lunes, 6 de febrero de 2012

La base o la vida

Moneyball: Rompiendo las reglas

TÍTULO ORIGINAL: “Moneyball” (2011). DIRECCIÓN: Bennett Miller. REPARTO: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman, Chris Pratt, Stephen Bishop, Robin Wright, Reed Thompson, Kerris Dorsey.


Desde que el cine es cine, toda gran estrella estadounidense que se precie ha de tener en su filmografía al menos un western o un título ambientado en el mundo del deporte. En este último caso, el boxeo o el fútbol americano son dos de las disciplinas más frecuentadas en la pantalla, aunque si hay un deporte de referencia en el celuloide USA, ése es sin ninguna discusión el béisbol. Un juego genuinamente norteamericano y que une a iconos de ayer y de hoy entre pitchers, bates y home runs. Así, tenemos a Gary Cooper y El orgullo de los yanquis, James Stewart y The Stratton Story, Robert Redford y El mejor, Kevin Costner y Los búfalos de Durham o Campo de sueños, Tom Hanks y Ellas dan el golpe, etc. A esta lista tan ilustre se suma ahora Brad Pitt con Moneyball: Rompiendo las reglas, un film basado en hechos reales y en el que el protagonista de Seven encarna a Billy Beane, el gerente de un club de béisbol modesto que, ante la escasez de dinero que le impedía fichar grandes nombres, se alió con un economista de Yale para descubrir jugadores basándose en cálculos matemáticos y estadísticos antes que en el consejo de sus ojeadores. Toda una revolución en el mundillo del béisbol pero que, tras muchas críticas y titubeos iniciales, se reveló finalmente muy productiva.

Con Moneyball no estamos ante el típico film épico en la tradición deportiva de Hollywood, ya que, más que por los terrenos de juego, la cinta frecuenta la trastienda de los despachos y los pasillos del poder directivo, ese al que Beane-Pitt pertenece y que pone patas arriba con sus novedosos métodos que desafían el establishment. El guión de Aaron Sorkin y Steve Zaillian resulta modélico en este sentido, al mostrarnos la evolución del trabajo de Billy justo desde el principio: reclutando a Peter Brand -Jonah Hill- y confiando ciegamente en sus estudios; fichando aquí y allá a la gente adecuada; cortando a los que no creen en la causa; buscando aliados entre los veteranos para liderar a los jóvenes; y hasta teniendo un poco de suerte al contar con la paciencia del presidente tras un inicio desastroso. Tampoco faltan momentos de gran intensidad y humor en la que vemos la parte humana del negocio, como cuando Billy abronca a los jugadores en el vestuario tras una derrota, su manía de no ver los partidos en directo, o los trucos que le enseña a Peter sobre cómo comunicarle a alguien que se va traspasado. Todo ello con el mensaje de fondo que subyace en la película -hay que atreverse a innovar y a luchar por las ideas propias, sin venderse al poder establecido- destilado de forma inteligente y sin machaconerías. A ello ayuda la interpretación de Brad Pitt como Beane, muy alejado aquí de su imagen más glamourosa con tanto chándal o tanto picoteo de kikos, y que logra las simpatías del público haciendo gala de su carisma habitual. Dejando, también, lamentándose a más de uno por no haberle tenido a él en el Valencia C. F. de hace un lustro en lugar de a Juan Soler, M. A. Ruiz, Chusín Wolstein y compañía.

Criticoll

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