miércoles, 27 de febrero de 2013

OSCARS 2012

Argo para todos

Muy repartidos. Esa es la conclusión que se extrae de la 85ª edición de los Oscars que coronó a Argo como la nueva reina de Hollywood y que vio cómo 8 de las 9 cintas candidatas a mejor película se llevaban algún premio a casa. El film de Ben Affleck hizo buenos los pronósticos y se cargó a Lincoln, la máxima favorita cuando se anunciaron las nominaciones allá por Enero, pero que se fue desinflando espectacularmente hasta el punto de que un mes después en Las Vegas ya nadie daba un dólar por ella ¿? Igual es que la vieron.

Como maestro de ceremonias debutó con éxito Seth MacFarlane, el creador de Padre de familia y de la cuerda polémica de Ricky Gervais, aunque al final no lo fue tanto y se mantuvo bastante cerca de la corrección política. Si bien empezó fuerte con sus pullas a la academia por dejar fuera a Ben Affleck en la categoría de mejor director, sus intenciones de hacer reír al pétreo Tommy Lee Jones o su conexión en directo con William Shatner-Capitán Kirk del futuro, que le advertía sobre lo que no tenía que hacer para no ser elegido el peor presentador de la historia: irreverencias como la canción We Saw Your Boobs, en la que con su vozarrón de crooner iba enumerando actrices y películas en las que se les veían las tetas, y con la que Charlize Theron o Naomi Watts fingían enfadarse. Pero no, era un montaje y grabado, llevaban otros vestidos.

Tras un buen sketch con Sally Field -en el que daban por hecho que la secundaria la ganaba Anne Hathaway, como así fue- y otro parodiando El vuelo con calcetines -impagable el plano de una lavadora dando vueltas-, Seth fue perdiendo fuelle a la vez que sus comentarios, como con su chiste malo de que a los hispanos como Pe, Bardem o Salma Hayek no se les entendía cuando hablaban, aunque eso sí, eran muy atractivos. El exceso de vocalización de la mexicana al salir a continuación demostraba que estaba picada y con razón con la observación. Al menos, MacFarlaine recuperó chispa con sus chanzas sobre la duración de la gala, un hecho que siempre da mucho juego a todos los host de turno. Éste no fue una excepción, destacando el que soltó antes de presentar el premio a las actrices, al señalar que había una de 9 años -Quvenzhané Wallis- y otra que tenía 9 cuando comenzó la gala -la francesa Emmanuelle Riva, que ese día cumplía 86-. En fin, que en mi opinión Seth resultó ser una buena elección como host en el cómputo general; y, por cierto, el tío no hizo ninguna referencia a que él mismo estaba nominado a un Oscar -el de mejor canción por Ted- y no le afectó en absoluto perderlo ante la Adele de Skyfall. Igualico que Antonia San Juan cuando presentó los Goyas, vamos.


Precisamente Skyfall fue una de las protagonistas de la noche al hacer historia y convertirse en la tercera película de la franquicia James Bond en ganar Oscars -GoldfingerOperación Trueno  recibieron uno cada una en 1964 y 1965, respectivamente-. De hecho es la primera de la saga en alcanzar 2 estatuillas gracias a la brillante canción de Adele y a los mejores efectos de sonido, compartidos ex aequo con La noche más oscura, la sexta vez en la historia de los Oscars en los que hubo un empate y dos ganadoras en la misma categoría. La Academia quiso homenajear a 007 así mismo con un video conmemorativo por sus 50 años en el cine, coronado por la aparición estelar de Shirley Bassey cantando en directo la mítica Goldfinger. Digo yo que también habría sido un buen detalle incluir a Skyfall en la decena de nominadas al Oscar, la ocasión lo merecía… Nueve es un número raro para cerrar una categoría y la película tenía calidad de sobra para no haber levantado sospechas. Bueno, al menos en 2062 puede que llamen a Adele para que interprete el tema de Skyfall en el 100 aniversario del personaje.



Otra actuación sonada fue la vuelta a la ceremonia de Barbra Streisand tras 36 años de ausencia y desencuentros varios con la Academia. La diva de Brooklyn cantó su The Way We Were y homenajeó así al desaparecido Marvin Hamlisch, el último en aparecer en el video In Memoriam a los fallecidos en 2012, entre los que se encontraban Ernest Borgnine, Tony Scott, Celeste Holm, Nora Ephron o la diseñadora de vestuario Eiko Ishioka, quien, como el Cid, habría ganado su última batalla después de muerta si Blancanieves (Mirror, Mirror) no hubiera perdido frente a la favorita Anna Karenina. Un hecho que también dejó fuera al español Paco Delgado por Los miserables.


Precisamente Lés Miserables -qué bien pronunciaban todos en francés el título original- fue otro de los referentes de la velada, como no podía ser menos en una edición cuyo tema era La música en el cine. Y es que todo el elenco de la película -Jackman, Hathaway, Crowe, Seyfried, Baron Cohen, Redmayne, etc- subió al escenario para cantar One More Day y llevarse la esperada standing ovation del público, un reconocimiento que también obtuvo pocos minutos antes Jennifer Hudson con un tema de Dreamgirls -aunque probablemente también influyó en el ánimo colectivo el recuerdo de los terribles asesinatos en su familia-. Se trataba de tres actuaciones seguidas con la excusa de celebrar los diez años del Oscar a Chicago, y que abrió Catherine Zeta-Jones con All that Jazz. Nada, que en vez de olvidar aquella afrenta al cine, va y la conmemoran…


La novedad musical fue que la orquesta no estaba físicamente en el Dolby Theater, sino en el edifico circular del Capitol Studios, en la misma acera de Hollywood Boulevard pero unas manzanas más al Sur. Así que cuando sonaba la amenazante música de Tiburón para que los premiados cortaran sus rollo-discursos en realidad los músicos lo estaban viendo por la tele…


Llegados a este punto hay que hablar de la película más oscarizada de la noche, que no fue otra que la sobrevalorada La vida de Pi con cuatro: banda sonora, efectos visuales, fotografía -para el chileno Claudio Miranda- y director; un Ang Lee que empataba así con Frank Borzage y George Stevens al ganar por segunda vez el Oscar al mejor director por una cinta que al final no lograba el de mejor película. Otra más y le iguala el récord a John Ford, que lo hizo en 3 de sus 4 Oscars. Precisamente, la estatuilla al mejor director fue el centro de la polémica este año, ya que el premio para Ang Lee tenía que haber sido en realidad para Ben Affleck, pero, es que… no estaba nominado ¿? porque, como dijo Seth McFarlaine, la academia la había cagado y lo sabía. Así pues, con Affleck fuera, ¿a qué director darle el Oscar? Los académicos tiraron por lo fácil, y para no otorgárselo a Spielberg por la densa y aburrida Lincoln -además de por la ancestral tirria que le tienen desde El color púrpura-, ni al europeo Haneke -ya tenía bastante con el de película extranjera-, ni a David O’ Russell o Benh Zeitlin -estamos de coña, ¿no?- el único que fría y objetivamente podía ganar era Ang Lee, con la coartada además de dirigir la película más oscarizada del año y de tener un prestigio por haber ganado ya la estatuilla. La standing ovation ante el taiwanés maquilló todas estas maquinaciones de pasillo, como si su Oscar fuera lo más lógico y merecido del mundo…




Otro Oscar que parece de lo más natural -volver a premiar a Quentin Tarantino por su indiscutible talento como guionista- en realidad deja las dudas de saber si lo hicieron como desagravio a Pulp Fiction -que mereció ganar todo en 1994- o porque realmente los académicos pensaban que el guión de Django desencadenado estaba a la altura del de su segunda y genial película. Y es que lo peor que le podía pasar a la carrera de Tarantino es que le dieran otro Oscar a estas alturas, cuando la autocomplacencia y la desmesura campan a sus anchas por sus películas, y sus guiones hace mucho que dejaron de ser perfectos. Al propio Django Unchained, aun siendo mejor que sus últimos films,  le sobra media hora y el final es como para abofetear a alguien. Pero bueno, en el fondo yo también sonreí complacido al ver cómo Mr Tarantino subía a por su 2º Oscar pasando de todo, con la corbata desabrochada y el Dolby Theater en pie. Un hecho que también se había producido una hora antes con el premio de secundario para Christoph Waltz, en la categoría con menos nervios de la noche: los 5 actores nominados ya habían sido oscarizados anteriormente.

En cuanto a los actores principales, Daniel Day-Lewis hizo historia al conseguir su tercera victoria como mejor actor, algo inaudito en la historia de los Oscar, ya que parecía existir una regla no escrita que limitaba a los actores principales a ganar como mucho dos veces. Pero su prestigio y la alargada sombra de Lincoln pudieron más que el hecho de que un intérprete contemporáneo superara a leyendas como Gary Cooper, Spencer Tracy o Marlon Brando. Del agradecido speech del británico sorprendió su arranque cómico al decir que Meryl Streep -que le había entregado el premio- era la primera opción de Spielberg para encarnar al venerado ex-presidente y que él en realidad iba a hacer de Margaret Thatcher. También se autolanzó una pulla al reconocer sus limitaciones en el musical al alegrarse de que Lincoln no lo fuera, recordando su fracaso en Nine. Por cierto, que Spielberg -con perpetua cara de poker, como sabiendo que nunca más va a ganar un Oscar- casi siempre lo sacaba de perfil en la peli, como en las monedas de centavo, quizá porque ahí era más acentuado el parecido. Y es que yo tengo un problema con su Lincoln: sigo viendo a Daniel Day-Lewis todo el rato con una perilla y una voz rara. Liam Neeson sí que lo habría clavado de verdad.

En la mejor actriz, todo apuntaba a priori a que Jessica Chastain y Jennifer Lawrence se disputarían el triunfo, con una ligera ventaja para la segunda según las entregas de premios previas. Pero la incertidumbre pronto quedó disipada porque desde el minuto uno de ceremonia… quedó claro que el Oscar sería de Lawrence. MacFarlane no paraba de mentarla -como en la canción de We Shaw Your Boobs, con guiño incluido a la cámara-, continuamente salían imágenes de su película -El lado bueno de las cosas tenía nominados a todos sus actores- e incluso al realizador parecían haberle chivado que ganaba ella, porque chupó bastante plano cuando se trataba de sacar recursos del público, mientras que la Chastain parecía asumir su derrota entre las sombras. Al final lo que tenía que pasar pasó y Jean Dujardin -objeto de otro cruel chiste de MacFarlane, por haber desaparecido también del mapa- anunció su nombre como ganadora del Oscar. Jennifer, para no perder la tradición de saraos anteriores -en uno perdió un tacón, en otro se le rompió el vestido…- tropezó al subir las escaleras -¡por Dior!- y se dio de bruces contra el suelo, quién sabe si objeto de algún extraño vudú de la Jessi, reafirmando el mito de la mala leche de las pelirrojas. Por cierto, me acabo de acordar de que cuando Daniel Day-Lewis ganó su primer Oscar, Jennifer Lawrence aún no había nacido...

Para la entrega del último y más importante Oscar, la academia decidió innovar y, junto con el eterno Jack Nicholson -¿alguien recuerda alguna gala en la que no haya estado?- se estableció una conexión en directo con la Casa Blanca, donde estaban Michelle Obama y un grupo de gente vestida rara haciendo bulto, dispuestos a desvelar el misterio y darle el postrero disgusto a Spielberg. La primera dama USA abrió el sobre y dio como ganadora a Argo, de Ben Affleck, que al final pudo subir al escenario junto a Grant Heslov, George Clooney y el resto de su equipo para recibir los agasajos de la academia y el público, 15 años después de aquel sorprendente Oscar como co-guionista de El indomable Will Hunting.


Para finalizar, y mientras todo el mundo corría a los bares y servicios del teatro, Seth MacFarlane y una tal Kristin Chenoweth se arrancaron con una canción-epílogo-anticlimax que seguro que no se repite, "Here's to the Losers," en la que se acordaban de la gente que no había ganado, como Bradley Cooper, Amy Adams, Joaquin Phoenix, etc. mientras a uno le daba por pensar: ¿Y cómo sabían que ésos no iban a ganar? ¿Habrá también tráfico de sobres en la Academia de Hollywood?

LO MEJOR


Que ganara la aparente sencillez de Argo y no Lincoln o La vida de Pi, cintas demasiado densas y pagadas de sí mismas. Y que lo hiciera Amor en la película extranjera.

Los números musicales, como la canción We Saw Your Boobs, la eléctrica presencia de Shirley Bassey -76 años- con Goldfinger y la Adele de Skyfall, así como el retorno de la Streisand para honrar a Hamlisch con The Way We Were.

Lo bien que administró Mark Wahlberg la sorpresa de que  hubieran 2 películas ganadoras en los efectos de sonido: primero nombró al equipo de La noche más oscura y luego, cuando éstos recogieron sus premios y se retiraron del escenario, anunció el segundo film ganador, con pausa dramática y suspense incluidos: ¡Skyfall!

Que la franquicia Bond fuera premiada con dos Oscars.

El vestido de Jennifer Lawrence, aunque le hiciera tropezar.

LO PEOR

La chapuza de la Academia al no nominar a Ben Affleck como director.

La enésima humillación a Spielberg. Por mucho que Lincoln fuese un poco ladrillo, el hombre que salvó a la industria del cine USA en los ’70 junto a Lucas no se merece estas afrentas que periódicamente recibe por parte de la Academia de Hollywood.

Que Pixar gane la película de animación hasta cuando entrega una cinta normalita como Brave. ¡Rompe Ralph! o Frankenweenie -con la posibilidad de premiar por fin a Tim Burton con un Oscar- habrían sido mejores decisiones.

El vestido de Anne Hathaway...


Que George Clooney ganara otro Oscar. Al menos estuvo calladito y no le quitó el protagonismo a Ben Affleck.

Que Jean Dujardin no dijera Je… y luego no hiciera la pausa dramática de Wahlberg al leer el sobre a la mejor actriz. La cara de las dos favoritas habría sido impagable :)


Criticoll

viernes, 1 de febrero de 2013

RESUMEN DE 2012 (III): LOS BIENES

Año de nieves, año de bienes. En 2012 no es que nevara mucho pero sí hubo bastantes bienes en la cosecha anual: films que coincidieron en la zona templada de la clasificación a mitad de camino de subida o bajada -según las expectativas de cada uno a priori-, pero que al menos garantizaban un rato de diversión.

Los bienes del año: Total Recall, Grupo 7, Sombras tenebrosas, Vacaciones en el infierno, Salvajes, El caballero oscuro: la leyenda renace; Prometheus, Mi semana con Marilyn, Los mercenarios 2, El Hobbit: un viaje inesperado.

TOTAL RECALL

El remake de Desafío total estaba en desventaja desde el minuto cero. Y es que con los créditos iniciales ya no oíamos la legendaria música de Jerry Goldsmith, sino una más anodina de Harry Gregson-Williams que ni de coña se la habría puesto Canal + como sintonía de los partidos de fútbol, y que ya te hacía añorar la peli de Paul Verhoeven antes incluso de ver a Colin Farrell correteando por Marte con los globos oculares a punto de estallar.

Pero es que… ¡oh, sorpresa! aquí Marte ya no salía para nada, si bien hay que reconocer que en su lugar utilizaban una idea bastante atractiva: en la distópica Tierra del futuro solo quedan dos zonas habitables: la Colonia -Australia-, donde viven los trabajadores explotados, y la Unión Federal Británica -Reino Unido-, la metrópoli donde éstos van a currar cada día en un tubo subterráneo que atraviesa el núcleo del planeta. Vaya, eso sí que es vivir en los suburbios…

A partir de ahí el resto era bastante parecido a la cinta de 1990, con Quaid -Colin Farrell- marcando músculos y sobresaltado por pesadillas en las que se ve acompañado por una morena-atlética-modosa -Jessica Biel-; o yendo a Memory Call a pesar de la negativa de su esposa Lori, que ya no es una actriz rubia -Sharon Stone- sino otra morena -Kate Beckinsale-, aunque también se siga acostando con el director de turno -Lew Wiseman-. Pues eso, que tras ver reactivada su memoria como Hauser, Quaid provoca la irrupción de los drugos del malo, uno de los villanos con el mejor nombre de la historia: Vilos Cohaagen -Bryan Cranston-, a la vez que descubre que su mujer no lo era en realidad y tal, sino otra agente de Cohaagen, Cohaagen -joer, es que mola decirlo-… A partir de ahí, muchas carreras, disparos, escenas de acción con un ojo puesto en el videojuego y la sensación final de que la peli era entretenida pero le faltaba un poco de mala leche; y que, a pesar de tanto trajín, también parecía tener el freno de mano echado para no pasarse de violenta y que no le cascaran en USA la tan temida R. Al menos, Wiseman y sus guionistas intentaban contentar a los fans del original echando mano todo el rato de guiños tontos que a mí me encantaron porque, snif, en el fondo soy un sentimental. ¡Hay un montón! yo me fijé en los siguientes antes de mirar la trivia del imdb:



-La mujer gruesa de la aduana que se quedaba “dos semanas” y que era Schwarzenegger camuflado ya no es el disfraz de Colin Farrell, pero vuelve a aparecer por allí para despistar y satisfacer a los nostálgicos.

-En lugar de Kuato tenemos a Matthias -Bill Nighy-, que no es juez de línea, sino líder rebelde y ya no tiene ningún mutante parecido a Jordi Pujol alquilado en el vientre.

-Quaid descubre que no está en un sueño -como sus enemigos le quieren hacer creer- gracias de nuevo a una secreción natural: la gota de sudor del médico en la cinta de 1990, la lágrima de Melina aquí.

A la hora de quitarse el localizador que lleva en el cuerpo, Quaid no se lo saca por la nariz como si fuera un moco, sino que lo tiene bajo la piel de la mano, es un móvil que se activa al apoyarlo en un cristal ¿?… ¿Acabaremos todos así en un salto evolutivo? ¿Cómo se recargará cuando se le acabe la batería? ¿Tendrá Whatsapp?

-La meretriz de los tres pechos también sale, esta vez con rasgos asiáticos. Para la Cómic-Con de San Diego se vistió un poco más recatada y supongo que con algún gorila incorporado para protegerla de las hordas de frikis.

-Hay un homenaje a Robocop de Verhoeven: un tipo bautiza a uno de los policías del futuro como Robopolla.

-Quaid-Colin es Tauro, como lo era Quaid-Arnold en 1990 cuando la niña mutante le adivina el horóscopo.

También me gustó el diseño del Londres futurista, tomado -o mejor dicho, saqueado- de Blade Runner, con la misma lluvia, polución, caracteres chinos por doquier, superpoblación, coches voladores o la sensación de estar en otra jungla de asfalto caótica como en el film de 1982. Por no hablar de los planos generales nocturnos tan intercambiables con aquellos de Los Angeles’ 2019, en los que se ve los edificios modernos construidos sobre el armazón de los antiguos. Una idea original de Ridley Scott, que imaginó que en el futuro sería más barato aprovechar los cimientos ya existentes a la hora de construir nuevas edificaciones que crear otros nuevos.

En cuanto a los actores, un blandito Colin Farrell no aguanta mucho la comparación con Schwarzenegger, claro que su Quaid está más serio y preocupado toda la película que lo que lo estaba el socarrón de Arnold. Mejor parada sale Kate Beckinsale, que gracias a las atenciones que le dispensa a su personaje su director y marido, consigue lucirse y chupar bastante plano, aunque yo me siga quedando con aquella Sharon Stone de 31 añitos :p. De la Melina de Jessica Biel, decir que parece sorprendente que haya conseguido una nominación al razzie, ya que se pasa la peli corriendo o disparando, no le da tiempo a interpretar ni bien ni mal. ¡Ah! y eso de tener a dos morenas como a ella y a la Beckinsale de rivales también provocaba que costase distinguirlas en las escenas de lucha -como en la del ascensor-. Es que hasta que no te fijabas en la mandíbula o los piños no sabías cuál era cuál…


SALVAJES

Con Oliver Stone me pasa lo mismo que con Tarantino: les he visto películas tan buenas en el pasado que me decepciono un poco -o un mucho, si se trata de Death Proof o Wall Street 2- cuando ahora estrenan una cinta y no llegan al nivel de calidad demostrado. En el caso de Stone, el listón lo marca J.F.K., una obra maestra del montaje a la que los años parecen no afectar, y que cada vez que la ves tienes la esperanza de que Jim Garrison acabe ganando por fin el juicio.

Aunque también cuenta con un reparto coral y exploten algunas cabezas, Salvajes está en realidad más cerca de Giro al infierno o Asesinos natos, films pertenecientes a la otra vertiente más choni y polvorienta del cine de Stone: con personajes turbios que viven la violencia sin complejos como parte natural de su existencia al margen de la ley.

En esta ocasión, el universo elegido por el autor de Platoon es el que nos muestra en sus páginas el escritor Don Winslow, es decir, el habitual microcosmos de narcos mexicanos, sicarios torturadores y forajidos gringos que ya no miran al South of the Border como a ese paraíso idealizado por Peckinpah y compañía en donde empezar una nueva vida, sino como un lugar muy peligroso y corrompido en el que si te pasas de listo no saldrás vivo.

La película cuenta la historia de Ben y Chon -Aaron Johnson y Taylor Kitsch- dos amigos que comparten todo en la vida, desde su exitoso negocio de marihuana, la pasión por el surf o la misma novia, Ophelia -Blake Lively-. Pero tras negarse a hacer negocios con un cartel mexicano -con Salma Hayek y Benicio del Toro a la cabeza-, su rutina se verá alterada al secuestrar éstos a su chica como represalia. Las ansias de venganza de nuestros amigos, la exigencia de un elevado rescate o la aparición de un agente del FBI aficionado a ser huntado -John Travolta- complicará bastante las cosas…

La película da lo que promete, es entretenida y se deja ver con fluidez, con un buen reparto en el que destaca Benicio del Toro como un temible sicario aficionado a disparar a las rodillas de sus víctimas -el reverso tenebroso de su oscarizado policía de Traffic-; o Salma Hayek, una reina de la droga mexicana que acaba teniendo más trato con su rehén rubia que con su propia hija, una hipócrita que la desprecia y sólo la quiere cuando se retrasan sus cheques.


El problema de Salvajes es que, como le sucedía hace unos párrafos a Total Recall, a veces parecía que Stone se autofrenase y no desbarrara a fondo como él sabe, alborotando un poco pero siempre dentro del sistema; algo así como el protagonista del 2º episodio de Black Mirror, 15 millones de méritos. Aceptando su etiqueta de rebelde oficial pero con miedo a pasarse de la raya con la MPAA y no encontrar financiación again si sus productores veían que no recaudaba lo esperado. ¡Pues si aún así te cascaron la R, amigo Oliver! De perdidos al Río Grande. Tampoco es muy convincente el doble y ambiguo final que se inventa para la película, muy diferente del del libro y con los que parece decirles a los de la pasta: uno para vosotros y otro para mí, y todos contentos.

Bueno, pues eso, que a ver si ahora que se acaba Breaking Bad la AMC, la HBO o alguien se decide a adaptar El poder del perro para matar el mono. Nunca mejor dicho.

Nota: calificación R - Restringido
Menores de 17 años, requiere de acompañamiento de padres o tutor adulto.
Puede contener lenguaje fuerte o muy fuerte, énfasis sexual, desnudez explícita, fuerte contenido de violencia y gore inquietante o de contenido de drogas.



VACACIONES EN EL INFIERNO

Una nueva cinta ambientada en México era Vacaciones en el infierno, otra película que seguro que no te pondría la oficina de turismo azteca en Fitur. Y es que tras ver Salvajes, Get the Gringo, Breaking Bad o leer alguna novela de Don Winlow, México parece mucho menos lindo y querido, y casi pasa a tener sólo por detrás a Corea del Norte, Somalia o Irán en tu lista de países a los que no apetece mucho ir. Un lugar donde la policía es un eslabón más de la cadena del narcotráfico y la corrupción, la vida no vale nada y el polvo, el calor y la miseria aparecen en cada rincón. Como aquí dentro de unos años, vamos. L

La película narra las peripecias de Mel Gibson como ladrón de bancos sin nombre que, tras ser detenido en la frontera -por Dean Norris nada menos, el Hank de Breaking Bad- da con sus huesos en una cárcel mexicana, “El Pueblito”, no muy parecida que digamos al hotel noruego donde vive el asesino de Utoya. Nuestro hombre tendrá que emplearse a fondo para sobrevivir y lograr escapar de semejante agujero, gobernado con puño de hierro por Javi, uno de los reclusos -el madrileño Daniel Jiménez Cacho-.

Una opinión bastante extendida en relación con esta película es que en realidad nos encontramos ante una secuela apócrifa de Payback (1999) con Gibson-Porter haciendo de las suyas ahora en una prisión de México... Lo cierto es que resulta interesante ver seguidas una y otra y comprobar las semejanzas tan curiosas que hay entre los dos personajes de Mel: la profesión de chófer, la voz en off, el estoicismo, su habilidad como carterista, sus pocos escrúpulos para conseguir dinero, fumar como un carretero, la ligera cojera, la afición por los regueros de gasolina que producen explosiones, etc. Si bien también hay algunos elementos que no casan entre ambos: el tatuaje de francotirador, que cambia de brazo -y de estamento: de la marina a la armada-; y la historia de su mujer y su mejor amigo que le engañaron, que no guarda relación con lo que sucede en la ópera prima de Brian Helgeland. Un juego cinéfilo lo bastante ambiguo como para no dejar nada claro y dar pie así a bastantes tertulias y posts en imdb.



En otro orden de cosas, y aunque tengo un gran respeto en general por el doblaje español, este es uno de esos films que es mejor verlo en versión original, porque toda la gracia de la película consiste en oír los cambios de inglés a castellano, el juego entre los personajes que sólo conocen uno u otro para ocultarse información, etc. Incluso hay una escena en la que Gibson imita a Clint Eastwood, y que en el doblaje pierde por completo la gracia. U otra al final en la que habla español un poco macarrónico, pero que se le entiende lo suficiente como para que los productores de Alatriste le ofrezcan la secuela ipso facto como lo vean.

En resumen, un resultón film de acción que demuestra que el carisma de Mel Gibson sigue intacto aunque su carrera en USA parezca sentenciada tras sus problemas legales, maritales, alcohólicos y hasta capilares. Y es que allí esta película no tuvo sitio en los cines y se estrenó directamente en DVD y en formato de pago por visión. Normal, no pretendería quitarle salas a obras maestras tan imprescindibles como Peso pesado o A todo gas 498.739.


GRUPO 7

El thriller le sigue sentando bien al cine español, ya que tras éxitos comerciales como Celda 211 o No habrá paz para los malvados -aunque a mí ésta no me gustó- Alberto Rodríguez se unió al club con Grupo 7, la historia de cuatro policías que a finales de los ’80 tratan de limpiar las calles de Sevilla ante la inminente EXPO-92. La película tiene a favor que el ritmo y el interés del espectador no decae casi en ningún momento o las logradas interpretaciones de Antonio de la Torre, Joaquín Núñez y Estefanía de los Santos; y en contra, que salga Mario Casas -y le den demasiado diálogo- o que la subtrama de los chanchullos del Grupo 7 con la Caoba y la droga decomisada no quede muy bien explicada. Pero bueno, en el cómputo general la cinta resulta bastante satisfactoria, y si existiera una enciclopedia ilustrada de frases manidas, la de “para ser española no está tan mal” llevaría una foto de esta película.


EL HOBBIT: UN VIAJE INESPERADO

Ya es una tradición ir al cine en Navidad a ver una de Tolkien-Jackson. Bueno, yo al menos ya lo he hecho cinco veces. Lo que pasa es que de las cuatro primeras ya hace más de diez años y fue antes de las versiones extendidas, de King-Kong o de Lovely Bones, con lo que esa aureola de infalible que tenía el director de Pukerua Bay se ha perdido un poco. Por otro lado, no todos los días acude uno a una película en 3D y 48 fps, así que a ésta había que ir... aunque contemplar cosas en primer término y otras al fondo y con esa textura tan extraña y telefilmesca se hiciera raro raro raro. El hobbit 1 es correcta y recupera parte del encanto de la trilogía original, pero no vibré en ninguna escena como antaño y me pareció demasiado larga para lo que al final nos viene a contar. Y es que no sé si fue el horario -un domingo a la hora de la siesta-, que salieran tantos enanos haciendo bulto y con nombres tan extraños o qué, pero durante un momento que estaba hablando Gandalf casi me duermo, tú.

Criticoll