Nominada a 5 Oscars: Película,
Actor Principal, Montaje, Sonido y
Efectos de Sonido.
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La película resultante de todos estos embrollos no se ve muy perjudicada por los vaivenes sufridos, y supone un placer culpable bastante apañado para los seguidores de Queen o para el espectador mainstream en general. Y eso que el guión de Peter Morgan sigue al pie de la letra la estructura del biopic musical más típico: los duros inicios, el éxito inesperado, la cresta de la ola, la caída desde la cima por culpa de sexo, drogas y alcohol, y el arrepentimiento y la resurrección final. Aunque, como toda buena biografía, no deja que la realidad le estropee una buena historia y falsea a su conveniencia los hechos reales: por ejemplo, Freddie Mercury no descubrió que tenía SIDA hasta años después del Live Aid; Queen no llevaba entonces tres años sin tocar juntos, sino apenas unos meses; y Paul Prenter supongo que no sería un malo tan de opereta como le pintan aquí. Qué importa, si como espectadores la película nos permite colarnos en la trastienda de la banda y revivir momentazos del rock como la gestación de canciones estilo We Will Rock You o la propia Bohemian Rhapsody -con la aparición de Mike Myers y su guiño a Wayne's World-. Por no hablar de la tremenda secuencia final que reproduce el concierto de Queen en el Live Aid del 13 de julio de 1985, considerada la mejor actuación en directo de un grupo de rock de la historia. Curiosamente, esta escena fue la primera que se rodó de la película, y es buena idea compararla con el original para ver hasta qué punto está recreada con exactitud. Aunque, por ponerle un pero, el montaje de John Ottman aquí me parece un pelín acelerado, videoclipero; quizá debió darle más duración a los planos.
A pesar de esto, hay que
reconocer que el film mantiene un buen ritmo durante todo el metraje y no llega
a decaer en casi ningún momento, apoyado en la excelente ambientación de la época y
en la labor de sus actores, calcados de los originales -bueno, menos Roger
Taylor, que es bastante más feo que Ben Hardy-. En este punto hay que detenerse
a alabar el trabajo de Rami Malek por su impresionante mimetización con Freddie
Mercury, al que a veces consigue revivir. Se podría decir, primero, que ya tiene
medio Oscar en el bolsillo, y, segundo, que con esos dientes nació para
interpretar al mítico cantante de Queen; lástima que le falte un palmo de
altura para ser clavado -son más de 2 cm los que le separan de la altura real
de Freddie, imdb miente-. Pero especialmente en los primeros planos y cuando
aparece con bigote, hay que reconocer que el parecido es asombroso. Una
similitud que también se alcanza en el plano vocal, gracias a la colaboración
del cantante canadiense de rock cristiano Mark Martel, que es quien canta principalmente
en realidad. Y eso que al principio se hace un poco raro que la voz que se oiga
cantar no sea solo la de Freddie Mercury, sino la de éste mezclada con la de
Martel y la de Rami Malek. Esto se hizo porque las grabaciones que se conservan
de Queen -como las del Live Aid- no son lo suficientemente buenas para igualar la calidad de audio que exige un film digital en la actualidad -con 7.1 de canales de sonido-, por lo que hubo que regrabar las canciones expresamente para la película. Pero bueno, la voz que se consigue con esta extraña mezcla es tan parecida a la original que se te olvida, y sólo hay que ver este video de YouTube de Mark Martel para comprobar el timbre que posee tan
increíblemente similar a Freddie Mercury. Las dos nominaciones al Oscar
de Bohemian Rhapsody por su sonido legitiman
el experimento.
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En fin, una película hecha por y para los fans, sin grandes altibajos de interés, y que se deja ver con facilidad. En otro año con más competencia, Bohemian Rhapsody no habría tenido sitio entre los títulos nominados a mejor película, pero en este 2018 tan mediocre, si lo están Black Panther o Infiltrados en el KKKlan, no veo por qué no puede estar nominada esta cinta también, que encima tiene canciones de Queen para hacer Karaoke en el cine y posiblemente al mejor actor del año. Algo que la convirtió en un fenómeno sociológico con más de 433 millones de recaudación en todo el mundo, y en España la película nº 1 en taquilla en 2018, con más de cuatro millones de espectadores. Para poder decir aquello de We are the champions.
Criticoll
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