miércoles, 17 de enero de 2018

Placer culpable

"The Disaster Artist"




Hace tiempo me dio por curiosear en imdb.com las películas peor puntuadas de la historia. Junto a contribuciones hispanas como El E.T.E. y el oto o Zocta, la mayoría eran cintas de serie Z, turcas cutres de superhéroes o engendros del estilo Barridos por la marea, Glitter o Crossroads, vehículos para divas de la música que creían que lo iban a petar también en el cine. Uno de aquellos cochambrosos films llamó mi atención, porque era norteamericano y de 2003 pero no conocía a ninguno de sus actores o equipo técnico: se titulaba The Room. En los extintos y añorados foros de imdb, la gente se cachondeaba de lo lindo, así que la cinta debía de ser cosa fina. Se trataba, por lo visto, de un one man show de quien encabezaba el reparto, un tipo con pintas extrañas llamado Tommy Wiseau, que no había hecho nada más desde entonces, y que también firmaba como director, productor y guionista. Como no la encontré en DVD o por internet, al final me olvidé de ella. Años después, cuando leí que James Franco estaba rodando una película llamada The Disaster Artist, descubrí que en realidad iba sobre el rodaje de aquella The Room, convertida ahora, gracias al boca-oreja de espectadores guasones, en auténtico objeto de culto, la mejor-peor película de inicios del siglo XXI.

El film de Franco, último ganador en San Sebastián, está basado en el libro The Disaster Artist: My Life Inside The Room, the Greatest Bad Movie Ever Made, obra de Greg Sestero y Tom Bissell -el primero, amigo de Tommy Wiseau y co-protagonista del film-, que cuenta la génesis de cómo Sestero conoció a Wiseau y, sobre todo, sus experiencias durante la filmación de The Room. Los dos se hicieron amigos en un taller de actores de San Francisco, donde Tommy le llamó la atención por su determinación y absoluta falta de vergüenza, animando a Greg a seguirle a Los Angeles para perseguir el sueño de ambos de triunfar en el cine…

Decía el misterioso Wiseau -todo un personaje de edad y procedencia desconocidas- que los únicos actores que podían interpretarle eran James Franco y Johnny Depp, y lo cierto es que tiene su lógica. Franco ganó un Globo de Oro de TV en 2002 por encarnar a James Dean, uno de los héroes de Wiseau y Sestero. No en vano, en The Disaster Artist les vemos yendo al cruce de la carretera cerca de Cholame donde se mató Dean, y recordemos que una de las secuencias más hilarantes de The Room es aquella en la que Johnny grita You`re tearing me apart, Lisa! inspirado en la famosa escena de Jim Stark en la comisaría de Rebelde sin causa. En cuanto a Depp, es fácil verle una semejanza física con Wiseau, que habría sido uno más en su extravagante galería de caracteres, tal y como lo fue precisamente Ed Wood (1994) el más ilustre antecedente de Wiseau como mejor-peor director; y al que Franco parece aludir al situar la última escena de su film -la premiere  de The Room- en un cine similar en donde el Wood de Tim Burton estrenaba Plan 9 From Other Space. Si bien Burton se dejaba llevar por la poesía al mostrar a unos espectadores apócrifamente encantados con la película, y Franco nos presenta una situación mucho más cínica  -aunque tampoco muy real acorde con lo sucedido aquel día-, con el público frenético y muerto de risa ante lo que está contemplando: un film dramático convertido en comedia involuntaria debido a su desastrosa calidad artística.

Hay otras diferencias: Wood tenía que camelarse a gente de lo más diversa para poder financiar sus películas baratas, mientras que Wiseau era su propio productor y puso 6 millones de dólares de su bolsillo para hacer The Room. En qué se lo gastó y, sobre todo, cómo tenía tanto dinero en el banco, permanece un enigma hasta hoy, aunque hay rumores de que importaba productos procedentes de Asia, como estoo… chaquetas. Aunque el hecho de que aquí tengan cameos los mismísimos Bryan Cranston y Bob Odenkirk de Breaking Bad puede ser un guiño de Franco al hecho de que Tommy se hiciera rico comerciando con sustancias bien conocidas por Walter White o Saul Goodman. Por cierto, que la fama actual de The Room es tan grande en USA, que Melanie Griffith, Sharon Stone, Zac Efron o Judd Apatow también se apuntaron -junto con el inevitable Seth Rogen- para hacer apariciones breves en el film.

Y es que si es verdad lo que vemos en The Disaster Artist, el rodaje de The Room debió de ser algo inenarrable y digno de vivirse en aquel verano de 2002, con momentos impagables como el casting de la actriz que interpretara a Lisa -la protagonista femenina-, y las absurdas pruebas de improvisación que les ordenaban a las candidatas -haz como que vas a caballo; ahora cabalgas comiendo un cucurucho; ahora cabalgas, llaman a la puerta y abres ¿?-.  Aunque las más graciosas son sin duda las que recrean escenas de la propia The Room de forma mimética, como la ya legendaria de I did not hit her, i did nooot! Oh, hi Mark, repetida una y otra vez hasta que a Wiseau le sale la frase, y objeto de divertidos montajes de youtube. En este sentido, James Franco imita a la perfección el físico y la voz de Wiseau, y merece una nominación al Oscar, aunque al final seguro que gana Gary Oldman por recrear a otro biografiado más políticamente correcto, Winston  Churchill. Un Churchill cuya célebre cita "el éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo" parece estar hecha a medida, paradójicamente, de Tommy Wiseau.



Pero la película no se queda solo en la superficie de recrear con profusión y fidelidad escenas de tan descacharrante rodaje -en los créditos finales se muestran a la vez original y copia-, sino que, por debajo, James Franco nos va filtrando los temas de los cuales quiere reflexionar en realidad: la amargura de descubrir que la pasión por el cine pueda estar reñida con el talento propio, la importancia de la amistad o creer en uno mismo ante cualquier adversidad. Todo ello mediante frases tan inspiradoras como la de Wiseau a Greg al llegar a Hollywood -“para triunfar en Los Angeles tienes que ser tu mejor versión, nunca tirar la toalla-“. Si bien Franco también deja caer que hubiera una sutil atracción homosexual de Wiseau hacia su joven amigo Greg, que, aquí, al estar interpretado por su propio hermano Dave Franco, le da una sórdida vuelta de tuerca a la situación.

En resumen, una película muy divertida sobre uno de los fenómenos del cine trash reciente, considerada como “la Ciudadano Kane de las películas malas”, y que provoca al espectador que, tras ver The Disaster Artist, le entren ganas de ver The Room a continuación, para comprobar con sus propios ojos si aquello de verdad existe. Pues como está en youtube así lo hice al salir del cine, y, no sé si porque estaré ya curado de espanto o qué, pero la verdad es que al final no me pareció tan horrible. Porque, de acuerdo, será pretenciosa y marciana y está muy mal interpretada, pero no es para tanto; las transparencias de la pantalla verde dan el pego para 2003, y he visto películas mucho peores. Por cierto, quien vaya al cine a ver The Disaster Artist, que se espere a que terminen los títulos de crédito, pues luego hay una escena en la que sale el propio Wiseau frente a James Franco interpretando a otro personaje y, por lo tanto, hablando consigo mismo. El colmo ya habría sido que le hubiese dicho: Hi Tommy, vengo del futuro y The Room se sale. Hahaha. No cambies naaaada.


 Criticoll

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