Aunque siempre es agradable volver
a saber del viejo Clint, hay que reconocer que Cry Macho no pasa por ser
una de sus mejores obras y tampoco un gran adiós interpretativo, si es que esta
vez es fiel a su promesa de concluir su carrera como actor, algo incumplido
sistemáticamente tras Million Dollar Baby, Gran Torino o Mula,
anteriores amagos de cierre mucho más dignos. Una faceta actoral que
Eastwood, a pesar de su edad, se niega a dejar de lado, añadiendo cláusulas del
estilo de si no la dirijo yo no cuenta, como Golpe de efecto.
Pero lo cierto es que, por muy
buenos genes que tenga Clint y que le hagan continuar en activo pasados los
noventa, hay que reconocer que su imagen física ya está muy ajada y aquí no se
corresponde con la que debería tener su personaje en realidad. Irónicamente, para
alguien que compró el guión de Sin perdón en 1982 y lo guardó diez años en
un cajón hasta alcanzar la edad adecuada para protagonizarlo, aquí tenemos la
situación contraria, la de un actor que supera en 30 años a su
personaje y que por desgracia no es Benjamin Button. En efecto, el guión de N. Richard
Nash -escrito en 1975 y luego convertido en novela- fue ideado para un actor de
unos 60 años, y a lo largo del tiempo dio tumbos por Hollywood en proyectos
frustrados que hubieran contado con Roy Scheider, Robert Mitchum, Pierce Brosnan, Arnold
Schwarzenegger o el propio Eastwood con 58 años -en 1988-, si bien lo rechazó e
hizo La lista negra en su lugar. Cuando al fin la ha rodado -en otoño de 2020- Clint ya es nonagenario y de aspecto muy frágil y quebradizo, algo que no
casa mucho con su personaje: el de un vaquero recién jubilado que no rehúsa la
acción y todavía es capaz de seducir a un par de mujeres en la trama. Esto da
lugar a momentos que rozan el bochorno, como cuando la madre de Rafo, de 39
años -Fernanda Urrejola, la mujer de Diego Luna en Narcos: México-
se le insinúa y él la rechaza, o la suspensión de la incredulidad que
supone contemplar la escena en la que Mike doma un caballo, por mucho que nos metan
un inserto de Clint dando botes en plano medio para disimular el doble que le
sustituye en el plano general.
Se ha acusado a la película de parecer hecha por la Disney de hace unos años -desde luego no la de ahora, no hay personajes LGTBIQ-, con situaciones de peligro solventadas con facilidad por los protagonistas, como la de deshacerse del único matón enviado por la mafiosa Leta para recuperar a su hijo, o la ambigüedad que supone que al final al espectador le dé igual que Rafo se vaya con su padre o se quede con Mike, pues las dos opciones serían válidas según como evolucionan las situaciones y los personajes en la trama. Lo cierto es que si los estudios de Hollywood habían rechazado tantas veces el libreto de Nash por algo sería, pues este es demasiado bienintencionado y no acaba de explotar todas sus posibilidades, salvo en ese sólido monólogo de Mike que desmitifica la figura del macho, en el que diserta sobre la sabiduría que proporciona la experiencia y el paso del tiempo.
Recomiendo ver la película en
versión original, y no solo porque Eastwood no cuente ya con la voz del
recordado Constantino Romero, ni siquiera la de Arsenio Corsellas -su voz de Mula-
o la del gallego Antonio Cancelas -la de En la línea de fuego-, todos
ellos ya fallecidos, sino la de Camilo García, doblador habitual de Anthony Hopkins
o Tommy Lee Jones y que recuerda demasiado a estos; sino porque en muchas
escenas al personaje de Clint le hablan en español y él no lo comprende, y
necesita al muchacho que le traduzca, por lo que este le repite en inglés lo
que le han dicho. En el doblaje esto se resuelve como si el chaval supiese más
cosas sobre lo que le están diciendo los otros, añadiéndole datos. Pero en
un par de ocasiones simplemente repite en castellano lo que ya le habían dicho en el idioma de Cervantes y ahí es donde te das
cuenta de que en la VO le están hablando en español y Mike no lo entiende, y no
porque esté un poco sordo. Con lo que Rafo lo que hace en realidad
es aportar información redundante, ampliada para tontos y que resulta bastante risible, aunque sin llegar a los niveles de vergüenza ajena como en Tras el corazón verde.
Criticoll