Resulta irónico que Martin
Scorsese haya criticado las películas de superhéroes y al mismo tiempo que la
última producción de Warner y DC Comics sea un remake encubierto de una de sus cintas
más celebradas. En efecto, con el Joker de Todd Philips -en principio
una historia de orígenes adulta al estilo Batman Begins o El
protegido- estamos en realidad ante una versión moderna de Taxi Driver,
con bastantes elementos extraídos así mismo de otro film scorsesiano de culto como El rey de la comedia.
Hay que reconocer de entrada que Joker
resulta una película muy sólida cinematográficamente, con un gran trabajo
de fotografía, música, dirección artística o vestuario, y que se ve en un
suspiro a pesar de sus más de dos horas de duración. Joaquin Phoenix realiza
una memorable interpretación como el torturado protagonista, un sujeto que
evoluciona de apocado enfermo mental a bufón extrovertido y asesino, y en la
que caben homenajes a varios jokers señeros, como el de Jack Nicholson -sus bailes en las escaleras del Bronx- o el de Heath Ledger -su maquillaje
corrido en el coche de policía-. Phoenix se mete en el personaje de lleno y le
dota de un lenguaje corporal apropiado en cada momento, donde destaca su
peculiar risa o su gama de expresiones faciales, sin olvidar su aspecto
demacrado gracias a esos 23 kilos adelgazados para el papel, que lo convierten sin
duda en el favorito número uno para alzarse con el próximo Oscar al Mejor
Actor.
Sin embargo, esas deudas de Joker con Taxi Driver y El rey de la comedia son demasiado evidentes, lo que nos lleva a pensar en qué habría hecho Todd Philips sin la existencia previa de esos dos referentes, que parece que le vayan guiando cual GPS durante todo el film. Así, vemos cómo el camino del héroe -o del villano- de este largometraje nos presenta a un enfermo mental -Arthur Fleck- tan asocial como Travis Brickle, llamado a convertirse tras su viaje iniciático en el futuro Joker, príncipe payaso del crimen y némesis de Batman. La respuesta a cómo un hombre con tan pocas luces como Fleck pueda transformarse algún día en un genio del mal como era el Joker de Heath Ledger, está en sus 80 años de historia. Durante todo ese tiempo, ya fuera en cómics, películas, series de TV o videojuegos, el joker ha demostrado ser un personaje con un canon muy flexible y maleable, con orígenes y personalidades diversos dentro de una misma esencia: su proverbial odio a Batman. La versión que nos presenta este film parece aludir al cómic de Alan Moore La broma asesina (The Killing Joke, 1988), donde el joker tiene un pasado similar de cómico frustrado con problemas familiares que termina volviéndose loco.
Retomando la tesis de Taxi
Driver hay que decir que esta se vuelve cierta, ya que conforme avanza Joker
vemos que repite sin complejos su misma estructura, ambientación, similitud
tonal o estilística. Y es que los elementos coincidentes en una y otra son
abrumadores. Tenemos para empezar, el aire de decadencia y degeneración de
Gotham, calcado a aquella Nueva York de Scorsese en crisis moral y social y con
similar fotografía de colores apagados; el hecho de estar ambientadas en años
muy próximos -1976 y 1981-; el diario que escriben sus introvertidos y marginales personajes; la obsesión de ambos por una figura política importante o por una chica inalcanzable;
las conversaciones con sus compañeros de oficio -taxistas / payasos-; la escena
en su casa donde juegan con un arma con el torso desnudo, frente al espejo; el
gesto con el dedo de volarse los sesos; el cambio físico cuando sus mentes
colapsan por completo; el quedar como héroes tras provocar una matanza, o el
hecho de que todo cuanto les haya sucedido puede que sea al final un simple producto de su
imaginación, sin duda mucho más fértil que la de Todd Philips. Unas
ensoñaciones que en el caso de Arthur Fleck se producen varias veces durante la
película y que no están muy bien explicadas: por ejemplo, cuando se supone que asiste como público al
programa de TV de Murray Franklin -Robert De Niro- da la
sensación de que sea un flashback, no una alucinación -y que es, en realidad, el
primer homenaje a El rey de la comedia-. Más afortunado es el truco del supuesto
romance de Arthur con su vecina, que a priori parece una concesión al Hollywood
más comercial pero que luego sorprende favorablemente cuando descubrimos que no
era así.
Como ya he apuntado, el otro film
de Scorsese saqueado aquí es El rey de la comedia, la misma historia de un
comediante sin gracia que anhela el éxito de otro cómico famoso al que profesa gran admiración. Así,
tenemos el hortera vestuario de Fleck, que remite a Rupert Pumpkin; el hecho de
que ensaye en su casa su participación televisiva, o sobre todo la presencia del propio Robert De Niro, aunque aquí en el otro papel: el del cómico veterano que
encarnaba Jerry Lewis. Pero la escena en la que Joker es entrevistado en
directo por Murray en el plató de TV y la lía parda no sólo cita al film de Scorsese
de 1982, sino que también se pueden encontrar en ella referencias a Network (1976)
de Sidney Lumet y al cómic The Dark Knight Returns (1986).
Precisamente, los fans del cómic
han hecho piña en sus pullas a Joker por el hecho de que la película reniegue
del DC Universe y no se haya basado más en las viñetas a la hora de recrear
al personaje, dando la impresión de que se avergonzase de ellas y quisiera
jugar en ligas superiores, como el prestigio crítico o los Oscar. El factor de
darle nombre y apellidos al joker tampoco ha sentado nada bien en
esos ámbitos, si bien esto no es nuevo, ya que Tim Burton -otro que reconoció
que no había leído los comics de Batman- hizo lo mismo con el Jack Napier de Nicholson. La verdad es que no había otra manera de mostrar el pasado del
personaje que hacer eso, por mucho que así se pierda el misterio y la inquietud
que provocaba el joker de Heath Ledger, de quien no sabíamos absolutamente nada -recordemos
que él mismo iba cambiando la historia de cómo se hizo las cicatrices en la boca-
ni de cuál era su plan maestro para alcanzar sus metas, que no eran otras que acabar con Batman y ver el mundo arder. Aunque rizando el rizo, en realidad ni
siquiera el propio Arthur Fleck al final es quien
cree ser -pues resulta ser adoptado- por lo que sus orígenes también
permanecen confusos. Otra cosa es que este personaje no parezca aprovechable para un
universo compartido debido a su escasa inteligencia -que apenas le da para
sobrevivir en el día a día- así como por su notable diferencia de edad con
Bruce Wayne, a quien le saca como unos 30 años en el film. Si bien Philips ha
dejado caer la teoría de que puede que el personaje de Joaquin Phoenix no sea
realmente el joker, sino una figura inspiradora para un joven admirador que, este
sí, se convertiría en el futuro en el archienemigo de El Caballero Oscuro.
Otras voces han clamado contra el guión de Joker por seguir esa corriente del Hollywood actual de blanquear a malvados
clásicos a la hora de narrar sus orígenes, al estilo de Disney con Maléfica, Los
descendientes o la próxima Cruella de Vil con Emma Stone; donde se convierte al malo tradicional en una víctima, y que si se pasa al lado oscuro es por culpa de la
incomprensión de una sociedad cruel e inhumana. No es de extrañar que la Warner
advirtiera de que no fuera nadie al cine vestido de joker, ya que el film está muy
cercano a otros como V de Vendetta en su espíritu revolucionario y
antisistema, y que en su denuncia contra situaciones injustas -las desigualdades
entre ricos y pobres, la manipulación de los Mass Media, los recortes en
políticas sociales o el deplorable sistema sanitario USA- acaba deslizando un
mensaje peligroso: emplear la violencia es buena para conseguir tus
fines, sobre todo si no te pillan. La película es deliberadamente ambigua para
crear controversia y que hablen de ella, y el propio Todd Philips ha alimentado
la polémica con sus declaraciones.
Por último, me gustaría destacar
el soundtrack de canciones elegidas, muy apropiadas para aportar el mood adecuado en cada momento del relato: ya sea el
Smile de Charles Chaplin, Rock 'n' Roll (Part 2) del proscrito Gary Glitter,
o That’s Life de Frank Sinatra. Y si bien Philips se ha hecho el interesante remarcando que su
película era una isla autoconclusiva dentro del DC Universe, en vista del éxito
de crítica y público o de la predisposición favorable de Joaquin Phoenix a
repetir, me parece que estando al timón el hombre que nos trajo la prescindible R3sacón podemos tener Jokers para rato.
Criticoll
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