John Carter
TÍTULO ORIGINAL: “John Carter” (2012). DIRECTOR: Andrew Stanton. REPARTO: Taylor Kitsch, Lynn Collins, Willem Dafoe, Mark Strong, Samantha Morton, Ciarán Hinds, Dominic West, James Purefoy, Daryl Sabara, Polly Walker.
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Y es que con John Carter estamos ante el típico film de aventuras Disney para toda la familia: un viejo proyecto, además, para el estudio del ratón Mickey -sus primeros intentos por adaptar la saga de Edgar Rice Burroughs datan de 1931- y que encima fue una influencia reconocida en su día para films como Star Wars o Avatar. Sin embargo, y a pesar de sus buenas intenciones, hay que reconocer que el resultado está más cerca de Flash Gordon, Dune o El señor de las bestias que de las cintas de Lucas y Cameron.
Mucha parte de culpa la tiene el hecho de que la película se empezarse a rodar sin un guión perfectamente cerrado, lo que llevó a constantes retrasos y re-filmaciones de escenas para tratar de darle cohesión al conjunto. Algo que fue repercutiendo poco a poco en su presupuesto hasta alcanzar esos excesivos 250 millones de dólares que no llegan a lucir ni por asomo en la gran pantalla. Pero la alarma de verdad surgió luego en los snake previews o pases previos entre espectadores escogidos al azar, que por lo visto se despacharon a gusto con la cinta en las tarjetas ésas donde escriben su opinión al acabar la proyección. A los ejecutivos Disney les entraron los sudores fríos al ver lo que se les venía encima: una mega-superproducción millonaria de un director -Andrew Stanton- hasta entonces dedicado a hacer largometrajes de dibujos; con un protagonista desconocido -Taylor Kitsch- que, según las críticas más crueles, tenía menos carisma que una rana; con un guión enrevesado, excesivo en duración o personajes; y con el run run de Hollywood de fondo diciendo que esa película iba a ser un fiasco. Lo que ha pasado al final ya es conocido: estreno mundial y simultáneo en todo el mundo con una gran campaña de publicidad -otros 100 millones de dólares- para tratar de salvar los muebles el primer fin de semana y que sea lo que Dios quiera…
Lo cierto es que John Carter tarda en arrancar y cuando por fin lo hace resulta una copia demasiado evidente de Avatar, cambiando la vegetación de Pandora por el desierto de Marte -bueno, de Barsoom- y a Sam Worthington por otro actor de similar sosería y apellido puñetero -Taylor Kitsch-, pero sin la garra, la fuerza visual o el demostrado saber hacer tras las cámaras de James Cameron. De hecho, hay una escena hacia el final en la que Carter aparece manchado por todo su cuerpo con la sangre azul de una bestia marciana a la que termina de matar, y en la que sólo falta que salgan cartelitos y flechas señalándole y diciendo: eh, ahora se parece todavía más a Avatar, ¿a que sí?
La película llega a provocar simpatía por la ingenuidad de su propuesta, y se beneficia de un final apañado que hace olvidar sus fallos de ritmo y escasa espectacularidad anteriores. Algo que deja un buen sabor de boca en espectadores poco exigentes, pero no en el ánimo de los ejecutivos Disney, que probablemente esperaban que su proyecto más veterano y gran apuesta en taquilla para 2012 transmitiera otras sensaciones más poderosas que las que finalmente produce. Quizá se consuelen pensando en que lo de James Purefoy es peor, ya que en sólo dos años ha pasado de encabezar proyectos de franquicia -frustrados- como Solomon Kane, a acabar de secundario prescindible en films similares como este John Carter; donde su personaje podría haberlo interpretado el mocho que hacía de pelo de Nicolas Cage en El aprendiz de Brujo y nadie habría notado la diferencia.
Criticoll
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