domingo, 7 de enero de 2018

Me siento empequeñecer

"Una vida a lo grande"

Una vida a lo grande es el ejemplo perfecto de film con una idea inicial brillante que se ve lastrado por un desarrollo muy alejado de las expectativas creadas. Y es que el planteamiento  de Alexander Payne y su inseparable Jim Taylor prometía: unos científicos descubren una fórmula por la cual es posible reducir el tamaño de una persona a una altura de 12 centímetros. La medida, irreversible y creada para combatir la superpoblación, la escasez de recursos o el aumento de residuos, pronto se revela así mismo como una solución práctica para gente que no llega a fin de mes, pues en el mundo de los pequeños, un sueldo normal equivale a varios millones de dólares, y con él allí uno puede vivir a lo grande…

La decepción se acentúa si se ha visto antes el tráiler, que nos vende la película equivocadamente como una comedia estilo Cariño, he encogido a los niños, con Matt Damon, Kristen Wiig o Jason Sudeikis viviendo divertidas peripecias al ser reducidos a tamaño de muñecos de Star Wars. De hecho, eso parece cumplir el film durante sus primeros 40 minutos, pero, a partir de su segundo acto, Payne cambia progresivamente el tono y va conduciendo la historia por otros derroteros muy distintos, para acabar convirtiéndola en un drama new age con connotaciones humanistas, políticas y ecologistas, demasiado largo -135 minutos- y que olvida su original premisa y a algunos de esos cómicos del tráiler por el camino. Al final, el film hace honor a su título en inglés-Downsizing- con la progresiva mengua de interés del espectador hacia lo que acontece en pantalla, dando la impresión de que los personajes no actúan ni reaccionan con lógica, sino porque lo pone en el guión. Los diálogos tampoco alcanzan la solidez de otros trabajos del autor de Entre copas, y la reducción de tamaño del protagonista -un Damon más americano medio que nunca- termina siendo un macguffin, una excusa molesta para el propio Payne, más preocupado por hablar de su libro -la denuncia de las desigualdades económicas y sociales que acarrea la globalización- que de extraer todas las posibilidades argumentales que le ofrecía su original premisa. Al menos, el film sirve para descubrir a la actriz tailandesa Hong Chau -Puro vicio, Treme-, merecidamente nominada al Globo de Oro como Mejor Actriz Secundaria por su papel de refugiada vietnamita lisiada.

Criticoll

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