He leído 2 libros de memorias de
personajes relacionados con el cine. Eran muy interesantes y los acabé en
apenas unos días. Luego, pensando en ellos, llegué a la conclusión de que aunque
sus autores no podían ser más distintos, lo cierto es que tenían mucho en
común: una impresionante capacidad para recordar detalles de cosas sucedidas hace
décadas y, lo que es más importante, hablar sin pelos en la lengua -y con anécdotas
muy jugosas- sobre las celebrities
que conocieron.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY-BhL2j7Ayx2cXINoNlr-q1OK4zP8IAAi5Dc4bm5Qz2jR14qDLbapR6zUaoWiZjlMq8tnSK81PpDwRsMq4d6Oh4udWI7mR4OOZfBHsZGlfIcjkEpLEqONkC9oqCOMvi6EbNSfuB6fnhWs/s1600/_portadaalfredograndevidauncomicogrande_e288e895.jpg)
“Landa lo cuenta todo”, promete el libro en la portada, y a fe mía
que lo hace. El añorado intérprete se aleja de lo políticamente correcto y se moja
lo suyo, criticando a diestro y siniestro a la gente que a su juicio se lo
merecía, por muy famosos que fueran. Además el recorrido que hace por su vida
es muy ameno, con un lenguaje cercano y coloquial, como si estuviera hablando con
el periodista en la barra de un bar, pero regado con un gran número de detalles
que obviamente han sido corroborados luego. Empezando por la curiosa fijación
que tuvo el número 3 en su trayectoria vital: nació el 3-3-1933, debutó en el
cine en Atraco a las 3, tuvo 3 hijos,
le dieron 3 Goyas, vivía en un 3º, falleció en 2013, etc. Por cierto, el libro que
leí era la 3ª edición, pero creo que eso no cuenta.
El padre de Alfredo era guardia civil,
y se trasladó de Pamplona -donde nació él, hijo único- a Figueres, Madrid y finalmente
San Sebastián, lugar en el que Landa solía jugar al fútbol de adolescente con
Elías Querejeta, o donde descubrió su pasión por la actuación tras salir en una
obra de teatro del instituto. Tras la muerte de su progenitor en 1950, nuestro
héroe entró a trabajar en una oficina mientras mataba el gusanillo de la interpretación
en el TEU, el teatro universitario franquista, donde conoció a su mujer y se
curtió en las tablas. Luego abandonó la carrera de Derecho y convenció a su
madre para que le dejara probar fortuna en Madrid persiguiendo su sueño de ser
actor. Los principios allí fueron duros, y Alfredo sólo pudo encontrar hueco
como actor de doblaje, profesión que también seguiría, por cierto, un amigo
suyo del cole de Figueras, Arsenio Corsellas -famosa voz barcelonesa de Burt
Lancaster o Sean Connery-. La anécdota más famosa que cuenta Landa de su etapa
en el doblaje madrileño es que prestó su voz anónimamente a Cantinflas en La vuelta al mundo en 80 días, para
algunos diálogos que el humorista mexicano se había dejado por doblar.
Pero sin duda el núcleo duro del
libro es la relación de Alfredo Landa con el teatro y el cine, sus dos grandes amores
y que también proveen las páginas más suculentas de chismorreos. Y es que
Alfredo recuerda con memoria de elefante las obras teatrales de la capital en
las que fue metiendo cabeza poco a poco, y cómo fue ese proceso de ir ascendiendo
en la profesión a fuerza de tesón, pasión por la actuación… pero también quiénes fueron aquellos que le
pusieron zancadillas en su camino al éxito. La lista negra de Landa es larga y
tendida, siendo los nombres más famosos los de Rafael Alonso, Manolo Gómez Bur,
Tony Leblanc Juanjo Menéndez, o José Luis López Vázquez -el morito-, ya fueran por divos, egoístas, roba-escenas
a traición o mal compañeros.
Con su salto al cine a principios de los ’60 -llegaría a rodar unos 130 films- se abrió otro de sus frentes belicosos, esta vez contra los productores de películas, seres codiciosos y amorales a los que también pone de vuelta y media, haciendo especial mención en José Frade o en aquel que se convertiría en su gran enemigo y némesis: José Luis Dibildos, marido de Laura Valenzuela y que lo atrapó con mala fe en un contrato leonino y esclavizante durante casi 3 años… hasta que un buen día Alfredo se hartó y le metió una de esas broncas que también -y tan bien- daba en la pantalla, y con la que Dibildos se ve que se achantó y le rescindió el contrato. En este sentido, es gracioso eso que dice Landa que pensó en enviarle al productor una cabeza de caballo a su cama como en El padrino, pero que al final desistió, porque, conociendo al personaje, se la habría colgado en la pared…
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi9dQsZ_x0nupf6cm17__lDAFGXDaXZm8Ystc2vp2rzS6K8jLsX5M-dcsIWNtcsKfpqYabJXTas0or31s90tgFKJ-_EvqZNZaD8DnvdOO5seDHxoLbKHLF61Cn30Nd1mg3LxQBID96hqXF/s1600/07-no-desearas-al-vecino_ampliacion.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-f-s7yhSYGkNTjyTkirhHbZ_6bglkIbX7BvmyY7aRNtJ3VSDY2_0dqVLyDV5Ad7FsNGQ7kuVg6hJwAxDbzXSZJIgQyaX-hHJPXRm1b5QK7MhWjD2T78mFCc2oWtjAzBLVfrqFvyjsrNIj/s1600/alfredo-lando--478x270.jpg)
De este modo, dan ganas de
revisar no sólo sus highlights como Los santos inocentes, El Crack 1 y 2, La vaquilla, o El bosque animado, sino
otras cintas como la ya mítica No
desearás al vecino del quinto -la película más taquillera de la historia
del cine español hasta Amenábar, Segura y compañía-, Los que tocan el piano -una divertida comedia sobre ladrones de
1968- o Polvos mágicos, una auténtica
bazofia pero un éxito sorprendente tras ser redoblada estilo El informal -por ejemplo, salía Frankenstein
y alguien gritaba: “mira, ha llegado
Fraga”-.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibKt9dAamPCekThgpKG_eHoGGRaS2s7ycWhxVidgx42jBuyKHFj5G-haJuZs7QVC95A6R_OEFWOZPsX-sSPqBAe2sTr2Jg4KUw9ymnBuEjHO2KFCJcERMBD3IrDIte6NDP4emxFXTc-GEy/s1600/ALFREDO+LANDA+collage.jpg)
Scotty Bowers y Lionel Friedberg
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhthaDuuB635bPSxg4Zh1C_ak7wk-6ijKADot_kpDpl083snez7E5t-TMhTaAls8VAslvFSVKaqH0CZwYc-5AjyzexJjv22H3yxRvwCv_EXYJE-_CBMFO9C7qWb-qWyfTme6rUIh_-nOpze/s1600/1510hepburn.jpg)
Ese es sólo uno de los
chismorreos que contiene Servicio completo, las memorias del
chapero y alcahuete Scotty Bowers, una de las leyendas más desconocidas del
Hollywood clásico. Bowers, nacido en Illinois en 1923, era un joven y apuesto
marine que tras luchar en la 2GM llegó a Los Ángeles en 1946 en busca de
trabajo, el cual encontró al poco en una gasolinera de Hollywood Boulevard esquina con Van Ness Avenue. Un
día pasó por allí el actor Walter Pidgeon y se lo ligó, llevándoselo a la
mansión de un amigo gay para una tarde de piscina, sol y sexo. Ese fue sólo el
primero de una larga lista de escarceos del bisexual Scotty con los ricos de Hollywood:
a partir de entonces, y demostrando una mente ciertamente empresarial, Bowers utilizó
la gasolinera como base para concertar sus propios encuentros sexuales con famosos,
y de mediar en los de otros gracias a sus recién descubiertas dotes de
alcahuete: Scotty les proporcionaba a las celebrities
jóvenes de ambos sexos con las que desfogarse, pero eso sí, sin cobrar ningún
porcentaje por concertar esas citas ajenas. Lo único que le importaba a nuestro
héroe era ver a la gente feliz; a los unos por haber echado un buen polvo, y a los
otros, por ganar un dinerillo que les venía muy bien.
Después de unos años, Bowers dejó
la gasolinera y pasó a emplearse como barman de fiestas privadas, en las que
continuó practicando y perfeccionando su negocio en la sombra. Lo cierto es que
Scotty era muy alabado no sólo por sus dotes, ejem, físicas, sino además por su
carácter afable y discreción, lo que le aseguró muchos amigos y trabajo durante
décadas en esos saraos de las mansiones de Hollywood, más allá del final feliz
que solían tener.
La lista de Bowers
Lo bueno de Scotty es que no se va por las ramas ni utiliza seudónimos para hablar de los famosos involucrados,
sino que los cita con nombres y apellidos. La lista de los amantes de ambos
sexos que tuvo es infinita, y entre los más célebres se encuentran Walter Pidgeon,
Randolph Scott, Cary Grant, Vivien Leigh, Tyrone Power, Charles Laughton, Elsa
Lanchester, Nöel Coward, Edith Piaf, los duques de Windsor, Raymond Burr, J
Edgar Hoover, Vincent Price, Cole Porter, Brian Epstein, Spencer Tracy, George
Cukor, Tennesse Williams y hasta la mujer de Harold Lloyd, en un rato en el que
éste les sacaba unas fotos en 3D a unas modelos.
Paradójicamente, y al contrario que Alfredo Landa, el en teoría poco respetable Bowers resulta la candidez hecha persona y no habla mal de nadie. Pero el hecho de que la práctica totalidad de los famosos del libro ya estén fallecidos podría llevarnos a pensar que lo que nos cuenta Servicio completo es falso, los 15 minutos de fama de un nonagenario con afán de notoriedad. Sin embargo, me da la sensación de que todo cuanto revela Scotty sucedió. No sólo porque lo refrenda el reputado escritor y guionista Gore Vidal en la contraportada -“Scotty no miente y conoció a todo el mundo”- o el mismísimo Román Gubern en la introducción, sino porque da muchos detalles de rumores que ya habían sido apuntados hace años por Kenneth Anger en Hollywood Babilonia: la especial “amistad” entre Randolph Scott y Cary Grant; la afición de James Dean por ofrecer su cuerpo como cenicero en orgías gays, la de George Cukor por los trabajos bucales -que se lo digan a John Holmes- o la de Tyrone Power por la lluvia dorada; las peleas conyugales de Charles Laughton y Elsa Lanchester por los jóvenes efebos a los que contrataban, etc. La novedad respecto a Anger es que Scotty nos proporciona información de
primera, ejem, mano, de historias nunca oídas que él mismo protagonizó. Como su noche salvaje con Vivien Leigh en casa de Cukor; las farras junto a Errol Flynn y cómo éste llegaba tan borracho a casa que no podía cumplir con la chica de turno, por lo que le tocaba a él rematar la faena mientras Errol dormía la mona; la vez que conoció a los Beatles por medio de Brian Epstein y les consiguió una mansión para huir del acoso de los fans; su semana de sexo con la cantante Edith Piaf, etc. Unas interacciones con famosos desconocidas por la Historia oficial que convierten a Scotty en el remedo salidorro de Forrest Gump.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFEiGCudUdINqQYsfNFnfmMW6Z30urBVXg03MolJ1NlZe0RLKyQeHMhsFQej0dCKtj7Z5cMHZkiOfCglE6DsZvDRHY9v25NjYXGOaz3EASRkZlaVFcBHIG3kr2ExFFmqKvMCygO-MMJsud/s1600/eoodttw_bowers.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1YjDq37Wv6kFRAgmxuzfkBbyvvonQNLQlS3E__o4-1T1Kz81R0xpvqD_bvOEzzX4f8uyjC-2CFL8PPFmRY17Vu-to0OLO8y8qEHfzPQhn5Grmo6fnh48aS_axWm60abndHZ2dQt1taVIv/s1600/full-service+ok.jpg)
Otra etapa interesante fue su colaboración
con el célebre Alfred Kinsey en la investigación sobre el comportamiento sexual
de hombres y mujeres: Bowers reunió a un grupo de amig@s suyos de los de la
gasolinera y le abrió al sexólogo de Hoboken y a su equipo un nuevo mundo de
conocimientos prácticos… mientras los blocs de notas echaban humo, supongo. En
otras ocasiones, sus servicios eran requeridos para embarazar a mujeres ricas,
con las que Scotty cumplía como un campeón con su obligación de semental y tal.