lunes, 31 de marzo de 2025

Marzo de 2025

 Algunas películas que vi en Marzo de 2025

Tootsie (1982) 

Hay películas que el tiempo trata con cariño y otras que, vistas décadas después, parecen piezas de museo difíciles de encajar en la sensibilidad actual. Tootsie, de Sydney Pollack, entra sin duda en esta segunda categoría. Recordada como una comedia ingeniosa y hasta “valiente” en su momento, hoy la película despierta una mezcla de nostalgia y sonrojo. ¿Divertida? Algo, sí. ¿Tan brillante como la pintaban? No tanto.

La historia de un actor desesperado -Dustin Hoffman- que se disfraza de mujer para conseguir trabajo en una telenovela, no pasaría hoy el más mínimo filtro de sensibilidad social. En plena era de la representación y el respeto por las identidades, Tootsie probablemente sería despedazada en redes sociales por su tratamiento superficial del género, sus clichés de manual y una visión que hoy se sentiría más reaccionaria que rompedora.

Uno de los elementos más discutibles es, curiosamente, el que la Academia decidió premiar: Jessica Lange como actriz secundaria. Su personaje es dulce, sí, pero ni especialmente complejo ni especialmente memorable. Da la sensación de que su Oscar fue más una compensación que un reconocimiento real a su trabajo: ese año también estaba nominada como actriz principal por Frances, pero con Meryl Streep arrasando por La decisión de Sophie, había que consolarla de alguna forma. Lo curioso es que otras actrices como Sigourney Weaver o Scarlett Johansson también compitieron por partida doble en años distintos… y no recibieron ni la palmadita en la espalda.

Tootsie sigue siendo una comedia bien realizada, con momentos acertados y un reparto sólido. Pero vista con ojos actuales, no tiene el impacto que una vez tuvo. Más que romper moldes, hoy parece atrapada en ellos. Aun así, sigue siendo un documento interesante sobre los límites del humor, el disfraz como narrativa y cómo cambian los tiempos, incluso en Hollywood.

Meteoro (1979) 

Meteoro es uno de esos últimos coletazos del cine de catástrofes setentero, ese subgénero que pobló la década con volcanes, terremotos, aviones imposibles y ahora... un asteroide directo a la Tierra. La fórmula era clara: reunir a un puñado de estrellas de renombre, ponerles cara de preocupación y cruzar los dedos por que el espectador no se fijara demasiado en el guion.

Aquí tenemos a Sean Connery, en un momento de bajón profesional, al frente del reparto, liderando una misión para desviar el inminente impacto espacial. Henry Fonda aparece, como tantas veces en esa época, en un papel de autoridad moral —esta vez como presidente de los Estados Unidos—, en un rol tan simbólico como fugaz. Y por supuesto, como buen producto de su tiempo, no podía faltar el mensaje de cooperación internacional, con Estados Unidos y la Unión Soviética uniendo fuerzas y misiles para salvar el planeta. Hoy, esa coalición incluiría también a China, India, Corea del Norte e Irán, todos tirando sus respectivas cabezas nucleares por el bien común... ¿quién dijo que la política internacional no tenía sentido del humor?

Uno de los detalles más llamativos es la elección de Natalie Wood y Brian Keith para los papeles rusos, algo que resulta más creíble sabiendo que ambos hablaban ruso en la vida real. Hoy en día, eso se resolvería en postproducción con una IA clonadora de voces —al estilo The Brutalist— y unos subtítulos automáticos. ¿Natalie Wood? Reemplazada por Selena Gomez. ¿Brian Keith? Quizá Benjamin Bratt. Así estamos.

Visualmente, Meteoro ha envejecido regular, tirando a mal. Los efectos especiales —esos asteroides que parecen poliespán pintado— y las maquetas que chirrían hoy, no ayudan a tomarse en serio la amenaza global. Aun así, como cápsula del tiempo y ejercicio de nostalgia catastrófica, tiene su encanto. Aunque más como rareza que como referente.

Una película fallida, sí, pero también un simpático ensayo de lo que podría (o no) pasar en 2027, 2032… o cuando el apocalipsis decida llamar a la puerta. Por si acaso, que alguien tenga los misiles listos.

Hoosiers (1986) 

Hay películas que trascienden el deporte que retratan, y Hoosiers es, sin duda, una de ellas. Considerada por muchos -con razón- como la mejor película de baloncesto de todos los tiempos, esta obra dirigida por David Anspaugh combina emoción, drama y redención con una autenticidad que pocas veces se ha vuelto a ver en el género.

La historia del entrenador Norman Dale -Gene Hackman- y su llegada a un pequeño instituto de Indiana para levantar un equipo desmotivado y convertirlo en campeón estatal está narrada con una sensibilidad poco común. Hackman, a pesar de no tener mucha fe en el proyecto —según cuenta la leyenda, en una escena del banquillo le dijo a Dennis Hopper: “Espero que hayas invertido bien, porque después de esto ni tú ni yo volveremos a trabajar”—, entrega una de sus interpretaciones más contenidas y humanas. Su escepticismo, afortunadamente, no se contagió a la película.

Mi primer encuentro con Hoosiers fue casi por casualidad, en la era dorada del videoclub. La descubrí en un trailer previo a Superdetective en Hollywood II, y la alquilé sin saber nada de ella. Fue una sorpresa grata: una película intensa, con una excelente progresión dramática que sabe construir el clímax sin golpes bajos ni efectismos gratuitos.

La música de Jerry Goldsmith merece mención aparte. Su partitura, nominada al Oscar, es un acompañamiento perfecto a la emoción creciente del relato. Y ya que estamos con la Academia: si alguien debía arrebatarle la estatuilla a la música de La misión, esa era Hoosiers, no Alrededor de la medianoche, una decisión que aún hoy cuesta digerir.

Hoosiers es cine deportivo en su máxima expresión, pero también es una lección sobre segundas oportunidades, perseverancia y comunidad. Un clásico que, más allá del balón, sigue inspirando.


Hostiles (2017) 

Hay otras películas que, aunque ya vistas, vuelven a uno como si fueran nuevas. Eso me pasó con Hostiles, de Scott Cooper. La había visto hace unos años, pero apenas recordaba nada, lo que dice mucho sobre cómo funciona —o no funciona— la memoria cuando se trata del cine. Esta vez, en una revisión más consciente, el impacto fue otro. Más denso. Más emocional.

Hostiles es un western crepuscular, duro y cargado de silencios. Christian Bale interpreta con su habitual intensidad contenida al capitán Joseph Blocker, un militar curtido que debe escoltar a un jefe cheyenne moribundo y a su familia de regreso a tierras sagradas. En el camino, se cruza con el personaje de Rosamund Pike, una mujer que acaba de perderlo todo a manos de una brutal incursión indígena. El odio es mutuo, y palpable.

El rodaje debió de ser un hervidero emocional: Bale y Pike, conocidos por su intensidad (y fama de exigentes), liderando un reparto en el que también aparecen Ben Foster, Jesse Plemons y un jovencísimo Timothée Chalamet en papeles secundarios pero efectivos. Una alineación que da gusto ver, aunque a veces se perciba cierta contención narrativa que deja a algunos personajes a medio camino.

La película no es amable con el espectador. Es dura, seca, incluso desoladora en momentos. Pero también sabe manejar la belleza: los paisajes del Oeste americano filmados con una sensibilidad pictórica, la violencia mostrada sin épica, la redención como un acto de resistencia más que de fe.

Hostiles no es un western clásico, ni tampoco uno completamente revisionista. Se mueve en esa tierra incómoda de lo ambiguo, donde no hay héroes limpios ni villanos absolutos. Y eso es, precisamente, lo que la hace valer la pena.

En mitad de la noche (1959) 

Por fin vi este mes una película con más de una palabra en el título, creía que me lo prohibía mi religión o algo -y es que tambien vi por estas fechas Anora y Cónclave-. En mitad de la noche, dirigida por Delbert Mann y escrita por el gran Paddy Chayefsky, propone un romance poco habitual entre un ejecutivo viudo de 56 años -aunque el siempre solvente Fredric March ya rondaba los 62- y una joven empleada de 24 interpretada por Kim Novak, entonces en pleno esplendor.

Basada en una obra teatral del propio Chayefsky, la película no oculta su origen escénico: diálogos densos, espacios reducidos, y una fuerte carga emocional en cada gesto. Pero lo interesante aquí no es solo la diferencia de edad -que hoy en día seguiría levantando cejas-, sino cómo se abordan los juicios sociales, la soledad, el luto y la necesidad de reconexión en la vida adulta.

Durante buena parte del metraje, En mitad de la noche se atreve a desafiar convenciones y miradas moralistas, planteando preguntas incómodas con una honestidad admirable. Sin embargo, el final feliz que el guion se saca de la manga parece más una concesión al público o al estudio que una conclusión orgánica del conflicto. Esa resolución edulcorada va en contra de todo lo que la película ha construido hasta entonces, y desluce lo que podría haber sido un retrato mucho más honesto y descarnado.

Aun con su cierre forzado, la cinta sigue siendo un interesante retrato de las relaciones marcadas por la diferencia generacional y el juicio ajeno, sostenida por dos actores en muy buen estado de forma y una escritura que, al menos durante buena parte del trayecto, brilla con lucidez.


El cazador de recompensas (2023) 


Quién le ha visto y quién le ve a Walter Hill. El mítico director de The Warriors o Límite: 48 horas firma aquí una de sus obras más desangeladas, una suerte de western crepuscular que no logra encontrar ni el tono, ni el ritmo, ni —lo más preocupante— una razón de ser. El cazador de recompensas es una película dedicada a Budd Boetticher, pero lo cierto es que el resultado está más cerca del pastiche low cost que del homenaje sincero al western clásico.

Encabeza el reparto Christoph Walz -en un look parecido al de Django desencadenado- como el cazador de recompensas del título, mientras el malo de turno es Benjamin Bratt con una interpretación que pretende ser carismática, pero termina empañada por un detalle imposible de ignorar: su español en versión original es tan forzado como desconcertante. Le pasa lo mismo que a Selena Gómez en Emilia Pérez,  otra que apelaba a sus raíces latinas pero sin manejar con soltura el idioma. El resultado es una interpretación que parece actuar en dos idiomas… y no acertar en ninguno.

Willem Dafoe, siempre magnético incluso en los peores papeles, aparece también en el elenco. Su presencia suele elevar cualquier proyecto, pero aquí no es suficiente para salvar la función. Porque sí, hasta Dafoe tiene sus días malos, y este es claramente uno de ellos.

La película naufraga, además, por exceso de ambición mal canalizada: demasiados personajes, demasiadas subtramas, y poca claridad en el foco narrativo. Cuando por fin parece que va a arrancar, se quitan de encima a varios personajes de golpe, como si la cinta se rindiera ante su propia falta de dirección.

Visualmente, no ayuda nada su estética barata. En algunos momentos, uno diría que está rodada en algún decorado perdido de Almería o en una llanura genérica de Rumanía. Pero no: fue filmada en Santa Fe. Aun así, su acabado recuerda a esas producciones televisivas de bajo presupuesto que apenas consiguen diferenciarse unas de otras.

Imposible no acordarse de Rust, el infame rodaje en el que Alec Baldwin terminó disparando accidentalmente a la directora de fotografía Halyna Hutchins. El cazador de recompensas comparte con aquella cierta estética de western televisivo barato y, viéndola, uno no puede evitar pensar en lo absurda que fue esa tragedia si era para algo de este estilo.

Y para colmo, esta película es una de esas razones que hacen que uno piense seriamente en cancelar su suscripción a Prime Video. Especialmente ahora que, como guinda, han empezado a poner anuncios. Mal negocio para el espectador.

En definitiva, El cazador de recompensas es un western sin alma, sin fuerza y sin dirección, que ni siquiera logra sostenerse con sus nombres de cartel. Ni el legado de Walter Hill, ni la presencia de Dafoe, ni la supuesta inspiración en Boetticher consiguen darle vida. Una oportunidad perdida… otra más en el cementerio de los westerns contemporáneos.

La gran jornada (1930) 

La gran jornada es uno de esos títulos que te hacen levantar una ceja incluso antes de ver la película. ¿"Jornada"? ¿En serio? Como si John Wayne fuera a recorrer de Missouri a Oregón en un solo día. El título original, The Big Trail, hace mucha más justicia a la historia: una épica odisea por el Oeste americano, en la que una caravana de colonos atraviesa desiertos, ríos y montañas para expandir la frontera hacia Oregón. Pero lo que realmente sorprende de esta cinta no es su argumento, sino su audacia visual y técnica para la época.

Dirigida por Raoul Walsh y protagonizada por un jovencísimo John Wayne en su primer rol principal, esta fue una superproducción con todas las letras. Rodada en 1930, La gran jornada parece un artefacto fuera de su tiempo: un auténtico oppart1 cinematográfico. Visualmente es impresionante, como si alguien hubiera colado una película de Cinemascope en la era del cine mudo. Utiliza el formato Grandeur de 55 mm, que permitía una amplitud de campo y una calidad de imagen inusuales en ese momento. La profundidad de campo, las composiciones panorámicas, y el uso de exteriores naturales hacen que parezca más cercana a producciones modernas como Horizon o American Primeval que a sus contemporáneas.

Y, sin embargo, fue un fracaso.

En plena Gran Depresión, pocos cines podían permitirse adaptar sus equipos para proyectar en 55 mm, y más aún cuando sólo la Fox estaba experimentando con ese formato. Así que, pese al ambicioso presupuesto de 4 millones de dólares, la película quedó relegada a un rincón de la historia, injustamente olvidada por muchos, y recordada por otros como una rareza técnica.

El proyecto fue tan descomunal que se rodaron hasta seis versiones distintas: una en Grandeur, otra en 35 mm estándar, y cuatro más en francés, español, alemán e italiano, todas con diferentes elencos y directores. Como en el famoso Drácula de Bela Lugosi, se aprovechaban los mismos decorados y se trabajaba por turnos. El cómico sueco El Brendel, por ejemplo, salía también en la versión alemana. Un despliegue logístico colosal que, por suerte, el doblaje acabaría simplificando años después.

En cuanto a los aspectos narrativos, la película tiene altibajos. El villano interpretado por Tyrone Power Sr. parece salido de una ópera muda, sobreactuado y gesticulante, en lo que fue su única película sonora antes de fallecer ese mismo año. John Wayne, por su parte, muestra el carisma que lo haría leyenda, aunque su personaje es, cuanto menos, contradictorio: acosador de mujeres en ciertas escenas, pero también amigo de los indios.

Y luego está el vestuario. Ay, el vestuario. Wayne pasa toda la película con el mismo mono blanco —incluso en un flashback y un salto temporal de un año— como si no existiera la ropa de repuesto en todo el Oeste. Ni los más duros pioneros del siglo XIX eran tan cutres.

El sonido también deja que desear, como en muchas producciones de transición entre el cine mudo y el sonoro, pero todo queda eclipsado por la fuerza visual de la propuesta. Cada plano es una postal, un testimonio de lo que podría haber sido el cine si la tecnología y el contexto económico hubieran acompañado.

Raoul Walsh no sólo firmó una superproducción adelantada a su tiempo, sino que también descubrió a la futura estrella del western. Aunque se suele decir que fue John Ford quien lanzó a Wayne al estrellato, lo cierto es que sólo le daba papeles menores. Fue Walsh quien, viendo algo en Marion Morrison, le dio un nuevo nombre y una verdadera oportunidad.

La gran jornada es una película imperfecta, sí, pero también un hito olvidado, una joya sepultada por las circunstancias. Merece ser vista con ojos curiosos y mente abierta, no sólo como pieza arqueológica del cine, sino como un valiente intento de empujar los límites del medio antes de que el mundo estuviera preparado.

1El término "oopart" es un acrónimo en inglés que significa "out-of-place artifact" (artefacto fuera de lugar). Se utiliza para describir objetos arqueológicos o paleontológicos que se encuentran en lugares o contextos donde, según la comprensión científica convencional, no deberían existir. Estos objetos suelen presentar características que parecen indicar un nivel de tecnología o conocimiento que no se atribuye a la época en la que fueron encontrados.

 

Horizontes lejanos (1952) 

Horizontes lejanos (Bend of the River) es el segundo de los cinco westerns que rodaron juntos James Stewart y Anthony Mann, una de las duplas más recordadas del género. En esta ocasión, Stewart interpreta a Glyn McLintock, un ex forajido que guía y protege a un grupo de colonos que quieren asentarse en Oregón -como en La gran jornada, otra vez la Tierra Prometida-. El viaje, como no podía ser de otra manera, está lleno de peligros: desde tribus de indios hostiles hasta criminales oportunistas, pasando por ambiciosos buscadores de oro que no dudan en robar las provisiones destinadas a los colonos para sobrevivir el invierno.

La película es un relato moral sobre la redención, la confianza y la traición. Especial mención merece el personaje interpretado por Arthur Kennedy, un buscavidas encantador pero sin escrúpulos, cuya relación con el protagonista añade tensión y profundidad al conflicto. Kennedy encarna a la perfección ese tipo de villano ambiguo tan propio de los westerns de Mann, donde los límites entre el bien y el mal no siempre están del todo claros.

Entre los secundarios destaca un joven Rock Hudson en un papel menor y completamente prescindible. Su personaje tiene poca relevancia para la trama, y bien podría eliminarse sin afectar el desarrollo de la historia. Aun así, la Universal ya lo tenía en la mira como futura estrella y decidió colocarlo en esta producción de primera línea para ir familiarizando al público con su rostro. Tanto fue así que, pese a su rol secundario, Hudson apareció en los carteles promocionales como coprotagonista, algo que molestó al veterano Stewart. De hecho, la noche del estreno, los aplausos del público fueron más sonoros para Rock Hudson que para el mismísimo James Stewart. Dolido por lo que consideró una falta de respeto o una amenaza a su estatus, Jimmy decidió que no volvería a compartir nunca más pantalla con Hudson. Y cumplió su palabra.

Horizontes lejanos es, en definitiva, un western sólido, con acción, paisajes espectaculares y personajes cargados de conflictos internos. No es la mejor colaboración entre Stewart y Mann —ese título probablemente le pertenece a Winchester '73 o El hombre de Laramie—, pero sigue siendo una pieza clave en su filmografía conjunta y un ejemplo del western de transición, más psicológico y moral que puramente aventurero.

 

En algún lugar del tiempo (1980) 

A veces cuesta separar al actor de su personaje icónico, y con Christopher Reeve eso es casi inevitable. Para muchos, verlo en pantalla es ver a Superman, del mismo modo que a Mark Hamill siempre le pesará el sable láser de Luke Skywalker. Pero En algún lugar del tiempo merece el esfuerzo de mirar más allá de la capa y adentrarse en una historia de amor que, con los años, se ha convertido en película de culto.

Dirigida por Jeannot Szwarc (el mismo de Tiburón 2), esta cinta mezcla ciencia ficción, romance y una delicada atmósfera nostálgica. Reeve interpreta a un joven dramaturgo que, hipnotizado por el retrato de una actriz del siglo XIX -una bellísima Jane Seymour-, se embarca en un viaje en el tiempo impulsado más por el corazón que por la ciencia. Es una historia sencilla pero emotiva, que apela al deseo universal de reencontrarse con un amor imposible.

Más allá de la historia principal, los cinéfilos con buen ojo podrán encontrar algunos cameos muy tempranos: William H. Macy aparece brevemente en la escena inicial, y una jovencísima Meg Ryan asoma en la de la biblioteca. Son pequeños detalles que añaden valor a la experiencia para quienes disfrutan de buscar joyitas escondidas.

Jane Seymour, por su parte, brilla con una elegancia atemporal. Para muchos —entre los que me incluyo— fue un amor platónico infantil, y aquí despliega todo su magnetismo. Según se dice, la química entre Seymour y Reeve traspasó la pantalla y se convirtió en algo real durante el rodaje, aunque el romance terminó abruptamente cuando la entonces pareja de Reeve le anunció que estaba embarazada. Una historia de película dentro de la película.

En algún lugar del tiempo es, en definitiva, una obra que se toma su tiempo, que respira romanticismo clásico y que, sin grandes efectos ni ambiciones comerciales, logra dejar huella. No es solo una historia de amor imposible: es también una oda a la nostalgia, al cine que emociona sin necesidad de ruidos ni explosiones.

Testigo silencioso (1978) 

A finales de los años 70, Christopher Plummer vivía una etapa especialmente activa en su carrera. Encadenaba proyectos notables como Jesús de Nazaret, Asesinato por decreto o En algún lugar del tiempo. En medio de esta buena racha, encontró tiempo para regresar a su Toronto natal y participar en una pequeña joya semiescondida del thriller canadiense: Testigo silencioso (The Silent Partner), una película que merece más reconocimiento del que tiene.

La historia, basada en la novela danesa Tænk på et tal (llevada al cine por primera vez en 1969 con Bibi Andersson), parte de una premisa tan simple como brillante: Elliot Gould interpreta a un introvertido cajero de banco que descubre que van a atracar su sucursal. En lugar de alertar a las autoridades, decide adelantarse y robar él mismo el dinero antes de que llegue el ladrón. El problema viene cuando el criminal, interpretado con escalofriante frialdad por Plummer, se da cuenta del engaño y empieza a chantajearlo.

El resultado es un thriller con tintes de comedia negra que juega con el gato y el ratón entre sus dos protagonistas. La primera parte del filme se apoya en un tono ligero y casi cómico, mientras que en la segunda mitad -tras un cambio de director- se impone un enfoque mucho más oscuro y tenso. El motivo: Daryl Duke, el director original, abandonó la producción por diferencias creativas, y fue reemplazado por uno de los guionistas del proyecto, un entonces poco conocido Curtis Hanson. Sí, el mismo que años después firmaría L.A. Confidential. Hanson ya se había postulado para dirigir desde el inicio, y su visión más centrada en el thriller terminó marcando el pulso del tramo final.

Rodada en el recién inaugurado Toronto Mall Center (hoy Eaton Centre), la película no sólo tiene interés cinematográfico, sino también valor documental: muestra uno de los centros comerciales más icónicos de Norteamérica en su primer año de vida. Además, Testigo silencioso ostenta el honor de ser la primera producción de Carolco Pictures, la misma que más tarde produciría títulos como Terminator 2 o Rambo. No está nada mal como carta de presentación.

La cinta fue un éxito en Canadá, donde ganó seis Canadian Screen Awards, incluyendo el de Mejor Película. Y aunque nunca llegó a ser un fenómeno de masas a nivel internacional, sí conquistó a un espectador exigente: Alfred Hitchcock. El maestro del suspense alabó la película por su tensión y por el carisma de su antihéroe, interpretado por un Elliot Gould contenido pero muy eficaz.

Plummer, por su parte, brilla como un villano inquietante, manipulador y violento, alejado de los papeles más nobles que acostumbraba a interpretar. En el reparto también aparece Céline Lomez, en el papel de Elaine, una actriz con gran presencia en pantalla que pudo haber sido una de las “Ángeles de Charlie”, pero que -según IMDb- fue descartada por la ABC por ser "demasiado sexy" para el horario familiar. La elegida fue finalmente Tanya Roberts. Curiosidades de la industria. Y para los más observadores, hay una aparición breve pero simpática de un jovencísimo John Candy, otro torontoniano ilustre, que seguramente no tuvo que alejarse mucho de casa para participar.

En resumen, Testigo silencioso es un thriller inteligente, bien construido y con una tensión creciente que logra mantenerse fresca con el paso del tiempo. Una de esas películas que, sin hacer demasiado ruido, deja huella. Ideal para descubrir (o redescubrir) un rincón diferente del cine de suspense de los 70.

Criticaill



viernes, 28 de febrero de 2025

PELÍCULAS QUE VI EN FEBRERO DE 2025

Repaso a algunas películas que vi en febrero de 2025.

La profecía (1976) 

No me había atrevido nunca a verla por si me daba mucho miedo y pesadillas o una maldición o algo, pero un día me armé de valor y al fin lo hice. Lo malo es que al haber tardado tantos años ya me sabía muchas escenas o el destino de varios personajes, al leer libros o ver videos de aquí o de allí, documentales recopilatorios del cine de terror, etc. en 40 y pico años fíjate si me habré comido spoilers de La profecía. Aún así me ha sorprendido lo poco que sale el propio anticristo, Damien -Harvey Stephens-, porque la película se centra sobre todo en el personaje del embajador USA en Londres -Gregory Peck- y su búsqueda por saber de dónde demonios -nunca mejor dicho- salió su hijo adoptado, al que acogió cuando un turbio sacerdote se lo ofreció para reemplazar a su hijo biológico muerto, como una ganga en plan que me lo quitan de las manos, niño. La escena me recordó a Amadeo Salvo patrocinando a Peter Lim cuando la venta del VCF, todo parecían ventajas, snif. Por cierto, Gregory, que ya son ganas de ir tentando a la suerte quedándote con un niño recién nacido en Italia un 6 de junio a las 6 de la mañana, aún te pasa poco… Haberte leído el Apocalipsis o las cuartetas de Nostradamus para saber que no era una buena idea. En cuanto al personaje del fotógrafo al que encarna David Warner, no sé por qué, pero pensaba que era otro villano, y no el amigo-ayudante del embajador. Spoiler: para mí que la escena de su muerte debió servir de inspiración a los creadores de Destino final, con esos planos subjetivos del mal o su forma de valerse retorcidamente de objetos cotidianos y medios de locomoción para cargarse a alguien bajo la excusa de la mala suerte.

Al final la película me dio menos mal rollo de lo esperado pero a cambio es entretenida y con una buena composición de planos, se nota que detrás había un director con oficio que sabía narrar como Richard Donner. Uno de sus mejores activos es la banda sonora de Jerry Goldsmith -con la que ganó su único Oscar- o la canción Ave Satani, la única de la historia nominada a la estatuilla cantada en latín. Hay que decir que se nota que los productores tenían claramente el ojo puesto en una secuela, porque la interesante trama detectivesca sobre los dos sacerdotes arrepentidos que se pasaron al lado oscuro y le timaron a Peck con Damien queda inconclusa: te quedas con ganas de más, de ver las dos secuelas que siguieron: La maldición de Damien (1978) y El final de Damien (1981). Paso de reboots y de la cuarta.

Recordando a Mel Brooks, un guionista español sin miedo al paro y a la cancelación podría hacer un spoof buenísimo de La profecía basada en Pedro Sánchez, en la original lo ponen a huevo para parodiar varias escenas. Por ejemplo, su madre se pregunta de dónde habrá salido esa persona tan maquiavélicamente mala. -Para el papel de Lee Remick yo pondría a Aitana Sánchez-Gijón interpretándola como si fuera Isabel Díaz Ayuso, pero no creo que quiera-. También en un momento dado de The Omen dicen que en las escrituras avisan de que el Anticristo surgirá del mundo de la política… En otra escena podría salir Margarita Robles sugiriendo que devuelvan a Damien como hizo ella con su hija vietnamita adoptada, porque también era un demonio; cuando está Lee Remick-Ayuso colgando al vacío, Damien-Pedro le diría: mami, si necesitas ayuda, pídemela. Así mismo se carga a su hermano no nato porque total, iba a ser un estorbo, un inútil enchufado por el que le podrían pillar. O también cuando Gregory Peck lo lleva al final a la iglesia a rastras, en vez de montarlo en el coche en el asiento de atrás para que le moleste mientras conduce ¿? Haría lo más lógico e intentaría meterlo en el maletero, pero este se abriría y saldría Puigdemont de dentro diciendo: escolti, está ocupat.

 

No hables con extraños (2024)

Thriller desasosegante donde los protagonistas se merecen todo lo malo que les pasa, por tomar decisiones idiotas constantemente. Quizá es una sutil crítica del buenismo de la sociedad occidental y todo, tendría que verla de nuevo. En cualquier caso miré en los créditos por si Mackenzie Davis era la productora ejecutiva o algo, porque todo lo heroico y positivo que sucede es gracias a ella; si tuviera que confiar en que su marido -Scoot McNairy- salvara el día lo llevaban claro. Y es que llamar cero a la izquierda a su pusilánime personaje es quedarse corto. En cuanto a los malos, destaca James McAvoy aunque desde Múltiple esté encasillado en papeles de villano mazado amenazante, a pesar de su escasa corpulencia. La película en realidad es un remake de una película danesa, pero no la he visto. El director es James Watkins, el de Eden Lake, así que uno ya sabe a lo que viene.

 

La infiltrada (2024)

Ganadora ex aequo con El 47 del Goya a la mejor película, este sólido film de género de Arantxa Echevarría resulta entretenido y es necesario para enseñarle a las nuevas generaciones cómo era ETA antes del blanqueamiento actual, donde las víctimas del terrorismo parecen los malos y sus herederos políticos los buenos, el mundo al revés. Muy premonitoria, en este sentido la frase del etarra Sergio (Diego Anido) a Arantxa-Mónica: será mejor que me trates con más respeto porque dentro de unos años estaremos en el gobierno. La infiltrada ofrece buenas dosis de suspense en la tradición de thrillers políticos como El lobo o Chacal, donde el espectador se queda al filo de su asiento ante el temor de que descubran a la protagonista -Carolina Yuste, merecido Goya a la mejor actriz-. Si bien algunas situaciones están algo exageradas o cogidas por los pelos: por ejemplo, para copiar documentos de una carpeta rápido y sin que se entere el etarra, es mejor hacer fotos de los folios -como ya había hecho la policía en una escena anterior-, no hace falta correr el riesgo de llevarlos a la comisaría para escanearlos uno por uno con una impresora de los años 90, y crear de este modo un suspense innecesario porque el malo vaya a salir antes del bar para ir a casa y descubrir que alguien le ha cogido la carpeta de los atentados. Esto con la nube ya no pasaría, menos mal que aún no existía en aquella época.


Saben aquell (2023) 

Tras La infiltrada, mi sobrevenido amor platónico por Carolina Yuste me hizo ver Saben aquell, biopic de David Trueba del incomparable Eugenio donde Yuste interpreta a su primera mujer, Conchita. Una película que tenía ganas de ver y que satisfizo todas mis expectativas. El guión recorre los humildes orígenes del humorista catalán y su paulatino ascenso a la fama de forma sólida e interesante, donde la época está muy bien recreada en cuanto a ambientación y vestuario. David Verdaguer logró un meritorio Goya por su interpretación -más que imitación- y encima cuentan muchos chistes de Eugenio, de esos que tenían mis padres en un cassette que oíamos en el coche, alternándolos con los de Arévalo y Don Pío. De paso asistimos a momentos emocionantes como la actuación de Nino Bravo de Un beso y una flor para seleccionar la canción de Eurovisión de 1972 -una injusticia histórica que no ganara, escogieron a Julio Iglesias y la mediocre Gwendoline- o contemplamos un rodaje del Un, dos, tres setentero y la legendaria mala leche de Chicho Ibáñez Serrador -interpretado por el director valenciano Paco Plaza-. Hablando de cameos de directores de la terreta, también sale un viejo conocido mío, Sigfrid Monleón como el cura del principio.

Phenomenon (1996) 

La vi casualmente el día del cumpleaños de John Travolta, no sé si eso también es un Phenomenon. Después de que le tocara la lotería gracias a Tarantino y Pulp Fiction a mediados de los 90,  Travolta volvió a la primera división del cine tras 10 años en las catacumbas de Hollywood, lo que le dio acceso de nuevo a proyectos y guiones de grandes estudios codiciados por otros actores, como fue el caso de este film, donde Ed Harris y Jason Patric también sonaron para su papel. John interpreta aquí a George Malley, un mecánico de un pequeño pueblo que una noche es golpeado por una misteriosa luz cegadora que provoca que se multiplique su inteligencia de forma exponencial, adquiriendo también poderes telequinésicos a raíz del incidente… Phenomenon es la típica película de los 90 políticamente correcta, bonita y bien hecha, -un poco larga-, donde lo mejor son las escenas en la que George demuestra su portentosa inteligencia sobrevenida, como descifrar el código morse de oído, devorar libros de física, prevenir terremotos, mover objetos con la mente o recitar de carrerilla -y por orden alfabético- todos los tipos de animales mamíferos que hay. Ya puestos, se podría hacer un programa doble con Phenomenon y Sin límites, la de Bradley Cooper y Robert de Niro -Lucy, la de Scarlett Johansson creo que también valdría, pero no la he visto-, y luego rizar el rizo y ver Memento, Tenet o Primer, seguro que con alguien con la mente abierta las entendería a la primera. Hay que decir que ya vi esta película en su momento doblada, pero en esta nueva revisión quería comprobar en versión original cómo resolvían idiomáticamente una escena: aquella en la que Travolta ayuda a un viejo portugués enfermo que no se puede comunicar en otra lengua, y para ello aprende su idioma en 20 minutos en el coche: mi duda era saber si en el original el personaje del anciano hablaba español, pero no, era también portugués. Si bien en una escena anterior sí que hay cambio al estilo Los Goonies: en la versión en inglés se habla en español y en la doblada en castellano simulan que es italiano.

Septiembre 5 (2024) 

Recreación del atentado terrorista de Munich 1972 contra atletas israelíes pero ahora desde el punto de vista del estudio de realización de la cadena ABC, que era quien tenía los derechos de emisión de aquellos juegos olímpicos y se encontró inesperadamente con la oportunidad de retransmitir en directo aquel suceso. Lo hicieron bastante bien, colando reporteros y cámaras en la villa olímpica en exclusiva, aunque la fastidiaron al final: por ese afán que tienen los periodistas de dar una primicia, metieron la pata y anunciaron antes de tiempo que los rehenes estaban sanos y salvos, cuando cualquiera que conozca un poco de historia o haya visto 21 horas en Munich o la propia Munich de Spielberg sabe que por desgracia de eso nada. La película es entretenida y maneja muy bien la tensión, siendo su mayor baza el trabajo de dirección artística, el cual recrea perfectamente el equipamiento técnico televisivo de los años 70, como por ejemplo aquellas pesadas cámaras de cine de 35 y 16 mm con las que operaban las unidades móviles de informativos, y que luego había que revelarlas, vaya rollo. Del reparto destaca el camaleónico John Magaro -First Cow, Vidas pasadas-, así como Peter Sarsgaard -en un rol muy diferente al de Memory- o la alemana Leonie Benesch -La cinta blanca, Sala de profesores-.

Criticoll

viernes, 31 de enero de 2025

Películas que vi en Enero de 2025

Un repaso a varias películas que vi en Enero.

Otra ciudad, otra ley (1986) 

Séptima y última película de Burt Lancaster y Kirk Douglas, mucho mejor de lo esperado, en la que el director Jeff Kanew logra secuencias con buenos planos conjuntos de ambos astros: podían haber aprendido de él Michael Mann en Heat y el Stallone de Los Mercenarios, sobre cómo rodar una escena con dos estrellas y que se les vea bien y a la vez en el mismo plano, no era tan difícil. Tras 30 años encarcelados, dos atracadores ancianos consiguen la libertad condicional, pero una vez en la calle se sienten desplazados en un mundo que ya no es el suyo, por lo que deciden volver a las andadas y asaltar un tren. La película es una comedia amable -es de la Touchstone- que sigue el esquema del pez fuera del agua, del estilo de Pretty Woman, El príncipe de Zamunda, Intocable, etc: introducir a un personaje fuera de su ambiente y ver el contraste humorístico que provoca. La cinta es resultona y contiene varios hallazgos, como que Douglas y una joven a la que inexplicablemente se liga vayan a un club de Los Ángeles donde están tocando en directo los Red Hot Chilli Peppers ante de ser famosos. En papeles secundarios destaca Eli Wallach como un sicario cegato que recuerda a Rompetechos o Dana Carvey, como el joven agente de la condicional que admira a los dos viejos, un rol que podría haber interpretado Jim Carrey, finalista al casting para ese papel. Sí que es verdad que no saben cómo acabarla: una patada en los huevos de Douglas a un policía mexicano, imagen congelada y fin. No intentes entenderlo, eran los ´80.

Horizon. Capítulo 1 (2024) 

La publicitaban como La conquista del Oeste particular de Kevin Costner, el western definitivo del cine y resumen de toda su mítica -los ataques de los indios a colonos, los soldados en el fuerte, las caravanas de pioneros, pistoleros, buscadores de oro, prostitutas de saloon, etc pero el resultado deja bastante frío. El propio Kevin Costner tarda una hora exacta en salir. Demasiado ambiciosa, demasiados momentos bigger than life que parecen forzados, música y ralentís demasiado machacones, demasiadas subtramas y personajes, aunque los amantes del western disfrutemos con los paisajes y las referencias a otras películas. Tres horas de film que se pasan rápido, pero que no resultó muy rentable, pues costó 100 millones de dólares y solo recaudó 38. Como ya se ha rodado la segunda parte al final hacen como una especie de trailer largo de la continuación, pero mejor taparse los ojos porque es un spoiler tras otro, qué forma de autosabotaje, Kevin. No creo que hagan nunca la 3 y la 4. En mi opinión Costner se pasó de cabezón, podría haber rodado una buena serie con Horizon y ya está: de hecho está filmada como tal, si pensamos en el tipo de planos, la introducción de los personajes y su desarrollo, el formato 1.85 / 1 televisivo estándar actual, etc. Así le habría salido más a cuenta sin hipotecar sus mansiones. Y es que yo creo que se hizo un lío con el target al que iba destinada esta película: sus viejos seguidores ya no van al cine, y la generación tiktok desde luego no iba a arrastrar sus jóvenes culos hasta los cines para ver un western de tres horas de un señoro que ni les suena.

Ciudad en llamas (1979) 

Tardío ejemplo de cine de catástrofes setentero, cuando el género ya estaba de capa caída, aunque como siempre su mayor activo- junto con la supuesta espectacularidad de sus F/X, hoy superados- reside en su elenco de actores, que mezcla rostros populares de los 70 como Barry Newman, James Franciscus o Susan Clark y viejas glorias habituales del género, como Henry Fonda -ese año también en Meteoro-, Ava Gardner -aquí parodiando su fama de diva borracha-, o Shelley Winters -La aventura del Poseidón-, donde también salía Leslie Nielsen como el capitán del lujoso crucero accidentado. Hablando del gran Leslie,  La película es de 1979 -un año antes de Aterriza como puedas- y aún no había protagonizado ninguna comedia, pero retrospectivamente desde este 2025 es imposible creerse a Leslie Nielsen en un papel serio tras haberle visto encasillado hasta el hartazgo en las comedias spoof. Y es que aquí hace de alcalde de una ciudad que sufre un pavoroso incendio y en todo momento estás esperando que el fuego lo provoque él con alguna torpeza, es imposible abstraerse de este pensamiento. De hecho el highlight de la película es que sale gente de un hospital incendiado y Leslie los va mojando en la puerta con una manguera uno a uno, para que puedan andar 20 metros en línea recta por el decorado de una calle con edificios en llamas hasta llegar al otro extremo, donde aguardan los bomberos. Creo que los ZAZ vieron esta película y decidieron ficharlo, porque es un poco absurdo todo, la secuencia da más risa que otra cosa. Uno espera que se equivoque y les rocíe con gasolina o algo para completar el gag. Me pasó lo mismo con Loca, de Barbra Streisand, donde Nielsen hace de maltratador furioso. Es verlo y reírte, no te crees su actitud amenazante y agresiva ni harto de vino, no se puede luchar contra el subconsciente colectivo y el recuerdo de tantos buenos momentos vividos con sus patochadas.

Las locas locas aventuras de Robin Hood (1993) 

El hándicap de esta película es que su mejor chiste aparece justo al principio, durante los créditos iniciales: unos arqueros lanzan flechas de fuego que impactan en el techo de paja de unas cabañas, mientras unos campesinos tratan de apagar las llamas y se quejan a cámara de que cada vez que hacen una película de Robin Hood les queman la casa, porque la moda de este tipo de films es incendiar cosas con flechas en los títulos... A partir de ahí, se trata de parodiar con más o menos acierto la película de Kevin Costner de 1991 pero también la de Robin de los bosques de Michael Curtiz y William Knightley de 1938, sobre todo con ese Cary Elwes veterano de La princesa prometida y que aquí parece la viva imagen de Errol Flynn como el alegre y burlón espadachín de Sherwood. De hecho le podía haber cogido Scorsese para su cameo de El aviador en vez de a Jude Law. Me gustó la escena en la que Dom DeLuise imita a Marlon Brando en El padrino, aunque recomiendo verla en versión original para captar mejor los chistes.

Drácula, un muerto muy contento y feliz (1995)

Siguiendo con Mel Brooks, ya puestos me vi la última película que dirigió, hace ya 30 años, que se dice pronto, con lo que ya solo me queda por ver suya El misterio de las doce sillas (1970). Como en Robin Hood, aquí la jugada era parodiar una película taquillera reciente que hubiera puesto de moda a un personaje clásico del cine, en este caso, el Drácula de Coppola de 1992. Pero aquí no le salió tan bien la jugada, no sólo porque Drácula, un muerto muy contento y feliz no fuese muy brillante o tuviese chistes poco inspirados, sino porque encima se estrenó tres años después de aquella, en 1995, cuando los efluvios del film de Coppola ya se habían evaporado. Encima con el impacto comercial que supuso Entrevista con el vampiro (1994), otra influyente película sobre chupasangres que también debería haber tenido su cuota de spoof aquí si Brooks hubiese estado más ágil. Ya puestos a parodiar con fundamento, Mel lo tenía fácil para emplear de nuevo a Cary Elwes, que salía así mismo de secundario en la de Coppola, rollo Richard Crenna en Hot Shots 2 riéndose de sí mismo como Trautman. En fin, lástima que no sea muy buena para ser la última película de Mel Brooks o por suponer su reunión con otro icono del humor spoof como Leslie Nielsen, con el que parecía condenado a encontrarse, no sé si tras recorrer océanos de tiempo.

The Neon Demon (2016) 

Otra rayada del danés Nicolas Winding Refn, director sobrevalorado como pocos y con demasiadas ínfulas de autor, que ahora le da por improvisar los finales de sus películas en el set, y así le salen. Me haces una cata ciega con las tres Pushers y esta y no me creo que las ha dirigido el mismo tipo. Hay rumores de que la CIA pone seguidas The Neon Demon, Only God Forgives y Bronson a los prisioneros en sus torturas en Guantánamo. William Friedkin lo caló bien.


El desconocido (2015)

Se hace larga y pesada, y eso que dura poco. A nadie de la policía se le ocurre pedirle el DNI a Javier Gutiérrez antes de dejarle pasar a hablar con Luis Tosar al coche, les dice que es su hermano y ya está. Pase usted, caballero. Uno puede pensar que es un fallo garrafal de guión, de hecho luego el guionista -quizá arrepentido- hace que el personaje de Elvira Mínguez les eche la bronca a varios policías de por qué no verificaron su identidad con ningún documento. Pero luego uno cae en la cuenta de que esto es España, y que esa chapuza probablemente sucedería también en la vida real. No he visto el remake alemán ni el de Liam Neeson, pero seguro que están mejor.


Diamante de sangre (2006) 

Entretenido film del siempre sólido Edward Zwick sobre el tráfico de diamantes en África y donde Leonardo DiCaprio -nominado al Oscar- y Jennifer Connelly mantienen una evidente tensión sexual durante toda la película que al final no se resuelve, de hecho no se dan ni un beso. Uno puede pensar que se debe a que ella es tres años mayor que el ya cincuentón Leo, y eso la descarta por completo de sus preferencias asaltacunenses, acerca de no liarse con ninguna hembra mayor de 25 años. Pero leyendo la trivia de imdb dan un dato que hace que lo veas desde otra perspectiva, y que tiene su lógica: de su diálogo con las prostitutas callejeras se deduce que el personaje de Leo era seropositivo, y no quería contagiarla. Quien merecía estar nominado al Oscar como principal y no como secundario es Djimon Hounsou, el verdadero protagonista de la película. Por cierto, ¿Qué fue de Michael Sheen? En 2006-08 estaba en todas partes y luego desapareció del mapa.


Cluedo (1985) 

La vendían como una nueva Un cadáver a los postres. Y si Eileen Brennan hubiera sido más conocida podrían haber aprovechado que sale en las dos, pero no. Yo tenía el juego de mesa del Cluedo -bueno, mejor dicho, un exploit llamado Misterio, donde aparecían Drácula, Frankenstein, la momia, etc- pero nunca me atrajo alquilar esta película en los 80 cuando veía su carátula en el videoclub, y lo cierto es que demostré buen olfato, porque es bastante insufrible, sobre todo al final, donde se producen hasta tres desenlaces distintos seguidos. Una operación de marketing mediante la cual los ilusos de los productores pensaban que así la gente iría tres veces al cine a verla ¿? sin pensar que la película es mediocre y no valía la pena triplicar el sufrimiento por una ligera variación al final de unos minutos, donde a nadie le importa si el asesino fue este o aquel o cuáles eran sus motivos.

En tierra de santos y pecadores (2023) 

Neo western crepuscular ambientado en la Irlanda de los años 70 con el conflicto del IRA de fondo como excusa para que Liam Neeson haga lo que mejor sabe desde 2007: vengarse de los malos de turno y patearles el culo, aquí incluso con reminiscencias de Raíces profundas o El último pistolero. Aunque la película da lo que promete a los fans de Neeson, también resultará atractiva para el público adulto más random por sus bellos paisajes irlandeses, su buena ambientación setentera y ciertas notas costumbristas. Esto último, apoyado por el buen hacer de actores irlandeses como Colm Meaney y Niamh Cusack y otros muchos provenientes de series top como Kerry Condon -Breaking Bad, Better Call Saul- Ciarán Hinds -Los anillos de poder- o Jack Gleason, al que al principio no identifiqué pero que luego caí en que era el odioso Jeffrey Baratheon de Juego de tronos. El director es Robert Lorentz, que ya dirigió a Liam Neeson en El protector y a su gran amigo Clint Eastwood en Golpe de efecto, aunque quien trate de atar cabos y vea en el reparto a un tal Desmond Eastwood se equivoca: este es otro actor irlandés de la nueva hornada que nada tiene que ver con Clint.

El Rolls-Royce amarillo (1964) 

Película de episodios independientes con el nexo en común de un coche -sí, el Rolls-Royce amarillo del título- que va cambiando de dueño y época a lo largo de tres sucesivas historias. La primera está protagonizada por Rex Harrison como un lord inglés del Londres de principios de siglo XX que lo compra recién salido del concesionario como regalo para su esposa -Jeanne Moreau- sin saber que esta tiene un lío con un playboy, subordinado suyo del trabajo -Edmund Purdom-. En la segunda, ambientada en Nápoles y alrededores en 1933,  el Rolls es alquilado por un gángster norteamericano -George C. Scott- y su amiguita -Shirley MacLaine-, aunque tras un imprevisto retorno del mafioso a USA, quienes lo disfrutan en realidad son MacLaine y un pícaro fotógrafo italiano -Alain Delon- del que lógicamente se enamora. El tercer episodio nos lleva a la Yugoslavia de la 2ª Guerra Mundial, donde el viejo Rolls-Royce -que debía haber pasado ya más veces la ITV que el Renault 9 de mi tío Jose- es sacado del taller para prestar un último servicio en pro de una buena causa: transportar partisanos por las escarpadas carreteras de los Balcanes en lucha contra los nazis, mientras Ingrid Bergman y Omar Sharif se enrollan -aunque ella le sacase 17 años a él-. Curiosamente las tres historias comparten una escena de salami -en elipsis, estamos en 1964- de la pareja de enamorados de turno en el asiento trasero del Rolls-Royce. Y es que el mismo plano exterior del vehículo con las ventanas empañadas de vaho nos indican que dentro se lo pasaron re bien… Yo creo que James Cameron la homenajeó en Titanic, el plano es el mismo. La película es amena porque cuando te empiezas a cansar de una historia esta se acaba, y sirve de ejemplo como película típica de mediados de los 60 de un gran estudio -la MGM- en los últimos coletazos del viejo Hollywood, con un gran reparto de estrellas internacionales y variedad de escenarios en formato Scope, aunque en conjunto, como siempre en este tipo de films, resulte algo acartonado y le falte vigor: se nota que detrás de la cámara estaba un director ya anciano como Anthony Asquith, que se retiró tras dirigir este largo. Como bien nos recuerda la trivia de imdb, en los tres segmentos, la gran estrella se encuentra en un escenario muy similar al de sus películas más conocidas: en la primera, Rex Harrison acude a las carreras de caballos de Ascot, como en My Fair Lady. En la segunda, Shirley MacLaine es la mantenida de un hombre sin escrúpulos pero poderoso, como le sucedía en El apartamento. Y en la tercera, Ingrid Bergman participa en la lucha clandestina contra los nazis, como en Casablanca. Aunque teniendo en cuenta la trama de este episodio, un ejemplo aún mejor sería ¿Por quién doblan las campanas?

A quemarropa (1967)

A quemarropa del británico John Boorman se estrenó sólo tres años después de El Rolls-Royce amarillo, pero parecía que había pasado un mundo, tal es el cambio de estilo y temas que propugnaba el nuevo Hollywood, en relación al anquilosado estancamiento del viejo. Estamos ante un film noir de culto para gente tan dispar como Tarantino, De Palma, Spielberg, Soderberg o Mel Gibson, que hizo su propio remake en 1999 -Payback-. Point Blank fue la primera película rodada en la prisión de Alcatraz desde que se cerró en 1963, y el hierático Walker -Lee Marvin-, es el criminal obcecado en que la mafia le devuelva los 93.000 dolares que le adeudan; un tipo duro con  recursos y determinación que recuerda a un curioso cruce entre el T-1000 de Terminator 2 y el Cañita Brava de Torrente, por aquello de me debes 5000 pesetes de whisky y de ahí no lo sacabas. Una película en la que cuesta entrar pero que al final resulta interesante, sobre todo por las lecturas tan dispares que sugiere su inicio, como que todo sea en realidad el sueño de un moribundo.

Criticoll



domingo, 28 de abril de 2024

LAS PELÍCULAS DE LOS OSCARS 2023

 

Un repaso a los 10 films nominados en la categoría de Mejor Película, en una gala celebrada el día de mi cumpleaños.


Oppenheimer

7 Oscars (Mejor Película, Director, Actor, Actor Secundario, Fotografía, Banda Sonora Original, Montaje).

Otras nominaciones (6): Maquillaje y Peluquería, Sonido, Actriz Secundaria, Guión Adaptado, Dirección Artística, Vestuario.

Todas las apuestas la daban como ganadora, más que por sus valores cinematográficos, por la sensación de que ya tocaba dejarse de rarezas y reconocer en el palmarés de los Oscars a uno de los cineastas más influyentes del siglo XXI: Christopher Nolan. Además la película funcionó excepcionalmente en taquilla -casi 1000 millones de dólares recaudados-, algo que ya no es tan determinante como antes pero siempre ayuda. Y es que la operación de marketing del fenómeno Barbenheimer funcionó como un cohete y estaba claro que ambas películas llegarían al Dolby Theater para que la gala de los Oscars aprovechara el buzz y subiera en audiencia, como así fue.

Si hablamos de los méritos reales de Oppenheimer, eso ya es otro cantar. A mi parecer a su largo metraje -180 minutos- le sobraba bastante de la anticlimática hora final, y eso que las escenas tenían un ritmo tan acelerado como el del Napoleón de Ridley Scott: parecían más bien partes de un trailer, duraban poco, no se acababan de desarrollar. No es la mejor película de Nolan -para mí es Interstellar- pero tampoco era Infiltrados la de Scorsese. Y encima con el extra de los saltos temporales y mezclar presente, pasado y futuro constantemente en el devenir de su torturado protagonista destructor de mundos, un Cillian Murphy que se acabó haciendo con el Oscar al mejor actor a pesar de su aversión a la publicidad, el primer actor nacido en Irlanda en ganar en esta categoría. También Robert Downey Jr fue destacándose en la temporada de premios como el secundario de consenso, y cuando van cayendo uno detrás de otro el Globo de oro, el Bafta, el Actor`s Guild… más vale que te vayas preparando el discurso. No me gustaron algunos gestos suyos de sobrado con la estatuilla ya en las manos, pero bueno.


Poor Things

4 Oscars (Mejor Actriz, Dirección Artística, Vestuario, Maquillaje y Peluquería).

Otras nominaciones (7): Mejor Película, Director, Actor Secundario, Guión Adaptado, Banda Sonora, Fotografía, Montaje.

Yorgos Lanthimos se ha convertido en una estrella del rock, con multitud de acólitos por todo el mundo que esperan sus bizarrismos en cada nueva película, y que sin duda no se vieron defraudados con Pobres criaturas, una variación femenina -y feminista- del mito de Frankenstein tuneado con su particularísimo estilo vitriólico e iconoclasta, que ya ganó el León de Oro en Venecia. Una historia delirante en la que primaba más que otras veces la comedia así como las referencias visuales a Kubrick, presentes ya desde el poster, con una tipografía de letras que también acompañaba a los títulos de crédito del film calcadas a las de ¿Teléfono rojo?... No en vano la he buscado y se llama Dr Strangerlove Font.

Los cuatro Oscars de Poor Things fueron muy merecidos, tanto los de dirección artística, vestuario o maquillaje -cuya combinación nos sumía en una sugerente realidad steampunk- así como el de Emma Stone como mejor actriz,  a pesar de que ya tuviera uno y se enfrentase a cuestiones extra-cinematográficas que beneficiaban a Lily Gladstone. Pero al final se impuso la lógica y ganó Bella Baxter, un papel bombón de lucimiento exclusivo para Stone -se nota que también era productora- y que encima contentaba así mismo a las huestes woke al abanderar un mensaje de empoderamiento femenino en la que los hombres eran estúpidos, no muy diferente del de Barbie. Son las nuevas reglas de juego en los Oscars: o le das importancia en la trama a ciertos temas y personajes o estás fuera. Y es que Bella se erige en ama y señora de la película desde la primera escena y goza con un arco dramático completo, que abarca todas las edades del ser humano: infancia, adolescencia, juventud y madurez. Mediante sucintos matices en la interpretación y en los gestos corporales de la Stone, iremos contemplando poco a poco cómo Bella crece en inteligencia y abandona progresivamente esa franqueza e inocencia tan descacharrantes con el objeto de aprender a fingir, mentir o callar. Para, en definitiva, aprender a comportarse en sociedad.

Es curioso que Lanthimos, a pesar de su cine tan particular, haya conseguido integrarse en la industria norteamericana sin hacer concesiones a su estilo, al contrario que otros directores europeos que también llamaron la atención de Hollywood desde el mismo sitio que él, la ventana del Oscar a la película extranjera como Fernando Trueba o Florian Hakenberg Von Liennesmark, -que encima ganaron la estatuilla, no como Yorgos, que perdió con Canino- pero a quienes luego les dieron la patada tras fracasar en su debut USA con las fallidas Two Much y The Tourist, en las que daban la impresión de haberse vendido. Lanthimos no lo hizo ya desde Langosta -fue listo de no hacer la primera en Estados Unidos un bodrio como Alps- y sigue con sus rayadas perfectamente integrado en la industria USA, convertido incluso en un director de élite como Scorsese o los Coen, con películas automáticamente multinominadas al Oscar desde La favorita. ¿Será que Roma no paga traidores? Supongo que el año que viene tendrá otra oportunidad con Kinds of Kindess, de nuevo con Stone y Willem Dafoe. A ver si en esa se deja por fin de tanto plano angular de ojo de pez, que no acabo de pillar para qué los pone, aparte de para homenajear a Kubrick.


La zona de interés

2 Oscars: Mejor Película Internacional, Mejor Sonido

Otras nominaciones (3): Mejor Película, Director, Guión Adaptado.

La zona de interés es una película de esas que tienes que decir que es muy buena para no quedar como un mentecato. Me habían hablado tan bien de ella que me esperaba algo mejor. No es para tanto, prácticamente no tiene trama, los personajes no evolucionan, el horror no se palpa, más bien el aburrimiento. Se rodaron 800 horas de grabación y al final la película dura 104 minutos, como podía haber durado 39, 215 o 572, daba igual. A Jonathan Glazer le tocó la lotería cuando en Francia no seleccionaron Anatomía de una caída, porque esta habría ganado seguro en la categoría de película internacional. Con su ausencia y las 5 nominaciones de La zona de interés -incluidas mejor película y director- estaba claro que ganaría el Oscar a Película Internacional sobre La sociedad de la nieve, la favorita del público pero demasiado Netflix y encima hispana. Siempre hubo clases y la oportunidad de hacer la gracia premiando a Reino Unido por primera vez en esta categoría era demasiado jugosa.  A toro pasado nadie se extrañó que ganara también el Oscar al Mejor Sonido, si bien yo creo que no se le acababa de sacar todo el partido al tan comentado ruido en off de los prisioneros de Auschwitz, mi capacidad de sugestión necesitaba algo más. Yo habría incluido una escena en la que alguno saltara la valla y se encontrase con algún miembro de la familia Höss en el jardín: cara a cara el horror y la vergüenza. Eso sí que habría sido impactante.


Anatomía de una caída

1 Oscar: Mejor Guión Original

Otras nominaciones (4): Mejor Película, Director, Actriz, Montaje.

Tras lo del año pasado con El triángulo de la tristeza, parece que se haya instaurado oficiosamente en los Oscar el incluir en la decena de Mejor Película a la ganadora de la Palma de Oro en Cannes,  quizá para dar prestigio a los premios y contrarrestar las críticas de que se hayan incluido también cosas como Barbie. Pues ya puestos podían haberse atrevido en 2021 con Titane, también francesa y dirigida por otra mujer. El veto político1 a que Anatomie d'une chute fuese la elegida como representante de Francia en la categoría de Película Internacional le privó de ese Oscar, aunque todo el mundo sabía que como compensación le darían a su directora Justine Triet el de Mejor Guión Original, pues había precedentes que nos tocan de cerca: en 2002  le sucedió lo mismo a Almodóvar con Hable con ella, desestimada por la academia española en favor de Los lunes al sol

Anatomy of a Fall es entretenida pero en el fondo no estamos más que ante otra película de juicios de un sábado por la tarde en Antena 3, y aunque mucha gente la mete en la categoría de películas que no dejan clara su resolución, yo creo que sí tras el testimonio del hijo ciego... La vi en versión original, doblada no sé cómo será porque es importante para la historia los cambios de idioma de Sandra Hüller de francés a alemán e inglés.


Barbie

1 Oscar: Mejor Canción.

Otras nominaciones (7): Mejor Película, Actriz Secundaria, Actor Secundario, Canción, Guión Adaptado, Dirección Artística, Vestuario.

Estaba claro que la megataquillera Barbie tendría presencia en los Oscars: Jimmy Kimmel lo necesitaba para hacer chistes recurrentes sobre el Barbenheimer y Ryan Gosling debía interpretar en vivo I’m Just Ken y convertirla en uno de los highlights de la noche, aunque la canción que ganó fue la otra, What Was I Made For? Lo que me pareció excesivo es que colaran Barbie en la categoría de mejor película, cuando sus valores cinematográficos una vez rascada la superficie eran tan limitados. Su mensaje de empoderamiento femenino dejaba a todos los hombres de la película como unos absolutos cretinos -no se salvaba ni uno, ni Thelma y Louise se había atrevido a tanto-, molestando a los espectadores masculinos por su encubierto adoctrinamiento woke. Irónicamente, a pesar de que su mensaje feminista era perfecto para las nuevas reglas integradoras de los Oscar, fue muy criticada la ausencia de Greta Gerwing como mejor directora y de Margot Robbie en la categoría de Mejor Actriz, cuando a cualquiera que haya visto la película le parecen sensatas dichas omisiones: Gerwing  no logra evitar que la película sufra un bajón a mitad y acabe resultando aburrida; y Barbie en realidad es un personaje bastante inane que no hace más que reaccionar a las acciones de los demás, con escasas ocasiones de lucimiento entre tanto histrión roba escenas como Will Ferrell o Kate McKinnon. Incluso el speech inspirador de empoderamiento no lo decía ella, sino el personaje de América Ferrara, que oh, casualidad, sí que fue nominada como secundaria. Al final Barbie sólo logró el Oscar a la Mejor Canción, el segundo para los hermanos Billie Eilish y Finneas O'Connell tras el obtenido en 2021 por Sin tiempo para morir, con récord de precocidad para ella: es la persona más joven de la historia en ganar dos estatuillas con tan sólo 22 años.

 

Los que se quedan

1 Oscar: Mejor Actriz Secundaria

Otras nominaciones (4): Mejor Película, Actor, Guión Original, Montaje.

Los que se quedan fue la película que más me gustó de las diez nominadas, una historia con aroma a cine clásico de esas que tanto le agradaba premiar a la academia hasta hace bien poco, del estilo de Paseando a Miss Daisy, El discurso del rey, Argo, Green Book, etc. y que después de ver la triada horrenda de films ganadores en 2020-22 -Nomadland, CODA y Todo a la vez en todas partes- se las prometería muy felices hasta que cayó en la cuenta de que se había estrenado en año equivocado: en el del desagravio a Nolan. Si bien para la categoría de mejor actor, metiéndome en la cabeza de un académico, era un poco injusto darle el Oscar a Paul Giamatti cuando Jeffrey Wright componía un personaje similar de profe cascarrabias, o que la película ganadora de Cillian Murphy se titulaba como su personaje, lo que a veces le da un plus al actor en la psicología del votante: pensemos en Ben-Hur, Annie Hall, Forrest Gump, etc. Además Los que se quedan no se iría de vacío, ya que tenía asegurado el Oscar a la mejor actriz de reparto. No entiendo tanta unanimidad hacia Da'Vine Joy Randolph, que ganó todos los premios como secundaria del año -como Robert Downey Jr- y no era para tanto en ninguno de los dos casos, la verdad. Realmente el descubrimiento de la película era el debutante Dominic Sessa -Angus Tully- que al menos debería haber sido nominado como mejor secundario, de hecho lo fue  al BAFTA y al Critics Choice Award y ganó el Breakthrough Performance en los Spirit Award. Sessa lo hace muy bien y tiene un  papel más lucido, como ese joven estilo Holden Caulfield que madura al recibir importantes lecciones de vida a cargo de un inesperado mentor: una coming of age como mandan los cánones. The Holdovers supone el papel de la vida de Paul Giamatti, aquí un estirado profesor solterón con problemas para caer bien que en realidad es un buen tipo. Impagable cómo intenta disimular su cara de sufrimiento al comprobar que su soledad no tiene remedio, pues la chica que parecía atraída por él en realidad solo estaba siendo amable. Me recordó a la de Stallone al final de John Rambo al descubrir que Julie Benz seguía prefiriendo al pesao del Médico sin Fronteras aunque Rambo les hubiera salvado la vida a todos: un atisbo de humanidad del estoico boina verde. Quizá Alexander Payne también tenía en mente esta conexión y por eso Humann le regalaba a todo el mundo las Meditaciones de Marco Aurelio. Una feel good movie que al estar ambientada en navidad tiene la etiqueta de película navideña, aunque a Payne no le guste.


American Fiction

1 Oscar: Mejor Guión Adaptado

Otras nominaciones (4): Mejor Película, Actor, Actor Secundario, Banda Sonora.

Previsible ganadora del Mejor Guión Adaptado para cubrir la cuota afroamericana -era la favorita en las casas de apuestas- American Fiction empieza de forma prometedora y tiene un protagonista carismático de nombre ídem, Thelonius Monk -Jeffrey Wright-, que a pesar de llamarse así no es músico de jazz sino profesor y escritor negro que decide publicar una novela barata con pseudónimo para burlarse de los estereotipos hacia los de su raza. El libro se convierte en un best-seller inesperado, y eso que a pesar de sus problemas de dinero -su madre tiene alzehimer y ha de pagarle una residencia- el protagonista parece molesto de ganar tanta pasta con él. La película tiene escenas originales, como cuando Monk está escribiendo una escena de su novela y aparecen visualizados ante sí los personajes, interactuando entre ellos y con él para que les dé mejores frases. Sin embargo, al final el guión cae en la complacencia y Cord Jefferson no sabe muy bien cómo acabarlo, recurriendo a una argucia argumental para proponer varios desenlaces y que el espectador escoja el que más le guste. El peaje woke pasa por el personaje de su hermano, un afroamericano gay al que interpreta Sterling K Brown, también nominado como secundario para rellenar cuota.


Los asesinos de la luna


10 nominaciones, 0 Oscars. (Mejor Película, Director, Actriz, Actor Secundario, Banda Sonora, Canción, Fotografía, Montaje, Dirección Artística, Vestuario).

Scorsese va camino de convertirse en uno de los grandes perdedores de la historia de los Oscars: Gangs of New York, El irlandés y ahora Killers of the Flower Moon tuvieron 10 nominaciones y cero Oscars. Una más y habría igualado a Paso decisivo (1977) y El color púrpura (1985), que con 11 candidaturas no ganaron nada. La baza principal de la película era apelar al sentido de justicia y la integración racial para premiar a una actriz nativa norteamericana por primera vez en la historia -Lily Gladstone- y así reivindicar a su raza, tan denostada en la pantalla y fuera de ella. Sin embargo, la gran esperanza india al final no se produjo y ganó Emma Stone. La verdad es que no habría sido justo que ganara Gladstone ya que a pesar del hype no tenía un papel muy relevante ni ninguna gran escena en la que lucirse, y de lo poco que salía se pasaba media película enferma en la cama; al final su papel era más secundario que principal. Un maléfico Robert De Niro como el masón-respetable-que-luego-es-el-malo-en-la-sombra se lucía mucho más, incluso más que Leo DiCaprio, que aquí componía un personaje con pocas luces y boca torcida, y que no era el que iba a interpretar en un principio -antes de varias reescrituras de guión- sino el del agente del FBI que encarna Jesse Plemmons. Osea, que normal que ni lo nominaran. Los asesinos de la luna se deja ver y no se hace tan pesada como El Irlandés aunque sólo dure 3 minutos menos -329 frente a 326- pero la sensación final es que va de más a menos, y ni de lejos era la mejor película del año; aunque bueno, tampoco lo eran Spotlight, Moonlight, CODA, Todo a la vez en todas partes, etc. La cinta jugaba sus bazas en su perfecta ambientación de época, el prestigio de Scorsese y su enésima reunión con DiCaprio y De Niro -siento esta la primera vez que coincidía con los dos juntos- o, en términos extracinematográficos, por su denuncia de la injusticia sufrida por una minoría racial, en este caso, la tribu india de los Osage en la década de 1920’s, quienes se hicieron ricos al descubrirse petróleo en sus tierras, pero que a causa de ello luego fueron casi exterminados por las ansias crematísticas del malvado hombre blanco. Algo que en el entorno woke que ahora copa los Oscars sin duda le daba muchos puntos al triunfo de Lily Gladstone, luego frustrado.


Maestro 

7 nominaciones, 0 Oscars: (Mejor Película, Actor, Actriz, Guión Original, Fotografía, Sonido, Maquillaje y Peluquería).

12 nominaciones al Oscar acumula ya Bradley Cooper, que al principio en las quinielas parecía el favorito al mejor actor, luego el tercero en discordia junto con Cillian Murphy y Paul Giamatti y al final el último de la fila de los 5 nominados; quizá debido a cierta tendencia a la caricatura en su encarnación del compositor Leonard Bernstein que a veces le dejaban a milímetros de un Celebrities de Muchachada Nui. Estaba mejor Carey Mulligan como la mujer chilena-costarricense de Bernstein, otra como la Gladstone que podría haberle dado guerra a Da'Vine Joy Randolph si la hubieran inscrito de secundaria.  

Esta película fue la primera que vi en 2024 pero no merece tal honor, es bastante plomo, una serie inconexa de escenas que pululan por la vida de Leonard Bernstein sin explicar muy bien nada; el ejemplo perfecto de cómo la fiebre por el Oscar produce monstruos. Encima está mal contada, pasando de puntillas por los mayores logros del músico, como los montajes en Broadway de Un día en Nueva York o West Side Story. Y es que uno necesitaba entrar luego en su biografía de Wikipedia para entender algo. Es como la Blonde del año pasado pero sin Ana de Armas y los razzies.


Past Lives


2 nominaciones, 0 Oscars. (Mejor Película, Guión Original).

Past Lives es una película simpática pero normalilla, otra con aroma a telefilm de sábado por la tarde en Antena 3. Su inclusión en la decena de nominadas obedece a que los Oscars se han vuelto globales y desde el triunfo de Parásitos parece que haya que incluir también alguna película asiática para contentar a la comunidad internacional de cinéfilos, no en vano muchos académicos de nuevo cuño y derecho a voto ahora son de todas las partes del mundo.

La película huye de fórmulas románticas trilladas para narrar el reencuentro en Nueva York de dos treintañeros coreanos varios años después de haber sido novietes en un colegio de Seúl, sustentada en el concepto "in-yeon", providencia o destino en la mitología coreana, y que se basa en la idea de que cuando dos desconocidos se cruzan por la calle y su ropa se roza sin querer significa que hubo algo entre ellos en sus vidas pasadas. "Dicen que si dos personas se casan, es porque han tenido 8000 capas de "in-yeon" superpuestas a lo largo de 8000 vidas". Aunque, como dice el personaje de Nora -Greta Lee-, esto no está probado científicamente y bien pudiera ser un pretexto que los coreanos utilizan para seducir a alguien.  A ver si Mister Empírico y Mister Tartaria o Gonzalo Miró se pronuncian pronto o hacen algún video sobre esto y salimos de dudas.

Criticoll

1El discurso de aceptación de Justine Triet de la Palma de Oro en Cannes de 2023 fue muy crítico con las políticas culturales del gobierno francés y su respuesta violenta a las manifestaciones por la reforma de las pensiones. Esto causó un gran revuelo y fue recibido con mucha frialdad por el gobierno galo. Cuando llegó el momento de anunciar la representante francesa al Oscar a la Mejor Película Internacional todos pensaron que Anatomía de una caída sería la seleccionada, ya que tenía todos los atributos: ser aclamada por la crítica y con una taquilla impresionante, la Palma de Oro y todo el reconocimiento que conlleva, mucho diálogo en inglés para que fuese más fácil de vender en el mercado norteamericano, un tema serio y muy moderno, grandes actuaciones, etc. Pero la seleccionada fue A fuego lento (2023), por lo que mucha gente sospechó que Triet había sido castigada por su discurso en Cannes.