio de Scorsese y su enésima reunión con DiCaprio y De Niro -siento esta la primera vez que coincidía con los dos juntos- o, en términos extracinematográficos, por su denuncia de la injusticia sufrida por una minoría racial, en este caso, la tribu india de los Osage en la década de 1920’s, quienes se hicieron ricos al descubrirse petróleo en sus tierras, pero que a causa de ello luego fueron casi exterminados por las ansias crematísticas del malvado hombre blanco. Algo que en el entorno woke que ahora copa los Oscars sin duda le daba muchos puntos al triunfo de Lily Gladstone, luego frustrado.


Maestro 


7 nominaciones, 0 Oscars

9 nominaciones al Oscar nada menos acumulaba Bradley Cooper, que al principio en las quinielas parecía el favorito al mejor actor, luego el tercero en discordia junto con Cillian Murphy y Paul Giamatti y al final el último de la fila de los 5 nominados; quizá debido a cierta tendencia a la caricatura en su encarnación del compositor Leonard Bernstein que a veces le dejaban a milímetros de un Celebrities de Muchachada Nui. Es curioso también lo de Carey Mulligan, que interpreta a la mujer chilena-costarricense de Bernstein, otra como la Gladstone que podría haberle dado guerra a Da'Vine Joy Randolph si la hubieran inscrito como secundaria.  

Esta película fue la primera que vi en 2024 pero no merece tal honor, es bastante rollo, una serie inconexa de escenas que pululan por la vida de Leonard Bernstein sin explicar muy bien nada; el ejemplo perfecto de cómo la fiebre por el Oscar produce monstruos. Encima está mal contada, pasando de puntillas por los mayores logros del músico, como los montajes en Broadway de Un día en Nueva York o West Side Story. Y es que uno necesitaba entrar luego en su biografía de Wikipedia para entender algo. Es como la Blonde del año pasado pero sin Ana de Armas y los razzies.


Past Lives


5 nominaciones, 0 Oscars

Past Lives es una película simpática pero normalilla, con aroma a telefilm de sábado por la tarde en Antena 3. Su inclusión en la decena de nominadas obedece a que los Oscars se han vuelto globales y desde el triunfo de Parásitos parece que haya que incluir también alguna película asiática para contentar a la comunidad internacional de cinéfilos, no en vano muchos académicos de nuevo cuño y derecho a voto ahora son de todas las partes del mundo.

La película huye de fórmulas románticas trilladas para narrar el reencuentro en Nueva York de dos jóvenes coreanos varios años después de haber sido novietes en un colegio de Seúl, sustentada en el concepto "in-yeon", providencia o destino en la mitología coreana, y que se basa en la idea de que cuando dos desconocidos se cruzan por la calle y su ropa se roza sin querer significa que hubo algo entre ellos en sus vidas pasadas. "Dicen que si dos personas se casan, es porque han tenido 8000 capas de "in-yeon" superpuestas a lo largo de 8000 vidas". Aunque, como dice el personaje de Nora -Greta Lee-, esto no está probado científicamente y bien pudiera ser un pretexto que los coreanos utilizan para seducir a alguien.  A ver si Mister Empírico y Mister Tartaria se pronuncian pronto o hacen algún video sobre esto y salimos de dudas.

Criticoll

1El discurso de aceptación de Justine Triet de la Palma de Oro en Cannes de 2023 fue muy crítico con las políticas culturales del gobierno francés y su respuesta violenta a las manifestaciones por la reforma de las pensiones. Esto causó un gran revuelo y fue recibido con mucha frialdad por el gobierno galo. Cuando llegó el momento de anunciar la representante francesa al Oscar a la Mejor Película Internacional todos pensaron que Anatomía de una caída sería la seleccionada, ya que tenía todos los atributos: ser aclamada por la crítica y con una taquilla impresionante, la Palma de Oro y todo el reconocimiento que conlleva, mucho diálogo en inglés para que fuese más fácil de vender en el mercado norteamericano, un tema serio y muy moderno, grandes actuaciones, etc. Pero la seleccionada fue A fuego lento (2023), por lo que mucha gente sospechó que Triet había sido castigada por su discurso en Cannes.

jueves, 6 de julio de 2023

INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO


(HAY SPOILERS)

Da un poco de pena que Indiana Jones y el dial del destino esté estrellándose en taquilla cuando supone la digna despedida de uno de los personajes más míticos y carismáticos de la historia del cine. Qué lejanos  aquellos tiempos cuando de niño vi una y otra vez los VHS de En busca del arca perdida e Indiana Jones y el templo maldito, o acudí al estreno de Indiana Jones y la última cruzada en septiembre de 1989 en el Cine Eslava de Valencia, después de hacer una buena cola al sol o haber vivido durante todo aquel verano en Irlanda el buzz de su rivalidad con el Batman de Tim Burton. Tras el resbalón de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008) 15 años después ha llegado esta quinta entrega, que curiosamente era el número total de películas que George Lucas y Steven Spielberg tenían en mente en 1981 cuando iniciaron la saga.

Al contrario que su predecesora, Indiana Jones V honra el legado de la franquicia en este último baile del personaje, aunque al final se quede corto respecto a los logros de la trilogía original. Esto tampoco es una sorpresa, pues Harrison Ford, que tenía 78-79 años en el rodaje, encarna a un Indiana Jones alejado de su mejor estado físico y mental, y encima tras las cámaras no está el director que elevó sus películas a la categoría de clásicos del cine, sino James Mangold, un correcto artesano pero sin el toque mágico del gran Steven. A cambio, el film da lo que promete para agradar a sus seguidores: un guión trepidante con muchas escenas de acción, un objeto histórico de macguffin, nazis como los malos, la música de John Williams, cameos de personajes muy queridos por los fans o diversas metarreferencias para regocijo no sólo de los muy cafeteros. El problema es que todo esto no ha bastado para enganchar a las nuevas generaciones, que no poseen un vínculo afectivo con el personaje ni se sienten atraídas por un señor de 80 años de protagonista, aunque tenga detrás a toda la maquinaria publicitaria de la Disney.

El film se inicia con un prólogo de 25 minutos que resulta ser lo mejor de la función, no sólo por capturar el espíritu aventurero de las tres primeras cintas al incluir elementos indispensables del universo indianesco -la 2ª Guerra Mundial, los nazis, persecuciones en coche o en un tren, reliquias religiosas en disputa, Indy salvándose por los pelos, etc- sino también por mostrarnos, por obra y gracia del CGI de rejuvenecimiento facial, a un Indiana Jones de 1944 en una plenitud física que recuerda a su aspecto de los años 80, y que por primera vez se puede decir que está bastante conseguido y no chirría casi en ningún momento. Pero no sólo en su rostro, sino también en sus movimientos corporales: es como si Hollywood hubiera aprendido la lección de El irlandés e Indiana se moviera como una persona acorde con la edad que aparenta su cara -menos cuando corre en PG de forma poco natural por el techo del tren, estilo dibujo animado-. Esto me pareció en realidad una especie de desagravio de los productores ante los fans, como entonando el mea culpa al reconocer que tenían que haber hecho más películas de Indiana Joven, digo Jones, cuando Harrison Ford estaba en su prime. Y es que el efecto está tan logrado que uno llega a imaginar lo que molaría toda la película con ese Indiana rejuvenecido, aunque es verdad que en escenas más luminosas o dramáticas creo que sí se vería el cartón. Pero como dirían en The Mandalorian, this is the way, y puede que en un futuro cercano veamos nuevas aventuras de Indiana Jones con el aspecto de un Harrison Ford ochentero, tan sólo apretando algunos botones de un banco de imágenes almacenadas y generadas por CGI.

El contraste llega en la siguiente escena, ambientada en 1969 con un Indy avejentado, amargado y solitario viviendo en un piso bonsai de Nueva York, que va a quejarse a sus vecinos porque tienen la música muy alta. Un cambio que nos avisa que esta será una historia crepuscular, pues el personaje no está para muchos trotes, sino al borde del retiro en un mundo que ya no comprende o siente como suyo. Sin embargo, la reaparición de Voller, el nazi del prólogo -Mads Mikkelsen, malo oficial de toda franquicia que se precie- en busca del macguffin de turno -el dial del destino, obra de Arquímedes- hará que nuestro héroe se vea obligado a tomar cartas en el asunto ante la llamada a la acción que le hace Helena -Phoebe Waller-Bridge-, su ahijada y compañera de fatigas en esta aventura, que los llevará sin respiro por Nueva York, Tánger, el Mar Egeo o Siracusa, en Sicilia.

La película resulta entretenida, aunque se resiente en lo visual de la ausencia de Spielberg a los mandos: apenas hay planos que se te queden en la retina, como sin duda habría manufacturado el Rey Midas. Las set pieces de acción son demasiado largas y aparatosas, y se nota el excesivo uso de CGI en ellas, sobre todo en la interminable secuencia de la persecución en tuk-tuk por las callejuelas de Tánger. Un fallo que llevo viendo en el cine desde el King Kong (2005) de Peter Jackson. Hollywood, ya sabemos que la tenéis muy larga, no hace falta que nos la restreguéis tanto rato por la cara.

Habría que hacer una mención a nuestro Antonio Banderas, al que le hacía tanta ilusión salir en una película de Indiana Jones que cuando se lo dijeron seguro que ni se leyó el guión. Y es que su personaje está totalmente desaprovechado, sin oportunidades de lucimiento y apenas líneas de diálogo; no sé cómo lo destacan tanto en el poster, es publicidad engañosa. Su papel lo debería haber interpretado un actor random y todos habríamos salido ganando, pues su brevísima intervención hasta parece una falta de respeto a su estatus de estrella de Hollywood. Por cierto, que ya le podían haber llamado de otra forma, porque lo de Renaldo se las trae… He buscado en la página del INE cuántos Renaldos hay en España y pone que “no existen habitantes con el nombre consultado o su frecuencia es inferior a 20 para el total nacional -ó 5 por provincia-”. Se ve que a los tres guionistas gringos no les sonaba lo bastante español Pepe, Paco, Manolo o ya puestos, Antonio. También es curioso el cameo de un bote de leche en polvo Clesa en un armario de su barco, ¿habrán pagado product placement ¿? Tampoco Sallah -John Rhys-Davies- tiene mucho que hacer, da lástima cuando Indiana se lo deja en el aeropuerto obviando sus ruegos de que se lo lleve de aventuras, como diciéndole: lo siento, se te ha pasado el arroz, con un viejo en la historia sobra.

Así mismo, el guión encuentra una buena solución para justificar la ausencia de Mutt -Shia LaBeouf-, el irritante hijo de Indy, omisión explicada por este en una emotiva escena. Lo que da pie, como decían en twitter, a un irónico pensamiento: ¿Qué demonios? ¿Indiana Jones 5 me hizo llorar por Mutt Williams? Si bien sus nuevos sidekicks tampoco son una maravilla: a la propia Helena no se le acaba de coger el punto, es como una especie de versión hacendado y feapa de Keira Knightley -esta habría quedado más cool en el papel- y Teddy -Ethann Isidore- actúa como su mini yo, un mena de Tánger rollo Tapón para enganchar al público joven, y al que yo -tras afeitarle el mostacho- becaría en Harvard, pues estamos ante uno de los individuos más inteligentes de la historia, capaz de aprender a nadar o a pilotar una avioneta sin ninguna instrucción o experiencia previa. Y es que la historia está plagada de agujeros de guión, que si te pones a pensarlos no se sostienen, aunque el -escaso- público que está yendo a verla seamos del Team Indiana a muerte. Aquí hay unos cuantos: ¿Cómo es que los nazis que suben al coche de Indy en el prólogo no ven que hay un tío inconsciente en el suelo? ¿Cómo es que Voller no muere o al menos no tiene alguna cicatriz del tremendo golpetazo que recibe en la cara en el tren? ¿Le quedaron secuelas cerebrales al no reconocer años después al hombre que le robó el dial? ¿Por qué la noticia en la tele es que un viejo es sospechoso de asesinar a dos personas en un colegio y no el tremendo follón que se ha montado en el desfile de los astronautas? ¿Por qué Helena le dice a Teddy que robe una avioneta? ¿Es pitonisa y sabe que les hará falta para volver allá a donde van? ¿Por qué luego ella no se sube y se va en moto a lo loco a perseguir al avión de Voller? ¿Para qué secuestran todo el rato a Indiana y no se lo cargan, si este no tiene ninguna información útil que proporcionar a los villanos?


El viaje en el tiempo final rasgará las vestiduras de los más puristas, pero lo cierto es que las películas de indiana Jones siempre flirtean con lo sobrenatural, aunque a veces, como en la cuarta, se pasen tres pueblos. Creo que aquí queda bien, resulta un hábil recurso para homenajear al arqueólogo más famoso del cine, que pueda conocer de primera mano épocas pretéritas y figuras históricas que lleva toda su vida estudiando; un desenlace que por lo visto se volvió a rodar tras los malos resultados en los screen test. El epílogo actúa un poco como fan service, pero hay que reconocer que es emotivo en su alusión a una de las escenas más recordadas de En busca del arca perdida, cerrando el círculo afectivo del protagonista. Aunque habría estado mejor si hubieran respetado la asociación habitual de doblaje de cierto personaje y no cambiarlo, a estas alturas.

En fin, una película hecha a la medida de los fans de Indiana Jones con 295 milllones de dólares de presupuesto -más de 400 en total, tras los gastos de publicidad- lo que la convierte en una de las cintas más caras de la historia. Pero lleva sólo 159 millones recaudados a nivel mundial y tendría que alcanzar sobre los 800 para  obtener beneficios, lo que se antoja bastante improbable: el público juvenil -el que más frecuenta las salas- no conoce a Indiana Jones, y el grueso de quienes han ido a verla son adultos movidos esencialmente por la nostalgia o la gratitud hacia el personaje, para despedirse de él más que por otra cosa; por lo general prefieren ver Netflix o sucedáneos en casita. A ver si la medida del gobierno de rebajar las entradas de cine a 2 euros los martes para mayores de 65 años la hace remontar un poco, aunque con ese precio ya tienen que ir oleadas de jubilados a verla para que la cosa sea rentable.

Criticoll

lunes, 17 de abril de 2023

LAS PELÍCULAS DE LOS OSCARS 2022

 
Un repaso a los Oscars 2022, los 10 títulos nominados a Mejor Película. Hay que decir que, cuando estaba redactando esto, me equivoqué y puse “nominadas a Menor Película”, pero que visto lo visto, puede que no fuera un lapsus sino mi subconsciente reclamando justicia. Especifico al lado de cada título la duración que tenía la película, porque parece que si no duraba dos horas y pico no la nominaban.

NOMINADAS A MEJOR PELÍCULA:

Todo a la vez en todas partes (2 horas 19 minutos)

7 Oscars: Mejor Película, Dirección, Actriz Principal, Actor Secundario, Actriz Secundaria, Guión Original, Montaje.

Otras Nominaciones (4): Actriz Secundaria, Canción, Banda Sonora, Vestuario.


Todo a la vez en todas partes es probablemente la peor película que haya ganado el Oscar principal a fecha de 2023, porque me temo que el listón seguirá bajando en años venideros. Tuve que verla a plazos, es imposible de una sentada, una condenada tortura. Y es que después del engendro de Swiss Army Man les tendrían que haber quitado el carnet de cineastas a sus directores, Daniel Kwan y Daniel Scheinert, los Daniels, tan encantados de conocerse.

Hay que decir que el planteamiento de la película es original, se aleja de la típica propuesta trillada de los Oscar, el problema es que el desarrollo es insufrible y da la sensación de haber sido escrita sobre la marcha, añadiendo paridas porque sí, para epatar, y con importantes problemas de ritmo. No sé por qué no podía durar una hora menos, total, lo que cuenta daba para un corto. El Oscar de Jamie Lee Curtis es incomprensible si atendemos a sus méritos en esta película, pero todos sabemos por qué se lo han dado: por ser la única figura remotamente parecida a una estrella clásica de cine que había entre los veinte actores nominados; y también como reconocimiento a su carrera y a sus famosos padres Tony Curtis y Janet Leigh, que fueron candidatos a la estatuilla pero nunca la ganaron. Así aprovechan y se ahorran un Oscar honorífico dentro de unos años: que no les pase lo de Lauren Bacall. Por cierto, que le estoy empezando a coger bastante tirria a Jamie Lee por la forma en la que chuleó luego de Oscar, como si fuera una Frances McDormand cualquiera y hubiera interpretado un papelón en la película y se lo mereciera y todo. Si nos ponemos exquisitos, el papel de Stephanie Shu es mucho más lucido que el de ella, que casi ni sale, pero el pedigrí manda. Otra perjudicada con esta extraña decisión fue la pobre Angela Bassett, que se las prometía muy felices porque con ella se cumplía la cuota negra en el cuadro interpretativo que parece exigir la dictadura woke que manda ahora en los Oscars. No pasa nada, el año que viene ganarán cuatro actores afroamericanos y ya está. Y Michelle Yeoh tuvo suerte de que su rajada contra Cate Blanchett se publicó cuando ya estaban cerradas las votaciones, si no le habría pasado lo que a Chill Wills o Gerard Depardieu.


Sin novedad en el frente (2 horas 28 minutos)

4 Oscars: Mejor Película Internacional, Banda Sonora, Fotografía, Dirección Artística.

Otras nominaciones (5): Mejor Película, Maquillaje & Peluquería, Sonido, Efectos Especiales, Guión Adaptado.

Si esta película alemana hubiera ganado el Oscar gordo habría marcado varios hitos: primera cinta de Netflix en hacerlo, segunda película no hablada en inglés tras Parásitos y primer remake de una película que ya hubiese logrado el Oscar, pues la versión de Sin novedad en el frente de Lewis Milestone basada en la misma novela antibelicista de Erich Maria Remarque ya triunfó en la tercera edición de los premios, los de 1929/30. Aun así, con sus 4 Oscars, Im Westen nichts Neues iguala el récord de estatuillas para una película extranjera empatando con Fanny y Alexander, Tigre y Dragón y la propia Parásitos.

Sin novedad en el frente parece un complemento de 1917 de Sam Mendes, pues nos conduce por los mismos campos de batalla de la Primera Guerra Mundial -ahora en el otro bando- con similar despliegue de medios audiovisuales, mostrando con gran realismo la crudeza de la guerra con bastante acción y espectacularidad, como ese ataque de los tanques franceses a las trincheras alemanas, y sin escatimar momentos gore muy sórdidos. Además, Felix Kammerer -el actor austriaco que interpreta al estresado Paul- resulta físicamente muy parecido a George MacKay, protagonista de aquella. Lo que no acabo de entender de este film es que le dieran el Oscar a la Mejor Banda Sonora, plagada de ruidos metálicos y golpes de tambor a destiempo que molestan mucho y recuerdan a la de Dunquerke. Pero bueno, ahora que caigo, también se la dieron a la de Dune, prima hermana de estas. Tampoco el trabajo de adaptación de la novela resulta muy acertado: se carga toda la parte emotiva en la que un desengañado Paul viaja a su pueblo de permiso y se reencuentra con su madre y con el profesor que le animó a él y a sus amigos a alistarse por la patria, la excusa de los cobardes para enviar a otros a la muerte, como decía Kubrick en Senderos de gloria. Precisamente el viejo Stanley es una clara influencia de este largo, si pensamos en la simetría en profundidad de varios de los planos, en la evolución de Paul de inocente a máquina de matar -como el Recluta Patoso- o en el general que se queda en su castillo rollo Paths of Glory mientras obliga a los jóvenes a morir inútilmente en una última carga contra las posiciones francesas, a pesar de que sólo faltaba media hora para el final de la guerra, el 11 del 11 de 1918 a las 11 horas. Otro discutible añadido del guión es toda la subtrama de Daniel Brühl como Matthias Erzberger, una figura histórica alemana que fue quien firmó en la vida real el armisticio frente al inflexible General Foch, algo que le acabó costando la vida al ser asesinado años después por radicales que le acusaron de haber negociado mal el humillante Tratado de Versalles. Todo esto hace que la película, aunque brillante visualmente y con una buena ambientación histórica, se haga lenta de ver: sus 148 minutos pesan como el demonio y parece que no se vaya a terminar nunca.

 

Top Gun: Maverick (2 horas 10 minutos)

1 Oscar: Mejor Sonido

Otras Nominaciones (5): Mejor Película, Guión Adaptado, Canción, Montaje, Efectos Especiales.

Como ya hice la crítica de Top Gun: Maverick en su momento, añadir que Tom Cruise ni fue a la ceremonia, a pesar de que técnicamente estaba nominado a un Oscar como productor. Pero Tom prefirió permanecer en Londres -donde estaba rodando Misión imposible 7 y 8- para asistir al 90 cumpleaños de Michael Caine, sin rencores, pues fue precisamente el veterano actor británico quien le arrebató el Oscar cuando más cerca estuvo Cruise de ganarlo, en 1999 como secundario de Magnolia. Pero Caine ganó por Las normas de la casa de la sidra y a cambio nos regaló uno de los mejores discursos de la historia de los Oscars: todo un prodigio de humildad y saber estar, en el que se dedicó a alabar a sus compañeros de candidatura antes que darse autobombo, cómo se nota que es Piscis. En fin, que cuando la gente vio que Top Gun Maverick había sido nominada a Mejor Película muchos se rasgaron las vestiduras… Pues viendo la que ganó al final, yo se lo habría dado sin dudar. Si se lo llevaron en su día El mayor espectáculo del mundo, La vuelta al mundo en 80 días o recientemente Spotlight, Nomadland o CODA no veo por qué Maverick no.

 

Avatar: El sentido del agua. (3 horas 12 minutos)

1 Oscar: Efectos Especiales

Otras Nominaciones (3): Mejor Película, Sonido, Dirección Artística.


Estaba tan claro que Avatar: El sentido del agua iba a ganar el Oscar a Efectos Especiales que tendrían que habérselo entregado directamente rollo Oscar fuera de concurso como hicieron en 1980 con El imperio contraataca o en 1990 con Desafío total, sin meterla con otras cuatro peleles sin opciones. Cosas muy raras tienen que pasar para que Avatar 3,4,5,6 y las que haya en el futuro no arrasen también en esta categoría. Otro cantar fue la de Mejor Montaje, donde no estuvo ni nominada: normal, le sobra una hora.

 

Ellas hablan (1 hora 44 minutos)

1 Oscar: Mejor Guión Adaptado

Otras nominaciones: Mejor Película

La vi durante 5 minutos y 12 segundos, hasta que asomó por la pantalla la jeta vinagre de Frances McDormand, no me acordaba que también salía de actriz además de ser productora. Así que la quité, no la soporto, la vida es demasiado breve para sufrir innecesariamente -y eso que esta era la película más corta de todas-. Algún día sé que tendré que hacer de tripas corazón y ver Nomadland, si pretendo ver todas las películas a las que les dieron el Oscar; ¡Vamos! Yo puedo, si vi Tres anuncios en las afueras porque pensaba que iba a ganar y hasta me he tragado ya entera Memorias de África -en versión original, eso sí, no hay quien aguante el ridículo acento de Meryl Streep del doblaje-. Obviamente y como estaba marcado en rojo en la hoja de ruta del wokismo, Women Talking ganó el Oscar al Mejor Guión Adaptado para Sarah Polley, la Leticia Dolera de USA, pero que me cae bien desde los tiempos de Mi vida sin mí.

 

Almas en pena de Inisherin (1 hora 54 minutos)

9 Nominaciones: Mejor Película, Dirección, Actor Principal, Actor Secundario (2), Actriz Secundaria, Guión Original, Montaje, Banda Sonora.


Esta podría haber sido a priori la película respetable y de consenso a la que darle el Oscar: bellos paisajes irlandeses, ambientación de época, actores británicos, un director que ya sabe lo que es ganar la estatuilla, etc. Pero una vez vista, la cosa no estaba tan clara: la película no respondía a las expectativas, le faltaba algo, la historia se desarrollaba premiosa y no tenía mucho sentido, si es que al final nos estaba contando algo. El propio trailer no sabía cómo venderla, si como una comedia o un drama. Esa indefinición tonal lastraba la película, y si encima la trama está plagada de personajes a los que les faltaba un hervor -Colin Farrell, Barry Keoghan -pero luego los que hacen las mayores locuras son los que se suponía que estaban más cuerdos -va por ti, Brendan Gleeson- la cosa no tenía mucho sentido, y uno acababa con la sensación de estafa. Su final, como en Tres anuncios en las afueras, es decepcionante: alguien debería decirle a Martin McDonagh que es mejor llevarlo escrito al rodaje y no improvisarlo allí el último día. En fin, que Almas en pena de Inisherin se fue de vacío a pesar de sus 9 nominaciones y a nadie le extrañó en absoluto.


Elvis (2 horas 39 minutos)

8 Nominaciones: Mejor Película, Actor Principal, Fotografía, Vestuario, Montaje, Dirección Artística, Maquillaje & Peluquería, Sonido.

El biopic musical que últimamente aparece todos los años en los Oscars esta vez corrió a cargo del barroco Baz Lurhman y Elvis, aproximación a la figura del Rey del Rock filtrada por los recuerdos de su manager, el coronel Tom Parker -un orondo Tom Hanks, merecido Razzie al peor secundario-, un turbio personaje que se aprovechó de la fama de su pupilo para saldar sus deudas de juego y le puso piedras en su carrera al impedirle protagonizar Rio Bravo, West Side Story o realizar una gira por todo el mundo que le habría hecho todavía más famoso a nivel planetario.

La primera vez que miré el reloj habían pasado 45 minutos, qué diferencia con Todo a la vez en todas partes, que a los 5 minutos ya estás harto y a los 20 la quitas. Austin Butler no se le parece en nada a Elvis, tiene los ojos demasiado juntos y pequeños, pero bueno, de perfil no se nota tanto y logra imitar con solvencia sus movimientos y hasta su característica voz de barítono. Destaca la escena de la primera vez que actúa en directo y logra descodificar la atracción sexual que despierta en las fans femeninas gracias a sus orgásmicos movimientos pélvicos; Mario Luna o el propio Tom Cruise de Magnolia habrían estado orgullosos de esa escena. El guión sigue bastante bien la vida de Elvis aunque hace una elipsis un poco hachazo de 1958 a 1968, cuando se detiene en las muertes de Martin Luther King y Bobby Kennedy, una parada obligatoria del cine norteamericano ambientado en esa época. Un día habría que hacer una recopilación de todas las películas en las que aparecen reflejados estos hechos, ya sea recreados o de soslayo; faltó la muerte de JKF para tener el pack completo.

Tratándose de una película de Baz Lurhman, creía que ganaría el Oscar a la mejor dirección artística o vestuario -hasta 90 cambios de traje tiene Austin Butler- o que a este igual le darían el Oscar al mejor actor sólo para que en el discurso de agradecimiento se acordara con emoción de Lisa Marie Presley, la hija de Elvis fallecida el pasado 12 de enero sólo dos días después de entregarse los Globos de Oro -donde Butler se impuso a Brendan Fraser-. Pero no hubo suerte, además Lisa Marie tampoco tenía mucho prestigio e influencia en el Hollywood actual, era una outsider más que otra cosa, más conocida por sus matrimonios fallidos con Michael Jackson o Nicolas Cage, sus escarceos con las drogas o por vivir de las rentas de su famosísimo padre que por su supuesta carrera artística; una gran diferencia con Jamie Lee Curtis, querida y respetada por la industria y alejada de escándalos mediáticos.

 

Los Fabelman (2 horas 31 minutos)

7 Nominaciones: Mejor Película, Director, Actor Secundario, Actriz Secundaria, Guión Original, Banda Sonora, Dirección Artística.


Rizando el rizo de los biopics, a la Academia también le gusta que directores de prestigio rememoren su infancia en películas autobiográficas, y si en años anteriores Alfonso Cuarón y Kenneth Branagh rascaron premios por Roma y Belfast, este año -sobre todo tras su triunfo en los Globos de Oro- parecía que Steven Spielberg se llevaría el gato al agua con Los Fabelman, en la que de forma más o menos realista nos contaba sus memorias de juventud y recreaba anécdotas conocidas de su vida que uno se había imaginado de forma muy parecida, como la primera vez que fue al cine, el rodaje de sus primeros cortos amateurs o el ya mítico encuentro con John Ford -interpretado por un clónico David Lynch- en 1966. Por cierto, Gabriel LaBelle, el joven actor que hace de Sammy-Spielberg también es clavado a él, lo escogieron con ojo clínico. Esta cinta es una de las que más duración tiene de la decena de nominadas pero no se hace pesada, otra muestra de la maestría de Spielberg para hacer cine, que ya le ha reportado 4 Oscars y 22 nominaciones -y John Williams 5 y 52, ahí queda eso-. Esto nos lleva a una conclusión: ¿Era The Fabelmans mejor que la mayoría de las otras películas nominadas? Sí, pero dárselo a esta cuando no lo ganaron Tiburón, Encuentros en la 3ª fase, En busca del arca perdida, E.T. o Salvar al soldado Ryan habría sido un poco injusto.


Tár (2 horas 38 minutos)

6 Nominaciones: Mejor Película, Director, Actriz, Guión Original, Fotografía, Montaje.

El wokismo ilustrado se coló también entre las nominadas gracias a Tár, en la que Cate Blanchett interpreta a Lydia Tár, una afamada directora de orquesta de música clásica, empoderada, lesbiana, sofisticada, segura de sí misma, con talento y encanto personal que por supuesto conduce un coche eléctrico, usa Mac y es políglota y vegetariana. Tan perfecta e inteligente que resulta odiosa, uno le acaba cogiendo bastante tirria. Casi me alegro de que la Academia pasara de Cate y le diera el Oscar a Michelle Yeoh por encarnar a una proletaria asiática de pelo churretoso que regenta una lavandería y sobrevive en el multiverso, resultaba más cercana que la clasista Lydia. Y es que el personaje parecía que nos perdonaba la vida a los demás por vivir en el mismo planeta que ella, cuando en realidad era una falsa que se servía de su situación de poder para aprovecharse de sus jóvenes amantes con la excusa de enchufarlas laboralmente, y que encima era una de esas vecinas ruidosas a las que hay que llamarles la atención todo el rato. Una película fría muy del estilo de Todd Field, que debió de tomar apuntes de Kubrick en Eyes Wide Shut, y no sólo en lo de rodar un largometraje cada 16 años. Por cierto, la peluca de Mark Strong era horrorosa.


El triángulo de la tristeza (2 horas 27 minutos)

3 Nominaciones: Mejor Película, Película Internacional, Guión Original.

El triángulo de la tristeza, flamante ganadora del Festival de Cannes y segunda Palma de Oro para el sueco Ruben Östlund tras The Square, tampoco merecía ganar el Oscar por su bizarrismo, pero hay que reconocer que al menos era ocurrente en su iconoclastia. La película está dividida en dos partes bien diferenciadas que nos muestran cómo los roles sociales entre ricos y pobres pueden invertirse según el ambiente y las circunstancias; y es una película no muy adecuada para ver antes de comer, pues hay varias escenas de gente vomitando y wáteres que explotan y sale un líquido marrón de ellos. Curiosamente, como en Elvis, en este film también hay referencias a las muertes de JKF, RFK y MLK, aunque si hablamos de fallecimientos, sorprendió que en el In Memoriam de la gala no se acordaran de Charlbi Dean, la joven actriz que aquí interpreta a la superficial Yaya y que tristemente murió en agosto pasado con sólo 32 años -bueno, tampoco se acordaron de Paul Sorvino, Tom Sizemore, Anne Heche o Fred Ward-. Un final inesperado como el que tiene esta película, que es de esas que se acaban antes de tiempo y no sabes muy bien qué ha ocurrido con los personajes en el desenlace, ha de salir luego el director a aclararlo en alguna entrevista. No sé qué ganan con ello, es bastante frustrante y te quedas con la sensación de que emosido engañado. Otras películas que recuerdo donde también sucedía esto eran la francesa Los miserables (2019), o la ya clásica Un trabajo en Italia (1969) con Michael Caine, con la mítica escena de los minis y el camión contrabalanceándose en el precipicio.

Información de servicio: El triángulo de la tristeza -triangle of sadness- hace referencia a las arrugas que se forman en el entrecejo del rostro humano y que se vuelven más evidentes al hacer gestos de extrañeza, enojo o preocupación.

Criticoll

jueves, 8 de septiembre de 2022

COSAS QUE VI EN VERANO

 Moonfall (2022)


La premisa de esta película es una delicia para conspiranoicos: la Luna se sale de su órbita y descubrimos que en realidad es una construcción artificial creada hace millones de años por alienígenas ancestrales, y habitada por una entidad rollo Skynet que amenaza con chocarla contra la Tierra. A partir de este inicio tan sugerente, la trama se bifurcará entre las escenas de los tres astronautas enviados a la superficie lunar a solucionar el problema -Patrick Wilson, Halle Berry y John Bradley- y las de los pesados de sus hijos, cónyuges y demás allegados, que deben librarse de saqueadores y maleantes en la Tierra en su lucha por ponerse a salvo en una base militar; un escenario post-apocalíptico bastante deudor a The Walking Dead. Moonfall está repleta de escenas de destrucción made in Roland Emmerich pero al final resulta bastante larga y previsible, porque todos los despiertos sabemos (1) que Hollywood no va a revelar la verdad del mundo que hay tras la matrix, y (2) quién de sus personajes la palmará: el solterón friki al que nadie esperaba en la Tierra salvo su gato, y que estaría de más en la inevitable escena de reunión familiar del epílogo.

Veracruz (1954)


Mítico western de 1954 que supuso el único encuentro en la pantalla de dos iconos, Gary Cooper y Burt Lancaster, y, por la parte que nos toca, el de una joven y bella Sarita Montiel con la élite de Hollywood, en un reparto que incluye también a Charles Bronson, Ernest Borgnine, César Romero o Denise Darcel. Veracruz sólo dura 89 minutos, pero parece más larga porque no paran de suceder cosas y hay muchos personajes, el montaje de Alan Crosland Jr. es muy ágil. A partir de una historia de Borden Chase -autor de los westerns de Anthony Mann con James Stewart- los guionistas Roland Kibbee -Colombo- y el oscarizado James R. Webb -La conquista del Oeste, El cabo del terror- le añadieron humor negro y una viveza a la trama que resultó muy original para la época, con personajes bastante crápulas y codiciosos que no paran de jugársela los unos a los otros, o con frases tan geniales como tenga cuidado, señor, parte del vino le cae en la boca que le suelta el capitán Danette -Herny Brandon- a Joe Erin -Lancaster- al verle beber de una copa como un gañán. Gran parte del encanto de este film es el estilo de realización tan moderno de Robert Aldrich que hace que no haya envejecido un ápice, pues por ejemplo cuenta con 1.130 cambios de plano, algo más propio del cine de décadas posteriores. Si bien se toman algunas licencias, pues para ir de México D.F. a Veracruz pasan por la pirámide del Sol en Teotihuacan, que no está de camino ni por asomo, y aparece la ametralladora Gatlin de tambor, que aún no se había inventado en 1866.

Una película que ha sido catalogada como el primer spaguetti western, pues sin duda Sergio Leone debió verla varias veces y tomó nota de sus personajes y de su puesta en escena, como en el canónico duelo final, homenajeado así mismo por Alex De la Iglesia en Perdita Durango.


Escuadron 633 (1964)


Esta poco conocida película bélica inspiró a La guerra de las galaxias y Top Gun: Maverick para el espectacular clímax de ambas cintas: el ataque aéreo de los X-Wing a la Estrella de la Muerte y la operación destructora de misiles que Maverick y compañía han de realizar en tiempo récord en el desfiladero, calcadas a la misión suicida que deben efectuar -tras otro intenso entrenamiento- los aviadores británicos de la RAF en este film, en esta ocasión en las escarpadas montañas noruegas. Toda la película está narrada por y para esa escena, por lo que lo que sucede hasta que llega -los amoríos de los personajes, los preparativos, las fricciones entre los pilotos y sus superiores, las embestidas nazis- se hace un poco aburrido y como que da igual. Una vez pasa la gran secuencia, parece que hasta el guionista James Clavell perdió el interés en la historia, porque el final es abrupto y no llegas a saber muy bien qué ocurre con los protagonistas: un Cliff Robertson recién salido de encarnar a JFK en Patrullero PT109 y George Chakiris, el Bernardo de West Side Story. La cinta está producida por los hermanos Mirisch,  los de La gran evasión, y repiten de aquella Clavell o secundarios como Angus Lennie, pero obviamente esta no les salió tan bien. Eso sí, la música de Ron Woodwin es pegadiza y se te queda: hace más de un mes que la vi y todavía la tarareo.


Uno de mis diez westerns favoritos es El hombre de las pistolas de oro, adaptación de Warlock, un tocho de 700 páginas de Oakley Hall que me leí a principios de verano.  La película prescinde de la subtrama de los mineros de la novela y se centra en los personajes de Billy Gannon -Richard Widmark- Clay Blaisedell -Henry Fonda- y Tom Morgan -Anthony Quinn- para reflexionar sobre el salvajismo y la civilización en el Oeste o los límites de la ley y el orden. Una película que le sirvió a su director Edward Dmytryk -uno de los 10 de Hollywood durante la Caza de Brujas- para justificar su cambio de postura ante el maccartismo: aquí la banda de maleantes de la que se sale Gannon es un trasunto del Partido Comunista, por lo que es de ley traicionarles. La trama tiene bastante profundidad en sus personajes -como el sheriff, que reconoce su miedo-, e incluso un nada velado subtexto homosexual del personaje de Morgan hacia Clay, ausente en el libro.


El tigre de Esnapur / La tumba india (1959)


Díptico de Fritz Lang en su retorno a Alemania tras su etapa norteamericana y basado en una novela de su ex mujer Thea Von Harbou, en la que un arquitecto alemán se enfrenta a un rajá indio por el amor de una bella bailarina. Garci y sus contertulios estaban entusiasmados con estas dos películas, más aún que el propio Lang, que siempre reconoció que no le habían salido muy bien -curiosamente también les pasó lo mismo a Garci y compañía con otra de Lang, la horrible Secreto tras la puerta-. Estas dos son entretenidas, pero me ponía nervioso el ruidico de las pisadas sobre el suelo de mármol del palacio, lo hacían con foley en el doblaje, todas resonaban igual, parecía que llevaban tacones y acababan de pasar la lijadora. Destaca Debra Paget -que aún vive- como Seetha la bailarina, que debió robar muchos corazones en los espectadores de la época, sobre todo con esa mítica danza hindú. Si hubiera abierto un Onlyfans en los '50 se habría forrado.

M, el vampiro de Düsseldorf (1931)


Otra película de Fritz Lang y uno de sus títulos más míticos, que no había visto hasta ahora. Pero la verdad es que me resultó decepcionante. Creo que debe su fama a su potente arranque, lleno de tensión y suspense, en el que contemplamos el modus operandi del psicópata para captar a una pobre niña mientras su madre la espera en casa y se va poniendo nerviosa al ver que esta no vuelve del colegio. El montaje, la potencia visual de las imágenes y de los objetos -como un globo enganchado en un poste eléctrico- son muy sugestivos, como es usual en Lang. Pero pronto el guión deja de lado a Peter Lorre y se pierde entre las peripecias del hampa y la policía por encontrar al serial killer, cada uno por motivos distintos: la policía por apresarlo y los maleantes para que la bofia deje de tener tanta presencia en las calles, que no les dejan trabajar. Pues irse a Barcelona, oye. Tampoco entendí muy bien cómo van de repente a casa de Lorre a buscar huellas, si no tenían a ningún sospechoso que encajara en el perfil de asesino, qué potra, tú. Y la acción transcurría en Berlín, no en Düsseldorf ¿? Ah, también vi una exploitation de M llamada El desconocido del tercer piso, de nuevo con Lorre en un rol similar pero rodada en 1940 en USA, bastante serie Z.

Veneciafrenia (2021)

Mala, pero tiene pinta que se lo pasaron bien de turismo en Venecia. Al menos no fueron en Falcon y se lo pagaron ellos. Bueno, aunque cogieron la subvención del ministerio, y luego hay gente que solo consigue rodar una película cada cinco años. Pues Alex de la Iglesia una al año mínimo. Si luego fueran buenas y todo ya sería la hostia. No es el caso de Veneciafrenia, probablemente la peor película de Alex. Sí, incluso peor que Balada triste de trompeta; en esa al menos salía Fofito.


Top Gun (1986)


La vi la noche antes de ir a ver Maverick, para tenerla reciente, e hice bien para pillar mejor los guiños. No recordaba a Maverick tan capullín, me caía mejor Iceman, era más profesional. Cómo se nota que no se había estrenado aún Gran bola de fuego y Jerry Lee Lewis no era famoso en España, en el doblaje destrozan Great Balls of Fire cuando la tocan al piano. Pero no todo fue malo en el doblaje de Top Gun: aquí fue la primera vez que Jordi Brau dobló a Tom Cruise, su indispensable voz en español desde entonces, salvo excepciones como Cocktail o fuerza mayor como La tapadera.


The Wicker Man (1973)


Una película de culto dentro de la cinematografía británica que llevaba años queriendo ver, y que creo que debe su fama a los desnudos de Britt Ekland, audaces para la época -aunque de espaldas no era ella, sino una stripper doble de cuerpo-. La película tiene una apreciable atmósfera malsana y malrollera, pero se ve lastrada por un protagonista sin carisma -Edward Woodward- y un doblaje infame, mejor verla en v.o. Tendría que ver The Wicked Tree,  Midsommar y el remake de Nicolas Cage para completar, pero no me apetece mucho ver ninguna. No era para tanto, revista Empire.


Star Trek II: la ira de Khan (1982)

Otra cinta de culto, esta dentro del universo Star Strek, pues es considerada la mejor de toda la franquicia, y que el Empire también ponía por las nubes. Pues si esta era la mejor… mucho de su fama se debe al personaje de Khan, interpretado por Ricardo Montalbán, un malo hecho a sí mismo y con razones fundadas para vengarse del arrogante capitán Kirk, que aquí cae muy mal y recuerda a Josep Pedrerol por su odio a los becarios. SPOILER: muere Spock, pero de alguna manera se las arreglan para que siga saliendo en todas las secuelas, hasta en el reboot de J.J. Abrams.


El autor (2017)


Un guión ingenioso que al final da la sensación de que no exprime todo lo que podía haber dado de sí. Javier Gutiérrez ganó justamente el Goya al mejor actor, así como Adelfa Calvo, con quien comparte unas escenas de desnudos bastante llamativas y a contracorriente al mostrar sus carnes lozanas y alejadas del canon de belleza habitual, que seguro que hicieron las delicias de Irene Montero y sus colegas del poster photosopeado de la playa.

 

Prim, asesinato en la calle del Turco (2014)


TV Movie histórica dirigida por Miguel Bardem -hijo de Juan Antonio y primo de Javier- que cuenta el asesinato del general Prim en 1870, pocos días antes de la llegada a España del efímero rey Amadeo I de Saboya. No está muy bien explicada, si no te sabes la historia no te enteras mucho de las intrigas de las varias facciones de personajes enfrentados, y encima la falsean, a Prim le dispararon mortalmente desde dentro del carruaje, su secretario Nandín sentado a su lado fue quien apretó el gatillo, pero nada de eso sale aquí. El reparto echa bastante para atrás, parece que fueron a hacer el casting a Inocente, inocente, está lleno de actores que hacían de ganchos en ese programa, como Enrique Villén, Javivi o David Pinilla, que todavía sigue en ese rol después de 30 años. Digo yo que ya lo podían cambiar, yo me lo veo aparecer y ya sé que me la están jugando. Al menos destaca la caracterización de Javier Godino -el malo de El secreto de sus ojos- como Benito Pérez Galdós, clavado al retrato pintado por Sorolla que aparecía en el billete verde de 1000 pesetas, con el que podías salir todo un fin de semana y aún te sobraba dinero al final, snif.

Ágora (2009)


Amenábar tiene algo personal contra la Iglesia católica: si ya la ridiculizaba en Mar adentro, ahora narra una historia que le viene como anillo al dedo, la destrucción de la biblioteca de Alejandría en el 391 d. C. por parte de los cristianos, mostrados aquí como una secta de sucios, feos y malolientes incultos que parecen salidos de un spaguetti-western y que destruyen o apedrean todo lo que huela a progreso o cultura. Ya podría haber sido un poco menos maniqueo el amigo Alejandro, pero sería como pedirle peras al olmo. Tampoco se entiende muy bien algunos detalles de la trama, como que el esclavo que interpreta Max Minghella apalee en la cabeza a su amo Michael Londsale, el padre de Hipatía -Rachel Weisz-… y esta le sigue tratando bien, como si nada. Su CGI tampoco ha envejecido muy bien, he visto renders de arquitectura mejores.


La luz del fin del mundo (1971)


Basada en una novela de Julio Verne ambientada en la Patagonia, en realidad se rodó en el Cabo de Creus, Cadaqués, Jávea, la Manga del Mar Menor y Málaga, algo sorprendente, pues la acción transcurre en una pequeña isla con un faro y no se mueven de ella en todo el rato, el plano general siempre es el mismo. Da morbo ver juntos a Kirk Douglas y Yul Brynner, enemigos íntimos desde que Yul le quitase el Oscar al mejor actor de 1956, el año de El rey y yo contra El loco del pelo rojo. Sale Fernando Rey un poco, pero lo matan en seguida con saña. Y es que asombra la violencia y el salvajismo con el que se emplean los malos, se nota que estábamos ya en los '70. El muñeco que despeñan por un acantilado también canta un poco, pero se ve que quedaron orgullosos, lo destacan bien grande en el póster ¿?



Hollywood (2020)

Miniserie de Netflix donde Ryan Murphy aparca su proverbial mala leche para reimaginar una historia alternativa de Hollywood, donde un grupo de outsiders intenta triunfar en la Meca del Cine tras la Segunda Guerra Mundial: algo así como si la cultura woke hubiese explotado en 1947 y el colectivo LGTBI y minorías raciales -negros y chinos, latinos no, esos como siempre marginados- se hubieran rebelado contra la tiranía de lo políticamente correcto y los prejuicios sexuales y de raza. La historia mezcla a personajes reales como Rock Hudson, Vivien Leigh, Anna May Wong o Henry Wilson con otros inventados, pero en realidad está bastante inspirada en la vida de Scotty Bowers, el chapero de las estrellas, de cuya autobiografía Servicio completo ya hablé en el blog hace algunos años. En este sentido, destaca la interpretación de Jim Parsons como Wilson, el  agente de Hudson y de otros beefcakes como Tab Hunter o Rory Calhoun, muy comprometido en ocultar la homosexualidad de sus jóvenes y efebos clientes para no arruinar sus carreras, pero de los que de paso se aprovechaba sexualmente. La trama empieza bien en sus primeros capítulos, mostrando la sordidez que se oculta en la trastienda de la Meca del Cine, pero a partir del tercero se torna en un cuento de hadas made in Netflix bastante maniqueo y previsible, parece el país de la piruleta donde todo les sale bien a los personajes progresistas, que son los más inteligentes, guapos, sensibles y talentosos, e incluso ganan el Oscar -por encima de La barrera invisible- y el mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos no porque era año impar, que si no también.


El imperio Romano (2016)


Tres temporadas basadas en la vida de Julio César, Calígula y Cómodo -que aunque históricamente es el más reciente, era el protagonista de la primera temporada-. Está en la categoría de documental -aparecen expertos comentando a cámara- pero en realidad es una serie de ficción, pues los hechos están dramatizados con actores, y parece que vivieron sus vidas con un ojo puesto en Netflix, pues sus vidas siguen guiones perfectos con golpes de efecto, peripecias o nudos de trama de manual. Si hacemos caso a la serie, Calígula y Cómodo eran pobres chavales incomprendidos que nunca rompieron un plato, simples plumas mecidas por el viento, como se autodefinía el joker de Heath Ledger en El caballero oscuro: no por casualidad, otro ser amoral que disfrutaba viendo arder el mundo. Los actores son australianos y parece que hicieron el casting en algún gimnasio, están todos mazaos, tú.


Arenas sangrientas (1949)

Otra película de la Segunda Guerra Mundial de John Wayne para lavar su mala conciencia por haberse escaqueado en el reclutamiento, en realidad no es un film cualquiera, pues fue con el que el Duke logró ser nominado por primera vez al Oscar al mejor actor -lo conseguiría a la segunda por Valor de ley, veinte años después-. La película incurre en todos los tópicos del género, mostrándonos a un sargento duro pero en el fondo de buen corazón y a un grupo de marines con los que mejor no encariñarse, pues al final palman casi todos. Tenía curiosidad de ver esta película por los guiños que le hace Clint Eastwood en Richard Jewell y, sobre todo, en Banderas de nuestros padres, pues este film del prolífico Allan Dwan abarca en su tramo final la batalla de Iwo Jima y el momento del izado de la bandera sobre el monte Suribachi, que dio lugar a la mítica fotografía de Joe Rosenthal. Si ves la película de Eastwood -centrada en las vicisitudes de los tres supervivientes de la foto- se supone que salían bastante en Arenas sangrientas, pero lo cierto es que ni se les ve la cara, sólo aparecen en plano general en la recreación del izado y sabes que eran ellos sólo porque lo pone en imdb.


Los tramposos (1959)

Una película que persiste en el imaginario colectivo por la genial escena del timo de la estampita cerca de la estación de Atocha, en la que Tony Leblanc y Antonio Ozores le hacen el lío a un pobre transeúnte. Vista hoy no tiene mucho más, aparte de la inevitable moralina que hace que los protagonistas pronto abandonen la senda de la delincuencia para trabajar en algo honrado como buenos españoles, tal y como sus decentes novias -Conchita Velasco y Laurita Valenzuela- y la oficina de censura exigían. La película se rodó en 1958 y está adelantada a su tiempo, en el sentido de que se anticipa al boom del turismo de los '60 en España, pues Leblanc y Ozores montan una agencia para pasear en bus a turistas extranjeros por lugares emblemáticos de Madrid, rollo los autobuses rojos y azules que hay actualmente en muchas ciudades para esos menesteres.


Kartum (1966)

La última película rodada en Ultra Panavisión 70 mm hasta Los odiosos ocho, Kartum supone otro papel épico-histórico en la carrera de Charlton Heston, tras interpretar a Moisés, Ben-Hur, Miguel Ángel o El Cid. En esta ocasión Chuck se ponía en la piel del general Charles Gordon, militar británico real que pasó a la historia por defender la capital de Sudán en 1885 del asedio de un ejército musulmán dirigido por el fanático religioso Mohammed Ahmed el Mahdi; un Laurence Olivier pintado de negro que hoy habría levantado polvaredas en twitter por flagrante delito de whitewashing y blackface, encima por reincidente, pues ya lo había hecho en Otelo un año antes. Otro caballo de batalla -nunca mejor dicho- de esta película en las redes sociales habría sido el del maltrato animal, pues cerca de cien equinos murieron o fueron heridos durante el rodaje. Kartum entretiene e ilustra sobre el colonialismo africano del XIX, pero no resulta tan espectacular como se presuponía, quizá por la parte que le tocaba al director Basil Dearden, un veterano artesano que no supo aportar mucha brillantez a la puesta en escena, a pesar de los mimbres con los que contaba. Heston ya se lo olía y sugirió a los productores que contrataran a Carol Reed, Ken Hughes, Guy Hamilton o, ya puestos, a David Lean.


Larga es la noche (1947)

Esta película, una de las favoritas de Polanski, fue una especie de ensayo de El tercer hombre para Carol Reed, por la idéntica atmósfera opresiva y nocturna que envuelve a su acorralado protagonista, con similar  fotografía en blanco y negro de Robert Krasker. El papel principal fue rechazado por Stewart Granger por el poco diálogo que tenía, así que al final fue James Mason quien se hizo cargo del rol, lo que supuso un espaldarazo definitivo para su carrera, pues Hollywood le fichó tras verle en esta película. No me extraña que Mason la considerara como la favorita de toda su filmografía. Como si le hubieran oído, me acuerdo que TVE emitió Larga es la noche como homenaje a Mason al día siguiente de su fallecimiento, el 27 de julio de 1984. Odd Man Out fue la primera ganadora del BAFTA a la mejor película inglesa, y es como ¡Jo, qué noche! pero en Belfast y en clave dramática, donde un líder del IRA herido en el atraco a un banco pasará una noche llena de peripecias mientras se oculta de la policía y trata de contactar con los miembros de su organización.


El efecto dominó (1996)


La historia empieza bien pero no saben cómo rematarla, aparecen y desaparecen personajes que no acaban de aportar lo que prometían, quedan muchos cabos sueltos, no se entiende las reacciones de los personajes: te gastas una pasta en un arma y la tiras a la piscina porque estás en contra de ellas ¿? aunque haya estallado el apocalipsis y haya saqueadores de casas… Está todo el país sin luz pero coges y te expones a viajar en coche a campo abierto donde es más fácil que te asalten -y de postre llevando un bebé- aunque no te llega la gasolina para llegar a tu destino ¿? Unas decisiones absurdas  que no las tomarían ni los descerebrados protagonistas de un slasher. Típica película de los años '90, ópera prima de David Koepp, guionista de Parque jurásico, Misión imposible 1 o Minority Report, pero ejemplo de manual de guionista que da el salto a la dirección y sus resultados no están a la altura. Bueno, ahora que caigo el guión de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal también es suyo, así que tampoco era tan bueno.


Don Quijote cabalga de nuevo (1973)

Esta película es una placer culpable para todo aquel que creciera con la imagen mental de Fernando Fernán-Gómez como el Don Quijote ideal, al haberle prestado la voz al personaje en la serie de dibujos animados de 1979. Joer, si yo tenía hasta el disfraz: molaba aunque no te podías sentar, no se podían flexionar las rodillas de la armadura de plástico. La película en realidad es un vehículo para el lucimiento de Cantinflas, que la produjo, puso al mexicano Roberto Gavaldón en la silla de director e interpretó a Sancho Panza con su habitual verborrea y gracejo, con lo que uno no puede evitar reír con sus desvaríos, como en la escena en la Ínsula Barataria, donde Sanchiflas -¿de qué me sonará a mí este nombre?- debe impartir justicia entre la bella Diana Lorys -musa del cine underground de la época- y Manolo Alexandre. También destacan la valenciana María Fernanda d´Ocón como Dulcinea y Mary Francis, cuyo nombre real era algo menos glamouroso: Paca Gabaldón.



Una vez al año ser hippie no hace daño (1969)

A priori un Dream Team del humor cañí, con Alfredo Landa, Tony Leblanc, Manolo Gómez Bur, Concha Velasco o José Sazatornil “Saza”, en realidad es una película de la que Landa reniega en su lenguaraz autobiografía, al considerarla una basura que hizo obligado por el productor José Luis Dibildos, que lo tenía contratado y a quien Landa pinta poco menos que como a Sauron. Encima el actor tenía molestias en un tobillo hinchado, pero no podía ir al médico u operarse para no dejar tiradas a las 37 familias que dependían del rodaje de la película. Pues la vi y no es tan mala, tiene su gracia sobre todo en el personaje de Saza como un falso yogi que en realidad es un cocinero catalán que se dedica a engañar a pastosos marbellíes con su rollo budista. Y a pesar de su aspecto de españolada, la película contiene curiosos guiños cinéfilos a Godard y À bout de souffle, como ese montaje a hachazos para resumir el trayecto en coche hasta Málaga o la camiseta de Concha Velasco del New York Herald Tribune, igual que la de Jean Seberg de vendedora ambulante en París, aunque aquí le venden el periódico a los turistas en la playa. El nombre del grupo -que también daba título al guión- era gracioso: Los jipiloyas.


Prey. La presa (2022)

Precuela de Depredador para Disney+ que las hordas ansiosas y desmemoriadas de espectadores woke la han situado nada menos que por encima del original de John McTiernan y Arnold Schwarzenegger de 1987, jajajaja, lo que hay que oír. Es entretenida y ya está, pero muy oscura, en las escenas nocturnas no se ve nada, la acción se pierde. Tanto que uno desea secretamente que el enfrentamiento final sea de día pero no, claro, no quedaría tan cool. El oso está muy mal hecho. Paso de las polémicas sobre si una joven e inexperta india puede cargarse a todo un Depredador, porque la película astutamente sienta las premisas de su universo para equiparar las tornas: este es un Predator becario que ha venido de prácticas a la Tierra, como demuestra el hecho de que aún no tenga trofeos de sus víctimas colgando al cinto; la chica es una crack rastreando y con el hacha, y encima está acompañada de un perrito, el salvoconducto para esquivar la muerte en toda película de Hollywood que se precie desde los tiempos de Rin-Tin-Tin.


La presa (1981)

Southern Comfort sigue el esquema de otros guiones de Walter Hill como The Warriors o Alien: un grupo de rango definido es atacado en tierra hostil, su líder muere y el discutido segundo de a bordo debe liderarlos para devolverlos sanos y salvos a casa. Cambiando el Bronx o la Nostromo por los pantanos de Lousiana y los cajuns por las bandas de Nueva York o el alien, en realidad esto es lo mismo. La película también es interesante como la típica historia de un pelotón perdido -en este caso de la Guardia Nacional- al que un enemigo invisible va exterminando poco a poco, se nota aquí la vertiente cinéfila de Hill por la influencia de La patrulla perdida de John Ford o Fixed Bayonets de Samuel Fuller. Pero hay que decir que al final la película resulta inferior a su prestigio, quizá porque se hace larga y no hay ningún personaje realmente con el que empatizar, lo que explicaría el poco éxito de público que tuvo en su día. El film alude así mismo a Deliverance de John Boorman por el contraste entre civilización y primitivismo -aunque en el fondo sus miembros no sean tan diferentes entre sí-, un tema que curiosamente Boorman y Powers Boothe retomarían cuatro años después en La selva esmeralda.

El reparto lo copan actores habituales de Hill como Keith Carradine, el propio Boothe o Brion James junto con otros como Fred Ward, Peter Coyote o Lewis Smith, que me sonaba todo el rato y era porque salía en Norte y Sur y era el Chico celestial de aquella película de los '80, que vi su carátula muchas veces en el video-club y nunca la alquilé. Después de ver este film, quería hacer la gracia y completar una trilogía La presa con aquella de Tommy Lee Jones y Benicio del Toro u otra holandesa que hay en Amazon Prime Video también llamada La presa, pero la primera no me gustó nada cuando la vi y la segunda empecé a verla y comprendí que la empresa no valía la presa, digo la pena.


Samaritan (2022)

Con ecos a El protegido, la película es bastante mediocre y utiliza mal los flashbacks, más que aclarar lo lía, son confusos. Se podría haber rodado en los '80 o mejor a principios de los '90, justo cuando salió El último gran héroe, con Schwarzenegger y otro niño, habría sido un buen guiño a la enemistad íntima entre los dos astros antes de volverse colegas, cuando Sylvester Stallone iba por detrás y le copiaba todas las películas a Arnold; rayos, si hasta hizo ¡Alto o mi madre dispara! porque necesitaba una comedia para igualar Poli de guardería y oyó rumores de que el austriaco estaba interesado en ella. Rodada en Atlanta, parece que sea aprovechando descartes de The Walking Dead, pues la sociedad destruida y en crisis económica y de valores que retrata es muy similar estéticamente. A Stallone le dobla Juan Carlos Gustems, que le rejuvenece un poco, Ricardo Solans le habría quedado mejor por la naturaleza otoñal y reflexiva del personaje. Qué bien le vino el estreno de esta película a Stallone para abstraerse del divorcio de su esposa, Jennifer Flavin, con la que llevaba 25 años casados y tres hijas.


Cuenta pendiente (2018)

Otra película de Sylvester Stallone en Amazon Prime Video así que había que verla, aquí sí con la voz del octogenario Solans, que ahora parece que le da el parkinson cuando dobla a Sly, le tiembla mucho la voz, con De Niro o Pacino no le pasa. Definitivamente Solans y Gustems podrían haberse intercambiado Cuenta pendiente y Samaritan, ambos quedaban mejor en la película ajena por la naturaleza de ambas historias y los tipos de personajes que encarna Stallone en ellas. Y aunque esta la venden como una película de Stallone, en realidad su personaje es secundario y no pinta mucho hasta el final, me extraña que aceptase salir en ella, a no ser que quisiera irse de vacaciones un finde a Savannah, Georgia. Y es que aquí el protagonista es Matthew Modine, ya lejos del Recluta Bufón de La chaqueta metálica; hace de un ladrón que sufre amnesia y no recuerda dónde escondió el botín de un robo en el que participó siete años atrás. Pues no hay problema: un trío de criminales le  sacan de la cárcel y le inyectan un suero para que recobre poco a poco la memoria, sin saber que hay otros malos que también buscan el dinero… La película es entretenida pero se olvida pronto, como su título.


El hombre del Norte (2022)


Antes de ver The Northman tenía algunas reservas, pues a pesar de que amigos con buen paladar cinéfilo me la habían recomendado, no me agradaron mucho las dos películas previas de Robert Eggers, La bruja (2015) y El faro (2019), demasiado lentas y crípticas. Por los comentarios que leí sobre The Northman estábamos ante otro film con los mismos defectos, incluso Arturo Pérez-Reverte lamentaba haberla visto, catalogándola como “un disparate shakesperiano con pretensiones místicas, troceado con una sierra mecánica y pasado luego por una máquina de picar carne, con todo cristo pegando gritos”. Pues una vez vista, la verdad es que no se comprende tanta animadversión hacia ella, pues la película es muy notable y te mantiene interesado durante todo el metraje, poniendo en imágenes una leyenda del folklore nórdico del s. XII que fue en la que luego se basó Shakespeare para escribir Hamlet. Así, la película narra una historia de aventuras con el típico viaje del héroe, el príncipe Amleth -Alexander Skarsgard- quien, tras ver morir a su padre rey a manos de su tío usurpador, deberá esperar veinte años para madurar su venganza, que según la profecía tendrá lugar en un volcán de Islandia…

Uno de los puntos fuertes de El hombre del Norte es su gran realismo, pues la película refleja la cruda realidad de la Edad Media mostrándonos las salvajadas de los vikingos sin censura o paños calientes: su fe ciega en los dioses, la entrega y valentía en combate -y si hay suerte, morir en uno y entrar en el Valhalla-, las mutilaciones o la violencia extrema, el abuso hacia los esclavos eslavos -de ahí viene la palabra-, etc. También hay que aplaudirle a Eggers que no haya sucumbido a la dictadura de lo políticamente correcto y no aparezcan actores de razas extrañas interpretando a los vikingos o mujeres empoderadas con mentalidad del s. XXI. en la trama.

Sus detractores obvian lo bueno de The Northman -como la belleza y plasticidad de sus imágenes, otro de sus puntos fuertes- y se agarran a sus pequeños fallos, como que el Amleth niño escape delante de las narices de sus enemigos cuando van a asesinar a su padre -y estos dos minutos después caigan en la cuenta de que tenían que haberlo matado a él también-, que los vikingos lleven calzoncillos modernos debajo de su vestimenta, o que Nicole Kidman, así que pasen veinte años, siga con el mismo aspecto y rostro de porcelana; se ve que el botox ya hacía milagros en el siglo X. Pero nada de esto empaña la satisfactoria sensación que deja el film, una de las películas más destacadas del año. Bien por Eggers. 


Solo ante el peligro (1952)

De nuevo emitida en la 2 de TVE un lunes por la noche en Días de Cine Clásico, mucho mejor que cuando la pasan en 13 TV, que la expanden a 16/9 y se ve borrosa. Aquí no, TVE respetó el 4/3 original y la calidad de la imagen era muy buena, aunque a veces me daba la impresión de que las voces se oían un poco agudas, igual por la conversión de los 24 fotogramas por segundo del original a los 25 televisivos. Pero bueno, mejor no decir nada, a ver si algún cretino con poder lo lee y le da por redoblarla con voces actuales, y la fastidiamos. ¿Qué decir de High Noon, si hasta he escrito un libro sobre ella? Obra maestra, película preferida de todos los tiempos, le robaron el Oscar, viva Gary Cooper, etc. Si bien hubiera molado más que la emitiesen el lunes 3 de octubre. ¿Por qué? Ejem, ejem, hasta ahí puedo leer, se vienen cosas…