jueves, 7 de febrero de 2019

LAS PELÍCULAS DE LOS OSCARS: BOHEMIAN RHAPSODY



Nominada a 5 Oscars: Película, Actor Principal, Montaje, Sonido y Efectos de Sonido.

Bohemian Rhapsody está hecha por y para el disfrute de los fans de Queen, se nota ya desde el principio con esa versión rockera y tuneada por Brian May y Roger Taylor de la fanfarria de la 20th Century Fox. Lo cierto es que la película se hizo esperar hasta llegar a las pantallas,  siendo el resultado de una larga gestación por la que circularon nombres como David Fincher, Stephen Frears o Dexter Fletcher en la dirección y Sacha Baron Cohen o Ben Wishaw como émulos de Freddie Mercury. El motivo principal que estancó el proyecto durante años fueron las diferencias sobre el tono que debía tener Bohemian Rhapsody: Brian May y Roger Taylor -John Deacon, jubilado en 1998, se desentendió de todo- querían una versión cinematográfica del grupo para todos los públicos, mientras que Frears o Baron Cohen abogaban por mostrar en pantalla una versión hardcore y más centrada en la vida de Freddie Mercury. Como May y Taylor no dieron su brazo a torcer y eran los productores y propietarios de los derechos de las canciones, la Fox tuvo que esperar a que encontraran un director y un protagonista a su gusto. Finalmente, los elegidos fueron Bryan Singer y Rami Malek, con los que se inició el rodaje el 8 de septiembre de 2017. Si bien no acabaron ahí los problemas, ya que en diciembre de ese mismo año -y a falta de dos semanas para acabar- Bryan Singer fue despedido por causas no reveladas con claridad, siendo reemplazado por Dexter Fletcher. Se rumorea que Singer paseó un comportamiento errático durante la filmación -se ausentaba durante varios días sin motivo- y que tuvo graves enfrentamientos con Malek a causa de esto.  El director de Verano de corrupción se exculpaba alegando que sus ausencias se debían a un problema de salud de un familiar; aunque por lo visto, en los rodajes de Superman Returns o  X-Men: Apocalipsis ya había hecho lo mismo… La verdadera razón de su salida parecen ser varias denuncias de abuso sexual a menores presuntamente cometidas por Singer y que salieron a la luz ese diciembre de 2017, lo que constituía una malísima publicidad para la película, por lo que la Fox decidió cortar por lo sano. Desde entonces, y a la espera de juicio, Singer ya ha sido declarado culpable por el mundo del cine, que lo ha convertido en persona non grata, borrándolo de la publicidad del film o de las entregas de premios. De hecho, hace unas semanas los BAFTA retiraron su nominación como director de Bohemian Rhapsody, sentenciándolo definitivamente. Aunque bueno, siempre podría ir a casa de Kevin Spacey y rodar en esa cocina tan cinematográfica Sospechosos habichueales 2.

La película resultante de todos estos embrollos no se ve muy perjudicada por los vaivenes sufridos, y supone un placer culpable bastante apañado para los seguidores de Queen o para el espectador mainstream en general. Y eso que el guión de Peter Morgan sigue al pie de la letra la estructura del biopic musical más típico: los duros inicios, el éxito inesperado, la cresta de la ola, la caída desde la cima por culpa de sexo, drogas y alcohol, y el arrepentimiento y la resurrección final. Aunque, como toda buena biografía, no deja que la realidad le estropee una buena historia y falsea a su conveniencia los hechos reales: por ejemplo, Freddie Mercury no descubrió que tenía SIDA hasta años después del Live Aid; Queen no llevaba entonces tres años sin tocar juntos, sino apenas unos meses; y Paul Prenter supongo que no sería un malo tan de opereta como le pintan aquí. Qué importa, si como espectadores la película nos permite colarnos en la trastienda de la banda y revivir momentazos del rock como la gestación de canciones estilo We Will Rock You  o la propia Bohemian Rhapsody -con la aparición de Mike Myers y su guiño a Wayne's World-. Por no hablar de la tremenda secuencia final que reproduce el concierto de Queen en el Live Aid del 13 de julio de 1985, considerada la mejor actuación en directo de un grupo de rock de la historia. Curiosamente, esta escena fue la primera que se rodó de la película, y es buena idea compararla con el original para ver hasta qué punto está recreada con exactitud. Aunque, por ponerle un pero, el montaje de John Ottman aquí me parece un pelín acelerado, videoclipero; quizá debió darle más duración a los planos.


A pesar de esto, hay que reconocer que el film mantiene un buen ritmo durante todo el metraje y no llega a decaer en casi ningún momento, apoyado en la excelente ambientación de la época y en la labor de sus actores, calcados de los originales -bueno, menos Roger Taylor, que es bastante más feo que Ben Hardy-. En este punto hay que detenerse a alabar el trabajo de Rami Malek por su impresionante mimetización con Freddie Mercury, al que a veces consigue revivir. Se podría decir, primero, que ya tiene medio Oscar en el bolsillo, y, segundo, que con esos dientes nació para interpretar al mítico cantante de Queen; lástima que le falte un palmo de altura para ser clavado -son más de 2 cm los que le separan de la altura real de Freddie, imdb miente-. Pero especialmente en los primeros planos y cuando aparece con bigote, hay que reconocer que el parecido es asombroso. Una similitud que también se alcanza en el plano vocal, gracias a la colaboración del cantante canadiense de rock cristiano Mark Martel, que es quien canta principalmente en realidad. Y eso que al principio se hace un poco raro que la voz que se oiga cantar no sea solo la de Freddie Mercury, sino la de éste mezclada con la de Martel y la de Rami Malek. Esto se hizo porque las grabaciones que se conservan de Queen -como las del Live Aid- no son lo suficientemente buenas para igualar la calidad de audio que exige un film digital en la actualidad -con 7.1 de canales de sonido-, por lo que hubo que regrabar las canciones expresamente para la película. Pero bueno, la voz que se consigue con esta extraña mezcla es tan parecida a la original que se te olvida, y sólo hay que ver este video de YouTube de Mark Martel para comprobar el timbre que posee tan increíblemente similar a Freddie Mercury. Las dos nominaciones al Oscar de Bohemian Rhapsody por su sonido legitiman el experimento.

Volviendo a Rami Malek, no me imagino llegada la hora del Oscar al Mejor Actor en la gala del próximo 24 de febrero y que se lo den a Christian Bale por encarnar a alguien tan siniestro y odiado como Dick Cheney, chafando de paso la ilusión de millones de personas y de fans de Queen. Sobre todo con esta versión tan rejuvenecida de los Oscars en la ceremonia que nos viene, tan necesitada de highlights para atrapar a su público objetivo deseado: esos millenials que no saben quién es Cheney y que harán zapping si ven que no gana Malek. Eso por no hablar que este año se han fumado de la retransmisión las categorías técnicas, cuyos Oscars se entregarán durante las pausas de publicidad para aligerar la gala ¿? Aunque ahora que lo pienso, esto de frustrar los deseos y el cariño de la audiencia hacia un candidato ya pasó hace pocos años con Stallone-Rocky y Mark Rylance. Pero esta vez no creo que se repita por varias razones: Rami Malek y Bohemian Rhapsody ya ganaron ambos el Globo de Oro, y al film lo avala que también está nominado a Mejor Película y que haya sido un gran éxito de taquilla. Por otro lado, Dick Cheney es republicano y cae rematadamente mal en Hollywood, y Christian Bale ya tiene un Oscar. Y aunque fue descubierto por Spielberg, su papel en El vicio del poder no viene apadrinado por la poderosa y alargada mano del director de El imperio del sol, como sí tenía el Rylance de El puente de los espías.

En fin, una película hecha por y para los fans, sin grandes altibajos de interés, y que se deja ver con facilidad. En otro año con más competencia, Bohemian Rhapsody no habría tenido sitio entre los títulos nominados a mejor película, pero en este 2018 tan mediocre, si lo están Black Panther o Infiltrados en el KKKlan, no veo por qué no puede estar nominada esta cinta también, que encima tiene canciones de Queen para hacer Karaoke en el cine y posiblemente al mejor actor del año. Algo que la convirtió en un fenómeno sociológico con más de 433 millones de recaudación en todo el mundo, y en España la película nº 1 en taquilla en 2018, con más de cuatro millones de espectadores. Para poder decir aquello de We are the champions.

Criticoll

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