Titane, segunda película como
directora de Julia Ducournau -Crudo- se alzó sorpresivamente con la Palma de Oro de Cannes 2021 imponiéndose a propuestas como Annette, Benedetta, La
crónica francesa o a los últimos trabajos de pesos pesados -en ocasiones
mucho- del certamen galo como François Ozon, Asgard Farhadi, Nanni Moretti o Apichatpong Weerasethakul.
Titane parece nacida para
epatar, con una violencia muy gráfica que provoca escándalos y desmayos a
partes iguales, y que remite a obras como Canino, el Crash de
Cronenberg, Christine de Carpenter o La naranja mecánica. Sin
embargo, dentro de su aparente radicalidad, la película encierra en realidad un
mensaje bastante conservador, como es la importancia de la familia y el amor, o la
necesidad de sentirse apoyado por tus seres queridos. Su trama sigue los pasos
de una joven asesina en serie, Alexia -Agathe Rousselle- quien, tras cometer varios
crímenes, se ve obligada a disfrazar su aspecto para despistar a la policía. La
paradoja surge cuando un bombero llamado Vincent -Vincent Lindon- cree reconocer
en la Alexia post-transformación física a Adrien, su único hijo y desaparecido desde
niño, por lo que se la lleva a su casa. Alexia le seguirá la corriente para escapar de las autoridades, pero luego también conmovida por el amor incondicional
y la protección que le profesa Vincent, unos sentimientos nunca experimentados por ella.
Estamos ante un film que no es de
visión fácil, pero que al final resultará interesante para aquellos
espectadores que hayan aguantado la prueba de fuego de su primera media hora,
llena de escenas e imágenes muy fuertes que pueden -y de hecho
lo hacen- herir sensibilidades, siendo frecuentes en este tramo las deserciones entre el
público. Ducournau tampoco pone mucho de su parte, con algunas decisiones artísticas
y narrativas que añaden desconcierto al asunto. Por ejemplo, en la escena
inicial, con Alexia de niña en el coche, su aspecto confunde, parece un niño,
por lo que uno cuando la ve de mayor se cree que el personaje se ha sometido a
un cambio de sexo. Pero descubres que no, que era una chica desde el
principio porque se queda embarazada -el hecho de que el padre del futuro bebé vaya a ser un coche tampoco ayuda a entender las cosas, para qué nos vamos a engañar-. Pero
esta confusión niño-niña quizá esté hecha a propósito y sea un ejemplo más del cuestionamiento
de los roles genéricos que propone la película, un tema recurrente en su guión.
Tampoco queda muy clara la elipsis de tiempo transcurrido entre que Alexia se golpea
la nariz contra un lavabo para desfigurar su aspecto -el money shot del
film, rivalizando en repelús con la pedrada en los dientes de Canino- y
huye y el momento cuando ya está en comisaría, lugar al que se pasa sin solución de
continuidad por corte neto, siendo reconocida por Vincent como su hijo perdido.
¿Fue ella voluntariamente allí al ver el retrato del niño en los paneles? ¿La
recogió la poli porque estaba grogui por el andén, o porque aún se parecía a su propio retrato robot del cartel de se busca?
El otro tema destacado del film es una reflexión sobre el transhumanismo: la posibilidad de que
humanos y máquinas copulen y produzcan seres evolucionados y casi cyborgs, como una avanzadilla de Skynet. De ahí la ambivalencia del título de Titane
-titanio- que alude al implante metálico que tiene en su cuerpo Alexia como
resultado de un accidente automovilístico en su infancia, pero que también se podría
referir a los Titanes, aquellos seres superiores medio dioses y medios humanos de
la mitología griega. En cualquier caso, este tema queda algo deslavazado y se
ve superado por la vertiente emotiva del film cuando se centra en la relación
paterno filial entre Vincent -magnífico Vincent Lindon- y Alexia/Adrien,
demostrando que el amor de un padre por su hijo es incondicional, aunque este te
salga tan feo, tonto y mudo. La película incluso tiene tiempo de añadir un dato
extraído de la vida real y que tiene utilidad como información de servicio: a
la hora de realizar la RCP -reanimación cardiopulmonar- a alguien, nada mejor
que ir cantando la Macarena de Los del Río a la vez para mantener el
ritmo correcto.
Criticoll
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